Internet ha
desarrollado la creencia entre la gente de que hemos alcanzado al fin el arma
definitiva para la democratización de nuestro mundo, mediante la extensión de
un instrumento incontrolable por los poderes fácticos esos de toda la vida, lo
que permite la liberación de las mentes y la extensión del pensamiento libre.
Sobre tal idea dudas hay muchas. Yo las tengo todas.
La web, es
cierto, facilita enormemente la participación de la población en las grandes
discusiones sociales, políticas y económicas, de una manera antes vetada.
Especialmente
desde la irrupción de la llamada web 2.0. Y también de abundantes maneras de
manipulación encubierta y más extensible que antes.
De hecho,
los emprendedores, los blogueros y gurús que amanecen como amapolas entre las
redes digitales, se dejan agasajar por compañías publicitarias, conocedoras del
potencial de segmentación de la red y de la capacidad de esta de hacer llegar
hasta el último rincón sus intereses comerciales, mimetizados y asimilados al
máximo a su destinatario. ¿Por qué los nuevos creadores de opinión se dejan
seducir, y prostituyen sus espacios, llenándolos de publicidad?.
Todos
poseemos un ansia escondida de fama y gloria. A todos nos gusta sacar unos,
algunos o muchos dineros, y todos estamos dispuestos a la filantropía y la
revolución, sino trae factura claro. Y es que abrir un blog es gratis. Lo
creas, lo mimas y vuelcas en él tus entrañas si hace falta. Pero como el
servidor que te dio la vida digital huela de tu éxito, y tu tráfico se desmande,
se acabo el amor al arte, y nació la factura, 700 euros anuales de alojamiento.
Así que a
buscar un padrino, aun a costa de empapelar de publi tú site.Y no solo una
explicación tan sencilla justifica el fraude que esconde la red. La mayoría de
las 120.000 paginas que nacen cada día dicen cosas interesantes, al menos para
el que lo escribe, pero intrascendentes en cuanto a su repercusión.
El todo web
es más reducido. Los que marcan tendencia, influyen en el personal y surten de
contenidos al resto, son apenas una veintena, en su mayoría estado unidenses,
treintañeros y locos por la tecnología. No hablamos por tanto de una red
utilizada como ariete de cambio en el mundo, y lucha encendida contra la
injusticia, sino como catalogo de cotilleos y muestrario de chorraditas
técnicas teñidas de estética indi. ¿Y el resto?. El 43% de los blogs y paginas
personales de la web no son personales, tan solo repiten o maquillan contenidos
de los grandes, que son los que nos dicen lo que debemos pensar, lo que esta de
moda o cuan revolucionarios debemos ser, indicando quien es malo, a quien hay
que poner a parir para ser cool o que bandera hay que levantar o enterrar, para
que no te miren mal.
En
ocasiones esta webocracia ni siquiera se fundamenta en contenidos, caso de la millonaria
(en visitas y en lo otro), Xu Jinglei, una directora china más famosa que la
sidra el gaitero, más que por sus conveniencias políticas, por su hábil y
graciosa manera de contar historias. Pues la pava es muy leída, más que los
pobres compatriotas que se juegan el amarillo para luchar en la red contra la
tiranía de Pekín. Es un caso distinto al de Meter Rojas, el rey Lower East Side
neoyorkino, un profesional del blog, que amasa una fortuna tras tirarse 15
horas al día frente a tres pantallas de pc, en las que se informa y rastrea
hasta el último rincón de la tierra para sacar los contenidos de su tecnológico
Engadget, la Biblia
web de la cacharrería. Claro, hoy el bueno de Meter es un fiel siervo de AOL
Time Warner, que le compró, y a que precio.
Fue uno de
los pioneros en el RSS, el más popular de los sistemas de distribución de
contenidos de la 2.0, una verdadera vía intravenosa a chorro de publicidad
selectiva para la blogosfera. Pero en este entramado, como siempre ha sido,
miles serán la mano de obra barata, y dos o tres los millonarios. RSS,
comunidades, empresas de intermediación publicitaria como Blogads o sistemas de
intercambio de banners como Plotats, se basan en un truco antiquísimo, curtido
en mil batallas de la antigüedad, mandar a la masa a hacer el trabajo
sucio.Según Pricewaterhouse Coopers, en todo ese trasiego de información del
que sirven de autopista miles de blogs enlazados y reenlazados, muy pocos
alcanzan la cifra de las 10.000 visitas diarias, el umbral de rentabilidad de la Web publicitaria, el resto,
sin saberlo, trabaja para ello, en una ceremonia de manipulación increíble, que
muy bien ha definido Frank Warren, fundador de PostSecret, una web no
publicitaria, que describe en una de sus investigaciones, como la mayoría de los
usuarios visitan lo que les indican sus blogs de referencia, o como la
dependencia económica de los anunciantes socava la autonomía de miles de webs.
Y la clave
no es solo tecnológica, como apunta el periodista Justin Hall, uno de los
pioneros del mundo de la bitácora con su ya legendaria Links.net, sino que los
grandes emporios comerciales y de comunicación, han sabido utilizar hábilmente
la pérdida de confianza en los medios de comunicación tradicionales y el
individualismo y aislacionismo de los individuos en las actuales sociedades
urbanas.
Así, la web
ha creado un mundo de libertad ficticia, al menos en sus redes mayoritarias,
donde la tecnología predomina como nueva forma de religión, tal como defiende
Javier Sádaba, sustentado su matrix en el marketing, el patrocinio y el apoyo
de los medios tradicionales, sobre cuya desconfianza ellos se yerguen .Al calor
de esta fiebre, miles de devotos fieles del nuevo becerro de oro se lanzan a la
aventura de la fama y el dinero cabalgando sobre blogs temáticos y pasiones
inconfesables. Y algunos llegan a ser un Mark Frauenfelder, y crear un fancine
digital del éxito de su Boing Boing, capaz de generar un millón de dólares
anuales en publicidad. O llegaran a formar opinión y aportar sensatez
apartidista, como Arianna Huffington, impulsora de un blog con treinta
empleados y mil colaboradores repartidos por el mundo, capaz de conseguir la
colaboración de gentes como John Cusack, Gwyneth Paltrow o Patti Smith. O serán
capaces de simplificar nuestras vidas y nuestro trabajo como LifeHacker, el
blog tecnológico de Gina Trapani. Pero la mayoría, solo serán peones de un
tablero 1-0-1-0, ya no blanco y negro, sobre el que juega matrix.
imagen
cromo.com.uy
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