domingo, 25 de febrero de 2018

Javier ya no investiga



La investigación española sigue avanzando de forma precaria, recurriendo muchos de los científicos a plataformas de crowdfunding como “Precipita”.


Hace pocos años los medios se hicieron eco de un caso singular. Consuelo Guerri, una de las mejores investigadoras líderes del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia (que se había levantado con fondos europeos a cambio de que el gobierno valenciano lo mantuviera, cosa que no hizo) había obtenido un premio.

Uno de esos magros y mediáticamente intrascendentes premios que cada año se conceden y la ciudadanía soslaya. Uno de esos premios que se conceden a quienes, sin saberlo nosotros, tiran de la sociedad para sacarla de la enfermedad, del atraso o de la ignorancia. Consuelo Guerri intentó, con aquel dinero, mantener a sus becarios, comprar material básico y seguir con sus investigaciones.

Pero el toque de atención en los medios no fue suficiente. Pocos días después, no muy lejos de allí, Javier Pérez, un licenciado en Química, Bioquímica y máster en Biología molecular, celular y genética, se veía en la calle a sus 28 años. Trabajaba desde hacía dos años por 13200 euros anuales. Una pequeña recompensa para quien ha sido capaz de realizar avances importantes en la comprensión de ciertas proteínas en el desarrollo de un tipo de tumor llamado linfoma.

Desde entonces, en un país recortado que circula siempre con la luz corta, poco ha cambiado. Los jóvenes investigadores siguen siendo becarios, esto es, mano de obra barata en tareas de eso que llamamos investigación y una parte de nuestra clase política llama despilfarro. La investigación sale adelante, muchas veces, con dinero de los bolsillos de los profesores y jefes de equipo. Y, aunque no lo creamos, sale. Sale adelante y sale fuera de España.

Para afrontar este reto financiero la comunidad científica española, especialmente los jóvenes investigadores, están empleando de forma generalizada el método del crowdfunding.

Ante ello se están desarrollando plataformas específicas para investigadores, siendo una de las más importantes “Precipita”, una web avalada por la Federación Española para la Ciencia y la Tecnología que está en la actualidad ayudando a decenas de científicos a mantener proyectos de gran interés que están al margen del apoyo de grandes laboratorios o de las políticas estatales.

“Precipita” se organiza en tres grande bloques. Por un lado muestra proyectos, los llamados precipitados, que ya han obtenido sus objetivos de financiación mediante crowfunding y son ejemplo motivador para la sociedad. Uno de los últimos financiados por este sistema ha sido el que dirige el profesor Antonio Barreiro de la Universidad de Santiago de Compostela que busca la regeneración axonal en los pacientes que han sufrido una lesión medular. Son bastantes las especies que pueden regenerar estos tejidos, por lo que el profesor Barreiro trabaja en una de ellas, la de los peces cebra, con el fin de obtener un fármaco capaz de ayudar a la regeneración de nuestras células medulares. Como en otros casos Barreiro accedió a la segunda herramienta del sistema, un apartado donde los encargados de Precipita ayudan a los equipos de investigadores a presentar sus proyectos de forma, clara y atractiva para que los ciudadanos puedan valorar las distintas propuestas de forma efectiva y colaborar.

El tercer bloque de la página es el más directamente relacionado con la sociedad en su conjunto, la ayuda. La herramienta fija un nivel mínimo de financiación a partir del cual la investigación es viable y un máximo con el que se supone puede realizarse una fase completa del proyecto. La web recauda durante 90 días, entregando el dinero a los investigadores si estos han alcanzado el nivel mínimo de apoyo o a los donantes en caso contrario, para que estos recuperen su inversión o lo destinen a otro proyecto distinto.

Precipita no solo ofrece a los donantes la satisfacción moral de ayudar a la ciencia y con ella a miles de personas cuya vida futura dependerá de sus avances, sino que cada proyecto ofrece determinadas recompensas y agradecimientos a los que aportan para proyectos como el que hemos descrito o de divulgación científica.

Todas estas plataformas son, sin embargo, una solución parcial. La falta de financiación oficial sigue siendo un problema y el crowfunding solo permite saciar las necesidades de pequeñas investigaciones o de alguna de sus fases.

Es otra cara de ese poliedro que llamamos en España educación, y que no se reduce a los niños de las escuelas. Educación también es formación profesional y formación superior, y es también investigación.


Han pasado algunos años desde que Javier fuera despedido, y miles de científicos se agolpan en las salidas de los aeropuertos o ante la pantalla de “Precipita” soñando ayudar a sus congéneres. Y, sin embargo, seguimos sin ser conscientes de que no estamos ante un problema pasajero. Nos encontramos ante el reto de construir un modelo científico y productivo nuevo, basado en estructuras de financiación y gestión nuevas. Y para eso debemos acabar con vicios muy enraizados en la política, la sociedad y la educación, por supuesto, pero en la medida que solo nos dediquemos a recortar gastos educativos, nada más, sin ningún atisbo de innovación, ni de mirada al futuro, nos convertiremos en lo que somos, un país de necios que despide a Javier y vitorea a Belén Esteban.

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