sábado, 24 de febrero de 2018

Rosalia de Castro



Tal día como hoy en 1837 nacía en Santiago de Compostela Rosalia de Castro, mujer llamada a convertirse en pieza clave de la literatura española contemporánea y bandera del feminismo.
Todo lo que la rodea desde aquella fecha serían condicionantes de un talento y un carácter osado, rebelde y comprometido.

Nacida del amor entre un sacerdote y una joven hidalga gallega apenas conoció a sus padres, criándose con dos tías paternas, Teresa y Josefa, en Ortoño y Padrón, lejos del resto de una familia que consideraba aquel evento un suceso sacrílego y tan solo al abrigo de su madre ya entrada la infancia.

Unas circunstancias presentes en su obra, marcada en algunos de sus escritos por un cariño, compasión y agradecimiento recibidos que dejaron un gran hueco a la muerte de Teresa en 1862, tan solo cuatro años después de la boda de Rosalía.
En todo caso, la presión social de estas circunstancias hace pensar a muchos estudiosos de su obra, como Xesús Alonso Montero, que todo ello marcaría la personalidad de Rosalía.
Y también su formación. Ser la hija del cura no debió ser un condicionante favorable para su socialización. Al margen de algunos estudios de dibujo y música en las aulas de la Sociedad Económica de Amigos del País no parece que Rosalía recibiera una formación adecuada ni que su escolarización fuera como la de las niñas de la época, circunstancias que son visibles, por ejemplo, en las numerosas faltas de ortografía de sus escritos.

En todo caso debemos agradecer estos hechos en cuanto formaron a una poetisa brillante tanto en castellano como en gallego, y eso que no conocemos toda su obra, pues parte de sus escritos serían destruidos tras su muerte por su esposo, Joaquín Murguia, con quien mantuvo una relación un tanto artificial y, para algunos biógrafos, tendente solo a evitar la soledad y la critica social.

Entrando en su obra Rosalía es considerada una figura capital de Rexurdimento gallego, con obras como “Cantares gallegos” que son la primera gran obra de la literatura gallega y precursora de la poesía española moderna.
Y todo ello en el contexto del siglo XIX en el que el papel de la mujer era muy secundario y carente de protagonismo cultural o social y la lengua gallega menospreciada como un habla vulgar de campesinos.

Su reino fue el de la poesía, con dos obras clave: “Follas novas” y “En las orillas del Sar” (un libro trágico, escrito en castellano y que refleja el penoso final de Rosalía), y una sublime, “Cantares Gallegos” en la que ensalza a la sociedad gallega, a su lengua y a sus tradiciones.
“Follas novas” es, por su parte una obra profunda y simbólica que forma parte, junto a las obras de Curros Enríquez y Valentín Lamas, de la gran década de los 80 para las letras gallegas.
En todo caso, hablamos de obras que transitan entre el costumbrismo, el intimismo, el amor y la exaltación nacional gallega.

Pero si su obra poética es fundamental su obra en prosa es merecedora de alabanzas. Su primer escrito conocido, en este caso en castellano, es “Lieders” publicado en El Álbum del Miño (Vigo) y, por lo que cuentan sus biógrafos, publicado con el aliento de su marido.
La primera de sus novelas sería “La hija del mar”, también en castellano, que aborda el tema de la reivindicación de lo femenino y en el que Rosalía defiende (especialmente en el prólogo) los derechos de la mujer en la vida intelectual.
Pero la más destacada de sus novelas, a ojos de la crítica es “El caballero de las botas azules”, escrito en castellano en 1867 y que resulta una enigmática fantasía satírica en la que la escritora gallega narra diversos relatos que deambulan entre lo onírico, los lírico y la fantasía más desbordante, con elementos costumbristas con una intensión, posiblemente de sátira hacia la hipocresía y la ignorancia de la sociedad madrileña, y donde son visibles las influencias de la escritora alemana E. T. A. Hoffmann.

Pero su obra no acaba aquí. Comparten el retrato social, la fantasía y el carácter feminista obras también de gran altura como “El cadiceño (1866), “Ruinas” (1866), “El primer loco” (1881), “El domingo de ramos” (1881) o “Padrón y las inundaciones” (1881).

Centrada más en la vivacidad y la reivindicación de su lengua, más que en su pureza, su obra es importante por representar el momento más importante del Rexurdimento de las letras gallegas y de la reivindicación del uso del gallego.
Su obra denuncia y refleja, además, las difíciles condiciones de vida de la sociedad rural gallega, reivindicando a Galicia en el conjunto de España. Pero todo ello se hace en medio de un ambiente opresivo y pesimista, un universo angustiado por las interrogantes que la vida presenta para la autora y la crisis de valores que Rosalía cree ver en la sociedad de su época.

Su obra dispuso de reconocimiento y aval, ya en su época por algunas de las más importantes figuras de la generación del 98, como Azorín y Miguel de Unamuno, quienes la dedicaron numerosos artículos en defensa de los valores de su obra. En la misma línea destacan los apoyos recibidos de Valle Inclán o Juan Ramón Jiménez.



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