miércoles, 25 de julio de 2007

Y el rey rugió



La reacción del rey Juan Carlos I en la cumbre iberoamericana, ante las provocaciones de varios dirigentes, encabezados por Hugo Chavez, ha sorprendido a la opinión publica española y a medios diplomáticos, pues no se corresponde con la imagen comedida y controlada de la que el rey ha sido ejemplo en estos años, en los que el monarca ha sido un modelo a seguir en cuanto al dominio de sentimientos, emociones y tensiones, siempre abordadas por él de manera ejemplar.

sábado, 21 de julio de 2007

Un jueves más

Hay formas y formas de tratar los temas, sin que por ello debamos dejar de ser libres para abordarlos.


No tiene remedio Del Olmo. Si los árbitros de fútbol pueden ser bajados de categoría ante una chapucilla, no entiendo como todo un juez, ante los desmanes que este provoca, no sea discretamente alejado hacia posiciones menos dañinas. Su secuestro de la portada de “El Jueves” ha sido soberbio. Lo primero por que la tardanza en intervenir, y el no hacerlo sobre los soportes digitales, mas que evitar la difusión la ha impulsado hacia niveles desconocidos, convirtiendo una anécdota veraniega en un incidente nacional, en una situación parecida a cuando la policía, que persigue a un etarra, se topa con que media España le avisa, a él y a sus compinches, via tele y radio, que están detrás de ellos. Pero al margen de la cuestión estratégica otras cuestiones mas serias subyacen.
El motivo del secuestro una portada en la que lo banal es ver a los principes realizando sexo explicito, lo mas intencional la mofa a las medidadas natalistas de Zapatero, y lo mas hiriente llamar vago al principe. ¿Como debemos afrontar esta tradicional colisión entre honor y libertad de expresión?. La ya famosa caricatura ha sido defendida por algunos catedráticos de derecho constitucional, y por muchos representantes de la intelectualidad, como un ejemplo de la desproporcionada sobre protección que se ejerce sobre la corona, como un ejemplo, quizá zafio, de la necesaria sujeción a critica de las instituciones y de los titulares de ellas y como un agravio entre las posiciones de unos medios y las de otros ( en alusión a la falta de intervención sobre los comentarios de Federeico Jiménez Losantos y el cardenal Rouco). Es cierto que posiblemente del Olmo ha realizado una interpretación laxa del delito de injurias a la corona, en cuanto no se critica a la institución, pero si que se ridiculiza y atenta a la dignidad de dos ciudadanos. Pero lo que parece también fuera de toda discusión es que ciertos recursos, como esta caricatura, son innecesarios y desproporcionados para formar opinión pública, que al fin y al cabo es la intención de todo medio. Hoy se ofenden algunos por que se habla de la familia real. De igual forma deberíamos hacerlo cuando los programas “del corazón”, practican autenticas cacerías contra personajes de otros niveles sociales, véase la insaciable búsqueda del pasado de la nueva novia del hijo de Isabel Pantoja. Blandos en las cuestiones de fondo, somos muy susceptibles en los aspectos formales, cuando estos son fácilmente solucionables con un poco de contención en las formas. El secuestro no es como dicen algunos, una talibanización de la sociedad. Pero si debe ser una llamada de atención en la necesidad de hablar claro, pero con respeto. Debemos criticar ideas y actuaciones, con dureza. Pero la dignidad de las personas debe siempre permanecer a salvo. Ciertas acciones, o la falta de ellas, se sustentan no en las limitaciones que la ley impone, sino en aquellas emanadas de la autorregulación de nuestras capacidades. Se ha llamado a este fenómeno durante siglos conciencia. A veces no es más que sentido común. Pero esta autorregulación choca en el caso de la sociedad española con graves obstaculos.
El catedrático de derecho Manuel García Bardaji ha defendido en su obra, tradicionalmente, la tendencia española al auto menoscabo, a la auto mutilación del ser nacional. Una tendencia destructiva que nos lleva a irradiar constantemente basura sobre nuestros signos identificativos, hasta el desprecio de nuestros rasgos comunes. Una idea similar a la que Rosa Montero aborda cuando define la Historia Española, especialmente la reciente, como un melodrama cateto. De hecho, el genial y clarividente Gerald Brenan, en su "El laberinto español", hablaba ya, como los viajeros del XVIII, del individualismo feroz de los españoles, y decía que nuestra sociedad estaba atomizada en grupos tribales y que éramos incapaces de concebir la realidad de la nación como algo común y colectivo. Un símbolo de esa realidad nacional es la corona. De igual forma que, para muchos, esa misma institución representa la pervivencia de las injusticias sociales, los privilegios y el pasado. Y claro, que una familia nacida y creada en la injusticia social y la opresión y el oprobio al pueblo, disfrute de privilegios, vale. Pero que una vulgar periodista, una mujer de extracción popular, venda su alma a la oligarquía y se beneficie de ella a costa del pueblo, es inadmisible. Que una “plebeya” case con un principie europeo puede ser. Pero en España no. Inadmisible, tanto para los monárquicos, como para los republicanos, que nadie sabe como crecen tan rápido, en lo que parece mas una pose new age que una posición intelectual madurada.
Pero este tema de antileticismo como postura política esta ya manido, y no es, creo, la cuestión fundamental. ¿Medios tan abiertos, transgresores y vanguardistas como el jueves, se habrían atrevido a hacer una viñeta similar con Castro o con la familia real Saudita?. Yo creo que no. En el primer caso, por que la tendencia a la irracionalidad de nuestro país, basa muchas de sus acciones en el doble rasero. Ese que tan inmisericordemente, y con tanta razón se aplica a la derecha española, pero del que participamos todos, en una falta de coherencia rayana en lo humorístico. No se sabe porque, pero Fidel es un tío simpático, cae bien, los artistas van a la Habana, como el que va de fin de semana al Valhala. ¿Por qué?. No se, pero como los que opinan así, no viven en la isla, ¿Por qué no?. Y en cuanto al rey árabe, es uno de nuestros acomplejados tabú. Y nada tiene que ver con la alianza de civilizaciones. Simplemente el respeto se lo merece lo ajeno, ante el mas supino desprecio a lo que nos pertenece, porque nos avergüenza. Al presidente del Getafe, como al editor del El Jueves, no se le habría ocurrido una viñeta de Mahoma haciendo “el misionero”. Pero es que Alá es grande, y nuestros rasgos culturales una vergüenza histórica que debemos ocultar. Quizá sea nuestra historia reciente, quizá demasiada memoria histórica, pero somos un país sin identidad, que se desconoce a si mismo y que se siente sucio, mas allá del toro de osborne y la selección de fútbol. Y el tema es importante, en cuanto esa actitud se traduce en la vida cotidiana, donde la gente toma exquisitas precauciones para tratar con ciertas minorías. Y no por racismo, sino por miedo, hacia comunidades que aun viviendo en niveles culturales y sociales inaceptables, no se las integra ni en determinados momentos se las pone las peras al cuarto. Porque si criticas ciertas actitudes o comportamientos eres un facha o un carca, confundiendo el sentido común o la necesidad de llegar a normas aceptables de convivencia, con el simple racismo. Pero aquí, además de acomplejados, somos a veces, muy simplistas.

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