domingo, 28 de noviembre de 2010

Juego de Patriotas



En este entorno que nos toca vivir, de símbolos, y nada más, ¡que foto, más bella, que patriótica!. Y nada más.
Resulta majestuosa y excitante la visión de esos hombres (mujeres solo hay dos), tan grandes en su poder, pero a la vista tan pequeños, y tan lejanos. Tan pequeños y lejanos como en la vida real. Como si venidos de las estrellas fueran un ente ajeno a nuestras vidas que reúnen sus sombras para tratar, como diria Luis Aragonés, de lo suyo, que me temo que dejo de ser nuestro hace mucho tiempo.


Zina ironizaba la pasada semana sobre una campaña, la catalana, de chichi nabo. Espectacular, sexuada y ajena a ideas y propuestas. Pues una ración más. Resulta chocante, a la vez que enternecedor como el presidente del gobierno de un país democrático, elegido de tal manera por su pueblo, en razón de enarbolar la bandera de la izquierda y la progresia, se reúne, acorralado por los problemas, con el poder económico del país, con eso que la izquierda llama el poder fáctico. Una reunión en la que, indican esta mañana de domingo los periódicos más serios del país, el presidente promete a esos poderes reformas, cambios y atención a sus peticiones. Pero si le hemos elegido nosotros. Si debe darnos cuenta a nosotros.
Ni sindicatos, ni patronal, ni organizaciones de PYMES, ni organizaciones de usuarios, ni partidos, ni parados (que también tienen organizaciones, y ya no caben en las reuniones). Los 37 magnates del país. Un cambio en el concepto de soberanía y representatividad importante. Una foto que nos indica a las claras, donde esta el poder. Y, evidentemente, ya no esta en el pueblo. Al hilo de eso, Artur Más, así lo ha visto también, como el resto de los candidatos catalanes. No se han andado con pérdidas de tiempo, piden el voto, pero nadie sabe para que. Haberlo dicho seria tanto como reconocer que a nosotros nos debe importar.
Y en el centro de la foto la ministra de economía, el eje de todo este problema. Ni la sanidad, ni la educación ni las medidas sociales. El dinero. Y por eso Salgado se ha sentado en el centro de la “u”. Junto al que manda. Claro que a su lado tiene a dos hombres, lo que nos plantea una importante duda, ¿quien es el presidente?.
Nada hay de criticable en que el presidente de un país reúna a su alrededor a personas doctas, de prestigio y moral contrastada, capaces de aportar ideas y perspectivas que nos permitan comprender nuestros problemas, descubrir estrategias que ayuden a solventarlos y establecer consensos que impidan que, a mitad del arreglo, las disputas cercenen la solución. Pero es que ya hemos perdido la cuenta de las comisiones de expertos, sabios y estudiosos que hemos creado. Ya hemos perdido la cuenta de las veces en que los gobernantes han repetido que continuaran con las reformas. Lo cual es síntoma de que no es visible que se este reformando nada, pues si no no habría necesidad de decirlo. Es como cuando un niño dice que esta comiendo. Eso es viva señal de que no lo hace, por que hablar con la boca llena es complicado, o cuando menos conlleva escupir al público.
En esto de la economía, como en la vida misma, la imagen es vital, y la confianza que los demás depositan en nosotros fundamental, aunque no quepa tal seguridad en nuestros actos. Pero es evidente que generar confianza recaba ayudas, evita abandonos y nos da tiempo para hacer las cosas, y hacerlas bien. Pero la imagen no es nada en si misma, solo un espejismo. Y tras las fotos, las reuniones y las palabras bonitas debe haber algo. Nuestras promesas deben confirmarse algún día. Ese paso nos falta.
Nos sobran fotos, brotes verdes, promesas y esperanzas. Nos faltan hechos que nos hagan vivir. Algún día se nos acabará el carrete de la cámara y no se que haremos entonces.
Nos hemos metido en un terreno peligroso. Los inversores que nos prestan dinero a millón cada semana, vía deuda pública, desconfían. Los inversores de nuestras empresas, miran hacia otros mercados. Los grandes capitales que ayer se sentaron en Moncloa comienzan a llevar su riqueza y su producción a lugares más tranquilos. Y ante eso, el gobierno acusa a la oposición de falta de ideas y de patriotismo, cuando es él el que cobra por gobernar no el resto.
Esta semana, mientras las promesas sobre nueva economía, economía sostenible e inversiones para el desarrollo continuaban como una hemorragia verbal descontrolada, se sabia que un departamento gubernamental, el de ciencia e investigación que dirige Cristina Garmendia, había dejado de gastar 1.730 millones de euros. 1730 millones presupuestados en investigación y desarrollo, que el ministerio no ha encontrado en que gastar. Y no hablamos de una partida de gasto cualquiera. Es el dinero dedicado a conceder prestamos a los investigadores y científicos, que no pueden endeudarse para poder mantener vivos sus proyectos de I+D e investigación fundamental. Resulta curioso, que en una parcela tan vital para nuestro futuro como la del I+D+i, sea el ministerio de investigación el que menos invierte. Y por tanto el que más empleo científico va a ayudar a destruir, un 6,2%.
Ahora sale Garmendia con que los investigadores han pedido menos de lo esperado. Igual es porque aburridos se han ido a otro país, o porque los tramites son tan enjundiosos que aburren a las vacas, o que su ministerio, entero, es un gesto más, una inutilidad más de nuestro sistema. Eso, el fraude fiscal incontrolado, una fiscalidad que machaca las rentas del trabajo y amnistía a las de capital, una educación a medio construir, una errática política en renovables, un sistema de contratación que vulnera derechos laborales sin control, una administración periférica sin control del gasto, una tendencia al protagonismo militar internacional muy ajena a nuestras capacidades financieras.... Esos son problemas para los que no hace falta ninguna foto, ni una reunión de poderosos a quien preguntárselo. Una reunión en la que nos imaginamos que van a recomendar los que tienen dinero. “Dígale al pueblo que debe trabajar más y más años, para cobrar menos, y recibir menos”.
Robert Dallek, un historiador que norteamericano especializado en el estudio de los gobiernos, explicaba en su último libro lo que el ha dado en llamar “la cualidad de ingobernar”, un rasgo común, según él, a los gobiernos occidentales actuales. Para Dallek nos encontramos frente a gobiernos con “el poder disminuido, la autoridad reducida y la capacidad mermada para definir los acontecimientos y abordar nuestros retos”. Y cuando un barco se queda sin timón, le abordan los piratas.

1 comentario:

Mariano dijo...

directo a la yugular, como no podia ser de otra forma.
El sentir de muchos de nosostros.

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