Hay fotos que dicen mucho, otras poco, y algunas, como esta, ni siquiera dicen. La imagen de un hombre que desafía a otro armado tan solo con una cámara, tras matar a otros dos, desarmados, con saña, sin compasión.
El angelito se llama Jacobo Piñeiro, y los hechos ocurrieron en Vigo en julio de 2006, y estos días se ve el segundo juicio. El segundo si. Y es que nada como delinquir en España. Si eres inocente cumples pena igual, si eres culpable pagas a plazos. Y a veces ni eso.
El estudio forense, las pruebas policiales y hasta la confesión reiterada del autor no dejaban lugar a dudas. Jacobo asestó 57 puñaladas a sus dos victimas, tras lo cual las quemó con piso y todo. Cincuenta y siete. Una carnicería que solo tuvo como fin provocar una muerte extremadamente dolorosa e inhumana. Nada ha probado que los hechos ocurrieran ni en legítima defensa, ni por causa de las drogas o el alcohol, ni bajo un miedo insuperable, tal como argüía la defensa.
Pese a todo, el bueno de Jacobo esta en libertad, condicional, pero en libertad, y eso porque ha superado la estancia máxima en prisión provisional.