lunes, 10 de febrero de 2003

El regreso de los cuatro mágníficos


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Son muchos los momentos importantes que han jalonado la historia del emblemático edificio del Colegio La Paz, que este año cumple sus bodas de oro, y que es uno de los más singulares e importantes de Cantabria,por lo cual forma parte del patrimonio protegido de la Comunidad.

Una fecha importante para la ciudad fue el 13 de agosto de 1965, momento en el que se celebro una reunión en el Ayuntamiento entre el Padre Provincial y el padre Coello, arquitecto de la nueva obra, para tratar los límites de la finca y presentar la maqueta del edificio.

El 12 de octubre de 1965 se puso la primera piedra en la finca de La Casuca, el 19 de septiembre de 1966 Subirach visitó las obras y mostró el anteproyecto de la imagen de la Virgen de La Paz que va a presidir la fachada principal.

El  22 de diciembre de 1966 se inició, por parte de alumnos y profesores el traslado del mobiliario del viejo colegio de Julián Ceballos, con más de 4 décadas de existencia, al actual edificio.

Pero quizá una de las fechas más emotivas se produjo en la primavera de 2003. Un año antes había concluido el expediente que declaraba el edificio bien de interés cultural de Cantabria, y unos meses antes se había inaugurado la iluminación de la fachada del edificio gracias al apoyo del Ayuntamiento y el gobierno autónomo. Pero faltaba algo, en esos meses de agitada alegría, los cuatro hombres que habían hecho posible aquella obra magnífica.


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El Padre Ángel Lucas, el hombre visionario y enamorado de la magia creativa del arte y de la educación había sido reclamado por su congregación para otros menesteres. Coello, el más importante arquitecto católico contemporáneo, sembraba con su maravillosa arquitectura la vanguardia católica en África y Asia. Subirach, el magistral escultor de la fachada se encontraba absorto en su puerta de la Pasión de la Sagrada familia de Barcelona.


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Solo Vicente Sámano, el aparejador que había levantado día a día aquel hogar, seguía fiel a su obra, mimándola con el paso de los años e impartiendo clases en su interior.

Cuatro hombres magníficos a los que aquel Colegio había unido y sus carreras había separado.


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Pero aquella comunidad de religiosos, alumnos y profesores, y la ciudad que les acoge tenían que reencontrarse con aquellos cuatro magníficos.

Unos meses más tarde, y a instancias del Colegio de Arquitectos, la Congregación de los Sagrados Corazones, el Ayuntamiento de la ciudad y la asociación de padres del colegio y diversas entidades culturales y empresariales, se rindió homenaje a la labor de aquellos artistas, autores de una gesta callada y discreta de nuestra ciudad, crear una casa común para generaciones enteras de torrelaveguenses, donde cultivar su alma y hacer crecer sus sueños.

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Estas fotos son reflejo de aquellos meses en los que las instituciones nos ayudaron a proteger nuestra casa, poco antes del regreso de los cuatro magníficos.


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