miércoles, 5 de noviembre de 2025

Gonzalo Celorio, premio Cervantes 2025


Gonzalo Celorio nació en Ciudad de México en 1948. Estudió lengua y literatura hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde también realizó su doctorado y ha impartido cátedra en la Facultad de Filosofía y Letras.

Ha sido editor, académico, traductor, director del Fondo de Cultura Económica y presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, lo que lo convierte no sólo en narrador y ensayista sino también en un promotor cultural de la lengua española.

La concesión del Premio Cervantes 2025 lo reconoce como uno de los grandes nombres de la literatura hispanoamericana contemporánea, tanto por su trabajo creativo como por su labor institucional de difusión del idioma y la cultura.

La obra de Celorio abarca la novela, el ensayo, la crónica y la memoria literaria. Algunos de los títulos más destacados incluyen Amor propio (1992), Y retiemble en sus centros la tierra (1999), El metal y la escoria (2014), Los apóstatas (2020) y Mentideros de la memoria (2022). 

Los temas que atraviesan su obra incluyen: la memoria personal y colectiva, la identidad (sobre todo mexicana y latinoamericana), la familia como espacio de origen y conflicto, la historia cultural y su huella en lo cotidiano, la ciudad (especialmente Ciudad de México) como escenario y metáfora, y la relación con el lenguaje y la tradición literaria.

Como muestra de su mirada sobre la ciudad, una cita que suele atribuirse a él dice:

“¿Qué es hoy día la ciudad de México? Una mancha expansiva que se trepa por los cerros. Un inmenso lago desecado que, en venganza por la destrucción a la que fue sometido, va mordisqueando los cimientos de los edificios hasta tragárselos por completo.” 
Esta imagen revela su capacidad de ver lo urbano como territorio simbólico y físico, cargado de historia, erosión y transformación.

En su ensayo *Tiempo cautivo. «La Catedral de México» (incluido en una colección de ensayos), escribe:

“De su transcurso por espacios profanos, el tiempo no deja otra huella que la destrucción. … Los espacios sagrados, en cambio, conservan viva la memoria de los siglos y guardan para sí la energía que los hace transcurrir.”
Esto muestra su estilo ensayístico: reflexión, metáfora, evocación histórica, dimensión simbólica del espacio.

En cuanto a novela, de Los apóstatas se recogen algunas frases reveladoras:

“La novela se nutre de la vida, de sus pasiones, sus horrores, sus glorias, sus perturbaciones, sus incertidumbres, y lo mismo puede echar mano de la historia que de la ficción.” 
“La imaginación saca a la luz las imprevisibles verdades de la historia.”
Estos fragmentos dan cuenta de su concepción de la ficción como terreno híbrido entre lo vivido y lo pensado, donde la imaginación y la historia dialogan.

Un pasaje de su cuento El velorio de mi casa, extraído del archivo universitario, ejemplifica su tono más íntimo:

“Los libros ya no están conmigo. Tampoco los libreros de encino que los hospedaban. Sólo los muros de tepetate, desnudos. … He descolgado los cuadros que adornaban las paredes y en su lugar han quedado las claras huellas de su estadía…”
La melancolía, la presencia de lo ausente, el valor simbólico del espacio doméstico: todo aparece como motivo estilístico.

El estilo de Celorio se caracteriza por una prosa cultivada, con referencias culturales, una sensibilidad melancólica y una tensión entre lo erudito y lo emotivo. En un estudio introductorio se afirma:

“En su estilo están lo que podrían llamarse ‘metáforas amplias’: abre un símil y desenvuelve la imagen que con éste ha instaurado y la persigue hasta rematarla (revivirla) al final, pero ahora con toda la carga de anfructuosidades luminosas y de ideas que ha ido entretejiendo…”
Esta cita describe bien cómo Celorio despliega la metáfora no simplemente como adorno, sino como estructura de reflexión literaria.

Su escritura no busca la rapidez del thriller, sino la densidad meditativa: los ambientes urbanos, los recuerdos familiares, los espacios arquitectónicos o domésticos se hacen escenario de una mirada que combina descripción, evocación, cita implícita y reflexión. Los personajes a menudo son “microcosmos”: ejemplifican conflictos más amplios de identidad, historia, cultura, familia.

Además, su voz es consciente de su rol lector/creador: en una entrevista dijo:

“Un lector es aquel que, al asomarse a la vida secreta de los demás, descubre sus propios secretos.”
Aquí se ve su compromiso con la lectura como acto de descubrimiento personal y literario.

Otra característica estilística es su interés por la memoria no como archivo estático, sino como movimiento: recordar es revivir, modificar, reinterpretar. Eso aparece en su obra y también en su ensayística.

Cuando se le concedió el Premio Cervantes, se resaltaron varios aspectos de su trayectoria:

  • Su obra literaria extensa, de gran calidad, que abarca narrativa, ensayo y memoria, y que ha contribuido notablemente a la literatura en lengua española.

  • Su labor como académico, editor y promotor de la lengua española, tanto en México como en el ámbito hispánico.

  • Su capacidad de articular la historia cultural latinoamericana (y mexicana en particular) con la literatura, sin caer en localismos aislados, sino situándola en el diálogo global del español.

  • Su voz narrativa, que conjuga erudición, melancolía, reflexión crítica y sensibilidad narrativa, lo que le da un lugar singular en la generación de creadores latinoamericanos contemporáneos.

El Premio Cervantes, como se sabe, se otorga a quienes han contribuido de forma significativa al conjunto de la literatura en lengua castellana. Reconocer a Celorio supone reconocer esa conjunción de creación literaria + cultura hispánica + pensamiento sobre la lengua y la historia.

Aquí dejo algunas citas adicionales (como ya se han incluido arriba) que ilustran su voz:

  • “La imaginación saca a la luz las imprevisibles verdades de la historia.”

  • “¿Qué es hoy día la ciudad de México? Una mancha expansiva … un inmenso lago desecado…” 

  • “Un lector es aquel que, al asomarse a la vida secreta de los demás, descubre sus propios secretos.”

  • “Los libros ya no están conmigo. … Sólo los muros de tepetate, desnudos.” 

  • En el ensayo: “De su transcurso por espacios profanos, el tiempo no deja otra huella que la destrucción.” 

Estas citas ayudan a percibir no sólo de qué escribe Celorio, sino cómo lo hace: imágenes fuertes, sentido del espacio y del tiempo, la memoria como pulsión, la ciudad como metáfora, la familia, la destrucción, la reconstrucción.

Gonzalo Celorio es, en efecto, un autor que ha construido una obra significativa en el ámbito hispano — no únicamente por volumen, sino por densidad literaria — que articula el compromiso con la lengua, la memoria, la historia cultural, la identidad y la estructura narrativa y ensayística. Su estilo, que aúna erudición y emoción, lo define como una voz madura, consciente de su tradición y abierta a la experimentación.

El reconocimiento del Premio Cervantes 2025 le otorga el lugar que merecía dentro del canon de las letras en español contemporáneas. En un momento en que la literatura hispanoamericana sigue renovándose y replanteándose sus raíces, la figura de Celorio aparece como puente entre generaciones, entre la tradición literaria y los desafíos de hoy: la memoria, la ciudad, la familia, la lengua.

Para quien se acerque ahora a su obra, recomiendo iniciar con Amor propio o Los apóstatas, donde se aprecia la combinación de historia personal, ambientación mexicana, reflexión sobre el pasado y estilo cuidado; y también leer algún ensayo suyo (por ejemplo Tiempo cautivo) para entender su faceta crítica.


Fuente materialdelectura.unam.mx

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