miércoles, 12 de noviembre de 2025

El calendario del águila


Si pensabas que los calendarios sólo servían para apuntar cumpleaños, vacaciones y esas cosas, espera a conocer el modelo de “almanaque alternativo” que ha editado el señor Francisco García Avilés, alcalde de Vox en Puente de Génave (Jaén). Porque lo que este calendario trae no es ni fotos de gatitos, ni memes de oficina, ni chicas en cueros: lleva la imagen del dictador Francisco Franco, la bandera del águila —esa con más nostalgia que funcionalidad— y el lema “¡Viva España! ¡Arriba España!”.

La historia arranca más o menos así: Paco (porque al parecer ese es su nombre de confianza) afirma que no tiene que ver con el Ayuntamiento, que esto es un “negocio privado” (o “tradición de hace 15 años” según él) que se lleva desde su asesoría. Pero claro, cuando tu asesoría y tú eres también alcalde del pueblo, la frontera entre “privado” y “público” se vuelve tan fina como un calendario de diciembre que arrastra toda una dictadura.

Puede uno imaginar la escena: llega diciembre, las clientas de la gestoría se llevan su ejemplar del almanaque. “¡Mujer, al menos este año que salga con ligas navideñas!”, piensa alguna. Pero no: sale con Franco, la bandera y el “Arriba España”. Y algunos lo piden de todo el país: “¿Envían al extranjero?”, “¿Guárdame diez ejemplares, por favor”. Algunos hasta lo ven casi como objeto de culto o curiosidad vintage.

Lo gracioso-trágico es que lo que comenzó como “un detalle de asesoría” se transforma en símbolo del auge de lo que podríamos denominar “franquismo boutique”. Porque vamos a ver: cuando el calendario de pared deja de tener paisajes y gatitos y empieza a tener dictatorcilla y escudo doctrinal, la ligereza que se supone que tienen los calendarios se vuelve… digamos, incómoda. Porque la normalización de esa simbología no es inocente.

Aquí entra el segundo tema: el auge de los movimientos de extrema derecha y la banalización de la dictadura. Que un alcalde de un partido que se define como “alternativa” meta en circulación un calendario que glorifica un régimen de represión habla mucho. No sólo de él, sino del contexto: que hay espacio para que esto pase, que no se reaccione tan rápido o que haya quien lo celebre. Como dicen desde la oposición: “esto no es anécdota, es parte del clima que el PP y Vox están imponiendo en Andalucía”.

Y por supuesto, no faltan insultos y polémicas varias: en otra ocasión dijo que sus críticos eran “neandertales traumados”. Sí, en serio. Porque si vas a montar un calendario franquista, también puedes sazonar el guiso.

Desde el punto de vista humorístico, se puede imaginar al calendario paseando por el stand de la gestoría, saludando con la mano al estilo dictatorial, mientras los vecinos miran de reojo, algunos se ríen, otros se escandalizan y otros lo piden “para la buhardilla”. ¡Qué atractivo navideño tan peculiar! Pero en serio: esto no es solo un chiste local. Es un reflejo de cómo ciertos símbolos que deberían estar “de paseo” en museos o archivadores, aparecen en calendarios, balcones, redes sociales y placas municipales.

Y esa es la clave: cuando un símbolo de opresión se convierte en pieza de marketing local, la frontera entre memoria, sacrificio y burla se estrecha. Y el hecho de que este alcalde afirme que “no ofende a ningún vecino, solo a los tontos del PSOE” (literal) revela que el humor o la normalización de lo que fue represión, ya no se ve a sí mismo como grave.

Entonces: ¿qué enseñanzas sacamos?

  • Primero: el calendario como arma política. Quién lo diría, el almanaque pasó de “meses y lunares” a “imagen del dictador + bandera + lemas patrios”.
  • Segundo: la banalización de lo que fue dictadura. Cuando se coloca Franco en un calendario como si fuera Papá Noel, el daño a la memoria es doble: la lleva a lo ridículo y a lo cotidiano.
  • Tercero: el respaldo indirecto del entorno político. Porque no basta con que un alcalde lo haga: si nadie lo detiene o lo critica con firmeza, se convierte en “tradición local”, “costumbre” y quizá “colección para fans”.

Por eso, este episodio no es solo gracioso por lo absurdo que es (y lo es), sino que nos alerta: cuando los calendarios de nuestros pueblos ya no muestran cerezos en flor sino exaltación de regímenes antidemocráticos, la democracia tiene un problema de decorado. Y el humor puede ayudarnos a verlo, a reírnos de lo absurdo, pero también a no olvidar lo que hay detrás de la carcajada.

Así que si este diciembre te regalan un calendario y aparece alguien con bigote de los de antes, piensa: ambos estamos en 2025, no en 1936. Y si alguien lo justifica como “tradición”, recuerda que las tradiciones se cambian, evolucionan… o se convierten en chiste malo que nadie pidió.

Fuentes:

  • “Un alcalde de Vox en Jaén edita un calendario con una imagen de Franco y la bandera inconstitucional del águila.” El PaísEl País+1
  • “PSOE acusa al alcalde de Puente de Génave (Jaén) de ‘apología del franquismo’ por difundir un calendario con Franco.” Europa Press AndalucíaEuropa Press
  • “Acusan al alcalde de Puente de Génave de ‘apología del franquismo’ por difundir un calendario con Franco.” Diario Jaéndiariojaen.es
  • “Adelante y PCE piden a la Fiscalía que intervenga por la difusión de un calendario franquista por un alcalde de Vox en Jaén.” PúblicoDiario Púb
Imagen ElNacional.cat

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