domingo, 21 de noviembre de 2010

Misa Negra



Hay gente que vive de espaldas, como los de la foto. Un monje, un cura, un niño y la niebla. Una niebla espesa que deja entrever formas humanas y que sigue envolviendo España desde hace décadas.
Cuando escribo estas líneas la prensa recoge los incidentes ocurridos en el Valle de los Caídos, una inmensa basílica erigida en honor de los vencedores de la guerra civil en Madrid. Como cada año, varios cientos de franquistas se han dirigido para honrar a su líder, mientras otros tantos han visitado el lugar para honrar a sus muertos, asesinados por orden de aquel.


Pese a su escasa nitidez, o quizá por eso, es una foto extraña, la de esta gente de espaldas al mundo y, aun peor, a la vida, a la humanidad.
Es difícil, aunque se intente, comprender como ese monumento al horror esta en pie. Sabemos que es un objetivo turístico, y una maquina de hacer dinero. No creo que su monumentalidad se vea afectada, y su gancho para japoneses alterado por que demos a esa mole otro uso. Al menos, menos partidista, más igualitario y más representativo de la pluralidad de un país que, su mayoría, rechaza la barbarie que representa y el como y a que precio fue construido, con la sangre de muchos inocentes. Lo contaba el otro día José María Pedreño, presidente de los foros por la memoria, una agrupación de herederos de victimas que reclama la exhumación de los cadáveres de Franco y Primo de Rivera, la entrega de estos a sus familias y la conversión del lugar en un museo de la memoria. Yo creo que esa postura resume bastante bien lo que esta tarde estábamos hablando en nuestro chat tres miembros de eolapaz. El coordinador de la web nos decía “lo que ocurrió en los años de la posguerra exige que se conozca la verdad, que se imponga la justicia aplicando las leyes de defensa de los derechos humanos y evitando el escarnio de monumentos como este, y que se repare la memoria de los muertos, y eliminar ese monumento, con las connotaciones que tiene ahora es un primer paso”. Lo suscribo.
Hay quien ve en posturas como las que aquí defendemos un cierto tufillo a venganza. No, la venganza fue la ejercida por los ganadores de la guerra contra sus victimas, y ese edificio es un ejemplo.
Pero hay algo aun más extraño en la foto. El joven de la derecha, cubriendo de la lluvia al clero, cuadrado como un camisa azul, soportando la lluvia estoico, y posiblemente feliz, en memoria de alguien que no conoció, que no le produjo ningún bien, y cuya memoria representa lo más ruin y perverso del alma humana. Pero pese a eso, ahí esta, como quien oye llover. Algo falla en la exposición de la verdad, que evita que las nuevas generaciones, que jóvenes como nosotros, vean la realidad tan deformada, y de espaldas a valores eternos, como la verdad, la justicia, la igualdad o la caridad. Una caridad que nadie tuvo con los presos que murieron en la construcción de este mausoleo, y que suele enarbolarse como bandera identitaria de la iglesia.
La iglesia. Dos terceras partes de esa espalda que compone la foto. Nunca he entendido las profundas contradicciones de la iglesia católica. Me imagino que cualquier persona de buena fe, y ajeno a la realidad española se habrá encontrado desconcertado con las palabras del abad mitrado de la basílica, el benedictino Anselmo Álvarez. El hombre se descolgó hace días, muy elegantemente, eso si, con una velada crítica al gobierno que había impedido el acceso del público al monumento, que esta en obras de restauración. El abad, que no es tonto, sabe que esas obras son una argucia de las muchas que se llevaran a cabo, para intentar el cierre del lugar o su transformación, pero sin que lo parezca. Una acción muy propia del gobierno, que nunca toma el toro por los cuernos en nada, y que siempre intenta contentar a todos.
Lleno de dignidad, el abad refería a un medio de comunicación (la gaceta de intereconomia), que en su fuero interno, en su acta fundacional, estaba el culto y custodia de los sagrados cuerpos (o algo así) de los fascistas enterrados allí. Que harían la misa, aunque solos, en la capilla, y luego intentarían hacer una de campaña en la explanada. Todo dicho con mucha dignidad, mucha educación, y un punto de desafío.
No me cabe en la cabeza que en ningún lugar de Europa, a nadie se le ocurra, no solo mantener un edificio de este simbolismo en pie, si no que encima se le cuide, mantenga y rinda pleitesía, como es el caso que nos ocupa (turismo a parte). Ni me cabe en la cabeza como la iglesia del evangelio, la que esta al lado de los que sufren, se encare con ellos, frente a la tumba de un militar, cuyas vanidades personales, costaron miles de muertos, y cuarenta años de oprobio.
Pero es igual, ellos siguen de espaldas, como el que oye llover.

1 comentario:

Álvaro Sáenz García dijo...

muy buen articulo TERA!!! Enorabuena

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