Desde sus inicios, la artista catalana ha construido un lenguaje propio que combina lo sonoro y lo visual, lo popular y lo conceptual. Si con El mal querer redefinió el flamenco contemporáneo y con Motomami exploró la fragmentación del pop y la identidad, ahora con Lux da un salto hacia lo trascendente: un proyecto que fusiona la búsqueda espiritual con la experimentación musical y una estética visual tan depurada como simbólica.
En Lux, Rosalía se aleja del ruido urbano para adentrarse en un espacio sonoro más amplio y contemplativo. Las bases electrónicas dejan paso a orquestaciones, coros litúrgicos y texturas acústicas que remiten a la música sacra, pero sin abandonar su sello híbrido. Cada tema se entrelaza como parte de una gran composición dividida en cuatro movimientos, lo que convierte al disco en una obra total, más cercana a la experiencia de una sinfonía que a la de un álbum pop convencional. Las colaboraciones con artistas como Björk, Estrella Morente o Yves Tumor refuerzan esa idea de fusión entre lo ancestral y lo futurista.
La estética visual de Lux amplifica el mensaje musical. Las imágenes promocionales y videoclips presentan a una Rosalía vestida casi siempre de blanco, rodeada de luz natural, velos, rosarios y arquitectura monumental. Esta iconografía religiosa no se plantea desde la devoción tradicional, sino como una reinterpretación contemporánea del símbolo. El cuerpo de Rosalía aparece como un canal entre lo humano y lo divino: en ocasiones vulnerable, en otras imponente, pero siempre consciente de su poder expresivo. Los videoclips, filmados en iglesias abandonadas y espacios minimalistas, refuerzan la sensación de recogimiento, mientras los juegos de cámara y la iluminación evocan una liturgia moderna, a medio camino entre la ceremonia y la instalación artística.
En sus apariciones públicas recientes, la artista también ha trasladado esa estética a su imagen personal. Ha dejado atrás el exceso de color y las referencias callejeras de Motomami para abrazar una estética más sobria, con prendas que recuerdan a los hábitos monásticos o a la alta costura conceptual. Su cabello, ahora más claro, y los maquillajes casi etéreos forman parte de una narrativa visual coherente con el concepto del álbum: la luz como símbolo de pureza, conocimiento y revelación. En lugar de provocar desde la ironía o el exceso, Rosalía busca conmover desde la calma y la introspección.
La narrativa de Lux es tanto sonora como visual. En sus letras aparecen referencias a la fe, el perdón, la redención y la transformación, pero no desde un discurso religioso, sino como metáforas de la búsqueda interior. En ese sentido, la estética del disco funciona como un espejo del proceso creativo de la artista: un intento de reconciliar opuestos —la tecnología y la espiritualidad, lo popular y lo académico, el yo y lo universal— en un solo gesto artístico.
En un panorama musical dominado por la inmediatez, Rosalía apuesta por lo contrario: un trabajo que exige atención, que invita a detenerse y contemplar. Lux no busca ser un éxito viral; pretende ser una experiencia, una obra que se escucha, se mira y se siente como un todo. La artista catalana consolida así su posición como una de las creadoras más influyentes de su generación, capaz de trascender géneros y reinventarse sin miedo al riesgo. En Lux, la luz no es sólo metáfora: es la materia con la que Rosalía ha decidido esculpir su nueva era.
Fuentes:
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“La prensa extranjera se rinde a ‘Lux’, el nuevo disco de Rosalía: ‘Es una obra maestra…’” – Infobae. infobae.com
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“La trascendencia y su búsqueda artística de Dios cristalizan en Lux, el disco del amor” – Artículo14. articulo14.es
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“Rosalía y su giro musical: cómo va a ser Lux, su nuevo álbum” – Artículo14. articulo14.es
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“Rosalía anuncia LUX, su cuarto álbum de estudio… el primero que hacía ‘sin miedo al fracaso’” – Vogue España. vogue.es
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“Everything we know about Rosalía’s album LUX” – LoffMusic. loffmusic.com
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Wikipedia, “Lux (álbum de Rosalía)”. es.wikipedia.org

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