martes, 28 de febrero de 2017

El colegio que ama el arte



Venimos a considerar el teatro una llama. Una luz sutil y ondulante que no solo nos mece el alma y nos sacude la conciencia, si no que, dentro de un aula, ilumina, irradia templanza y alumbra ideas y sentimientos.
El teatro es lo que podríamos denominar un aprendizaje por experimentación. Su uso nos permite sumergirnos en otros parajes, en otras épocas, bajo otras pieles y con otros sentimientos. Es un juego de empatías, vivido en comunidad y construido sobre nuestras experiencias, para llegar a otros lugares.
Es un juego, un juego fascinante, pero un medio extraordinario para aprender, no un recurso trivial e intrascendente.


La Paz es un colegio que percibió las posibilidades pedagógicas de este arte. Ya desde los años 50, la preparación de obras de teatro contemporáneo español se convirtió en una sana costumbre. Pero no sería hasta los años 70 cuando la experiencia se extendiese de la mano de Charo Bedia, que dio al teatro de La Paz un sesgo más educativo.
Talleres de expresión corporal, control de la voz o manejo del vestuario eran ya componentes habituales en los trabajos de esta profesora, extendiendo todas las posibilidades pedagógicas de la representación.





En 1989, de la mano de aquellos alumnos inquietos que conversaban y hacían brotar ideas (Alberto García Ahijado, Sergio Miera, Magan, Beatriz ..) el teatro comenzó a consolidarse aun más. Ensayos semanales, representaciones fuera de la época de fiestas del colegio, talleres de expresión corporal, talleres de diseño, construcción de decorados, attrezzistas, maquilladores, técnicos de sonido e iluminación. Todo un mundo de aprendizajes sobrevolaban en torno a una experiencia que comenzó a extenderse como un río entre los alumnos. En 1991 hablineses como Marta Molleda, Jose Luis Urraca, Carlos G. Pozueta o Dani Miera coordinaban 5 grupos de teatro con sus correspondientes talleres dedicados al aprendizaje de contenidos no curriculares, además del grupo de Charo Bedía, el que atesoraba una mayor técnica teatral.




Los viernes el colegio bullía. Martillazos de los decorados, declamaciones como en un teatro griego y largas discusiones sobre planteamientos de historias, resolución de problemas y definición de personajes. En invierno entrábamos de noche al colegio y salíamos con la misma luz, la de las farolas.

Era claro que aquel juego masivo estaba proporcionando muchos avances. Sentido de grupo, mejora en la lectura, mejora de las habilidades sociales o una mayor capacidad de introspección de aquellas chicas y chicos que buscaban en el anonimato de un personaje ficticio descubrirse a si mismos.
En 1991 los diversos talleres de teatro reunían a más de 200 alumnos en 5 grupos. Muchos de ellos se habían unido a otras iniciativas hablinesas como la emisora de radio o  la revista de papel TQP.




Con ayuda del Ayuntamiento, en 1991 y 1992 se realizaron las dos primeras muestras de teatro joven “Ciudad de Torrelavega”, un ciclo de teatro hecho por jóvenes en el que, junto a los grupos de La Paz, actuaron en aquellos años, los de institutos de toda Cantabria y grupos de Vizcaya y Burgos.
El éxito permitió extender este ciclo de teatro a otros ámbitos, convocando el I y II certamen “Rumbo a tu imaginación”, en los que La Paz creaba un marco donde jóvenes artistas pudieran mostrar su obra y ser premiados.
Pero los hablineses de La Paz siempre hemos sido muy irreverentes con nuestro pasado, y muy dispuestos a abandonar caminos para explorar otros.
A finales del siglo comenzamos a explorar el camino del cine, creando cortos y documentales o aprendiendo a entender ese lenguaje.
En 2001 nacía eolapaz. Empezaban 15 años de éxitos educativos y de reconocimiento a un proyecto, aun de vanguardia, en la lectura interactiva y el periodismo escolar.
Las exposiciones y acciones solidarias continuamente ocupaban lo que ya era una sala de exposiciones en toda regla lo que daría pie a pensar que era factible poner en marcha, como se hizo, una ONG, “Humanismo y desarrollo Social”.



La llama fue haciéndose más pequeña y blanquecina, pero no se apago. Los talleres y las compañías se disolvieron, excepto la de la Charo Bedia, pero por que las energías estaban en otra parte. El periódico era la nueva estrella y el colegio apostaba por el arte, en una de sus experiencias más reconocidas, “Arte en la Escuela”, un proyecto que pretendía transmitir el arte desde sus creadores hasta los alumnos, facilitar el manejo del lenguaje creativo y despertar en los jóvenes el afán de descubrir su espíritu a través de una obra de arte, incluso nacida de sus propias inquietudes.



En 2003 la llama volvió a elevarse, aun con más fuerza. Había desembarcado una nueva asignatura, “Cultura Clásica” y una nueva generación de hablineses, de alumnos inquietos convirtieron aquella asignatura optativa en toda una cantera de ideas, sacadas de nuestras entrañas con el pico del divertimento y la pala de la curiosidad.

Desde ese año, la asignatura se convertía cada año en un taller de teatro. Pequeñas piezas de teatro de mascaras, clásicos adormecidos en un adolescente, sombras y toda la riqueza de los textos clásicos brotaron en aquella pequeña aula del patio pequeño. Hasta que en 2007 apareció ante nuestros ojos el programa cultural Caixa Escena. Un programa educativo de la Fundación la Caixa que proporcionaba recursos, apoyo y una muestra nacional a jóvenes grupos de teatro como nosotros. En ese 2007, de la mano de Caixa Escena se reunieron tres profesores inquietos que convertirían de nuevo el colegio en un gran teatro. Goyo Gómez, el hombre de la pasión por las palabras, Eusebio Balbás, el coordinador de hablineses y todas sus aventuras y Charo Bedia, una mujer apasionada, conocedora del medio como nadie y de una sensibilidad y energía que se convertiría enseguida en la líder de aquel trío de soñadores.




En 2007 teníamos un grupo muy configurado y sólido. En 2008 salio el segundo, que actuaría ya en teatros importantes, en 2009 acudimos al encuentro Nacional de Teatro jóven de Estella. En 2010, el teatro de la Paz se había vuelto a convertir en una pieza fundamental de las metodologías activas de la Paz. Y dos personas habían sido fundamentales para ello. Carol, la mujer espiral, la niña ilusionada que había sido nuestro nexo con Caixa Escena y nuestra gran mentora, y Goyo Gómez el fundador del actual teatro de la Paz, Temakel, una experiencia extraordinaria que genera nuevas camadas cada año de jóvenes ilusionados con la experiencia de crear, y vivir en otros mundos.




Lo llamamos experiencias educativas, pero es más, es el aliento de la vida. No se cuanto tiempo seguiremos. Porque el teatro es maravilloso, pero aun más experimentar, crear, compartir, vivir, descubrir la realidad, con nuestros propios ojos. Ese es el espíritu hablinés. Ese es el espíritu del Colegio La Paz.




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