domingo, 5 de marzo de 2017

Caín y Abel



Me ha costado descubrir la fecha de esta imagen. No es de hace muchos días, y sin embargo parece extraída de un álbum de fotos añejo, superado por el tiempo, a tenor del contacto físico, el “cariño” y la “complicidad” que irradian ambos protagonistas y sus acólitos. Y es que siempre se puede estar más unido, pero estos parece que lo están bastante. Como Cain y Abel, como Rómulo y Remo, Como Trump y Melania, mismamente.

Claro que si pintáramos la foto de de azul pepero,  o de rojo desvaído también saldrían políticos recién salidos abrazos de oso, aunque no con cachorros tan jóvenes, eso si, en otros sitios predominan los políticos salidos de “Cuéntame” escuchados o no, según sople el aire o los intereses de quien escucha.

Estos últimos fines de semana hemos asistiendo a una colección de congresos. Bien mirado que mejor cosa en la que gastar el dinero que dar casa, comida, carpeta y pegatina a unos centenares de delegados para que aplaudan las in-decisiones de unos pocos (que llevan reuniéndose toda la semana) que no se van a poner de acuerdo, aunque haya testigos, porque en aquello en lo que deben ponerse de acuerdo (el país) no es tan importante como sus desacuerdos (el poder).
Ya, ya lo se, han pasado las elecciones, en seguida llegan otras (internas y externas) y hay que debatir, discutir ideas y organizar la boda. Esa que unirá su destino con alguien, a su derecha o su izquierda.

Es lógico, Apple o Carrefour hacen lo mismo también para la campaña de navidad, y el mercado electoral, tampoco difiere mucho. Claro está, si se reúnen varios miles de ciudadanos en Sol para discutir sobre sus vidas es una ordinariez que mancha el suelo, pero si lo hacen sus señorías en una sede de partido o un palacio de congresos con aire acondicionado ...., eso es otra cosa, aunque no sabemos cual.
Lo que chocan de estas reuniones catárticas, más pensadas para la arenga interna que para la conexión con el resto de la sociedad, son las fotos. Bien está que los mayores de 65 sean ya más que los menores de 14, pero ese celo por reproducir en las cúpulas de los partidos la realidad demográfica resulta pelin insultante.
Lo primero, porque después de varios años de sufrimiento económico y moral (ver impávidos tanto ladrón), resulta, cuando menos ridículo, que algunos (y me refiero a gentes de todos los partidos) no solo no hayan pedido perdón, o no se hayan visto sujetos a responsabilidades políticas, penales o civiles, sino que, no contentos con eso, aspiren a seguir dirigiendo nuestro destino.

Que el gobierno catalán gire en torno a como se llamen ahora los pujolistas y a ERC, después de reconocerse su culpabilidad manifiesta en el despilfarro que, ahora, obliga a cerrar hasta hospitales, es para cagarse en todo. Y después limpiarse con las palabras de González (el de los gobiernos del GAL) hablando de ética de país o Aznar (el del gobierno que no puso coto a la burbuja inmobiliaria) de modernización del modelo productivo y futuro del empleo.

Pero no es solo una cuestión de personas, que lo es, porque seguimos sin ver mujeres, ni jóvenes en los cuadros dirigentes de la mayoria de partidos nacionales y si muchas caras que nos han metido en este lío, o nos han empujado más. También es una cuestión de ideas.
En este mercado persa en que se convierten normalmente los periodos electorales (y ahora los pos electorales también), nos estamos encontrando de todo, sobre todo aquello que podríamos suponer, aunque no lo dijesen. Ideas que hacen imposible no decir eso de “menos mal que ya te has dado cuenta”.
Algunos de los que estos días debaten sobre un futuro gobierno siguen en el reino de la utopía, pidiendo el fin del capitalismo, todos los servicios gratis y reparto de casas entre el personal. Que no esta mal pensado, pero antes habría que cambiar casi todo en mentalidades, sistema político y régimen de propiedad, que si no vamos a tener muchas contradicciones, aun más.

Otros han convertido esta especie de nueva precampaña en una hemorragia de ideas. No hay día que algún jefe de partido no nos deleite con un ramillete. Y quede por delante que son, en muchos casos, ideas sensatas. Ideas en las que yo no me voy a unir al coro que jalea todos los días la acusación del “¿por que esas ideas no las pusiste en práctica cuando gobernabas?”. Pero en ese nuevo traje ideológico-pragmático se notan tiranteces en las costuras.
No hay idea que soporte un encargado de ejecutarla poco entusiasta, y menos aun poco capaz. Y la realidad es que todas propuestas contradicen la realidad de los gobiernos locales, autonómicos y nacionales pasados y presentes.
La verdad es que en las autonomías no gobernadas por el partido del gobierno aun no se han tomado iniciativas en la línea de lo planteado por los grandes barones y grandes históricos socialistas, comunistas o podemistas en los campos en que sea competencialmente posible.

Y donde es oposición tampoco. Como tampoco se vislumbra en esta catarata de posibilidades un plan que hile todo. No se puede plantear hoy una política fiscal determinada y mañana una energética que entra en colisión. No se puede plantear un aspecto de una política educativa, dejando sin tocar, o informar de los otros cien que la componen. No es serio.
Y junto a los idealistas y los hiperactivos llegan los silentes. Y no sabría deciros quien es peor.

Lo de los populares ya es de nota. Desde que gobiernan (con vistoria aplastante, luego prorroga y al final a penaltis) nada se sabe, aparte de rogar que no les desahucien de Moncloa, cuando sus gobiernos locales deberían haber sido un laboratorio de ideas y praxis, una muestra de sus planes.
Seguimos descubriendo que sus autonomías están igual de endeudadas que las de los que aspiran a echarles, que aplican recortes igual que ellos.
A penas se sabe nada en uno y en otros de planes, cuadros, ideas, ni en futuro.
Todo se reduce al voluntarismo, a una retahíla de buenas intenciones sin que ellas vayan acompañadas de una definición concreta del modelo que va a dirigir a este país al futuro.

Todo son lluvias de ideas y sequías de voluntades. Ideas contradictorias entre actores que nunca se sabe si se miran embelesados, se agarran para desnucarse o se ignoran, sea cual sea la necesidad que el país tenga de ellos y su unión.

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