lunes, 30 de abril de 2007

Leer por decreto ley


El gobierno ha aprobado hace unos meses el proyecto de ley de Lectura, del Libro y de las Bibliotecas, que entre sus medidas mas vistosas establece un precio fijo para los libros que no sean de estudio (de texto, salvo los de los bebes, como indican los políticos, son todos). Que el gobierno afronte la reforma de la ley de 1975, parece una actitud loable y, hasta si me apuran necesaria, en tanto que el mercado, los instrumentos de difusión y las necesidades sociales sobre la cultura han cambiado. Cierto es que en el campo legislativo magro ha sido el trabajo de los gobiernos españoles a lo largo de estos 31 años, contándose solo una breve reforma de precios (liberalización) sobre libros educativos en el año 2000, lo cual atenúa la crítica a la escasa atención gubernamental a estos temas, y diluye la responsabilidad del actual ejecutivo, entre la piara de políticos que nos vemos obligados a sufrir año tras año.La argumentación del gobierno para afrontar esta reforma ha sido clara “La industria editorial trasciende el carácter mercantil, porque puede contribuir al fortalecimiento de los derechos humanos y a combatir el analfabetismo”.
Cita textual de José Luís Rodríguez Zapatero ante el gremio de editores iberoamericanos, hace un par de meses. Ya arrancado por bulerias, nuestro primer ministro ha justificado la ley por la importancia que posee la lectura, y el protagonismo en nuestra sociedad de la creación, edición, comercio y bibliotecas. ¿Si?. Que el comercio tiene un gran protagonismo social es evidente, no hay más que ver Dolce Vita para darse cuenta que hasta la misma vida, el honor y la intimidad han alcanzado ya el mismo nivel crematístico que las alcachofas. ¿Pero la creación?. Además, ¿lo único importante de un libro es su precio?. ¿Ahí se acaba todo?. Claro, que tontos hemos sido, lo teníamos delante y hasta que no emergió de entre las brumas Carmen Calvo no lo percibimos. Para conseguir que nuestro país lea hay que hacer libros más baratos. Que mas da que tengamos a medio pais sumido en el atontamiento o el pelotazo urbanístico, sino en el analfabetismo. Total, lo que digan los libros es lo mismo, y quien lo lea también. Pues, ¿desde cuando creador y lector poseen importancia en todo esto?.
Hace semanas leía en eolapaz.com el trabajo de Erika Álvarez sobre Henning Mankell, y de cómo millones de europeos y americanos, ignorando las instrucciones de nuestro gobierno (¡que osadía!), compran libros ciertamente caros, por su necesidad de abrir su alma para enriquecerla, por su necesidad de conocer la profunda realidad, por encima y por debajo de lo evidente, por la necesidad de compartir con otros, de sentir con otros, de soñar en otros. Ese estado de necesidad, ese placer recóndito por aprender, ese embelesamiento y admiración critica, pero respetuosa por las ideas de otros, por agrandar miras, es lo que precisamos. ¿Qué es evidente que un libro mas barato se compra mas?.No. Sin ese estado de necesidad sin esa alma educada, no solo no se compra, ni siquiera se mira de reojo el escaparate de una libreria.Porque conviene recordar que los libros se toman para leerse, o así deberia ser, y que cuando la necesidad existe, el precio es anecdótico.
Y si no lean en eolapaz.com el magnifico articulo de Marta González, este verano, sobre el libro peregrino, esa modalidad que permite compartir la cultura y las ideas, algo que, por definición, no tiene precio, gratis. ¿Qué un precio mas bajo puede proteger a los pequeños editores y distribuidores, favoreciendo la pluralidad editorial, frente a las grandes cadenas que imponen sus contenidos a golpe de descuento?. Quizá. Pero no lo veo tan claro, aunque esa no es la cuestión, solo una aristaUna ley no puede obligar a leer. Ni siquiera, con necesarias, serán útiles las dotaciones en infraestructuras. Esas magnificas bibliotecas que los políticos suelen inaugurar en época electoral y luego languidecen abonadas por la desidia.Estos días hemos sabido que De Juana Chaos, el vil asesino que se jacta y enorgullece de cuantos desmanes y asesinatos ha cometido, va a escribir un libro. Eso si que será un saldo. Seguro que ahora que los libros serán más baratos se venderá y leerá bien. Pues estupendo. No hace mucho paseaban por San Sebastián Jo Berry hija de sir Anthony Berry, miembro del Parlamento británico que fue asesinado junto a otras cuatro personas en 1984, durante el congreso que celebraba el Partido Conservador de Margaret Thatcher en el Gran Hotel de Brighton, junto Pat Magee, el asesino del IRA que coloco la bomba que le mato. Y el la miraba a los ojos, y la pedía perdón, y ambos hablaban en un congreso sobre no violencia. En una sociedad así el amor y la certidumbre en la vida que emanan de un libro, siembran y hacen crecer una sociedad libre, culta y enamorada de la vida. Pero nosotros estamos aun lejos. En un país donde los asesinos de 1000 personas nos intimidan y proclaman su orgullo, en un país donde un 20% de nuestros estudiantes de enseñanzas medias son analfabetos funcionales, en un país donde los programas rosas acumulan cinco veces mas espectadores que los informativos y los programas culturales, en una país donde la memoria histórica solo sirve para revivir odios, en un país donde se apalea a profesores, se mata en el hogar a mujeres, se amedrenta a niños en un templo de la cultura como la escuela o se practica una crueldad rabiosa con los animales, ¿Quién quiere libros?. Mejor, y para empezar, podria ser conveniente que el gobierno explicara a sus socios (Jose Luis Carod), que cuando un creador habla (Elvira Lindo), hay que abrir la mente, y cerrar la boca. Eso si que podria ser objeto de una ley.

domingo, 15 de abril de 2007

Semana Santa en Entrevías



No son buenos tiempos para procesiones y muestras externas de fervor y pasión. Son tiempos acaso más propicios para el disfrute y el hedonismo, para la autocomplacencia y el descarado ensimismamiento, ese que nos aleja a cada paso de los demás.

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