No es raro
ver sobrevolar el aeropuerto de Parayas, en Santander, drones, para revisar las
pistas y ahuyentar a las aves que pueden poner en peligro las operaciones
aéreas. Si los pájaros no ponen pies y polvorosa, y hay un avión cerca de salir
o entrar, la pirotecnia es un recurso. Pero ninguno de los métodos es habitual.
El más efectivo, natural y sostenible es la vigilancia con aves de presa, un
método muy extendido en España.
Dicen que
el origen de esta práctica se remonta a finales de los años sesenta, cuando los
mandos militares de la base norteamericana de Torrejón de Ardoz temían más al
efecto sobre sus aparatos de las aves en tránsito por el aeropuerto que a los
misiles soviéticos.
Preocupados
por la situación, los mandos estadounidenses consultaron, entre otros, con el
conocido naturalista Félix Rodríguez de la Fuente , quien les aconsejó, como mejor método, el
uso del ancestral arte y deporte de la cetrería para mantener los cielos
limpios en los aterrizajes y despegues.
Puesta en
práctica, el método fue un éxito, exportándose poco después al aeropuerto de
Barajas, después a Barcelona, alcanzado en la actualidad los 33 aeropuertos con
servicio de cetrería de manera casi permanente.
En los
grandes aeropuertos, como Madrid, Barcelona o Palma se cuenta con casi una
docena de cetreros profesionales y más de 30 aves para la vigilancia permanente
y el cuidado y adiestramiento de estas aves. En los pequeños las plantillas son
más reducidas o se cuenta con el apoyo ocasional de las asociaciones regionales
de cetrería.
Son gente
importante, hasta el punto de ser el único personal autorizado, junto a
bomberos y señalizadotes, para circular por las pistas en sus coches, con sus
altaneras de aves como pasajeros.
El
Aeropuerto Seve Ballesteros – Parayas, de la capital cántabra es uno de los
afectados por los vuelos de aves, al estar construido sobre una zona de
marisma, cerca de una ría y próximo a un vertedero y, por tanto, zona de paso
de aves.
Óscar Durán
con una de las aves que utiliza para la protección del aeropuerto. /
(D.IGLESIAS)
El servicio
comenzó en 2006, prestado por la empresa Nebil de Aranda de Duero, poco antes
de la ampliación del aeropuerto de 2010, y tras el “fracaso” de un sistema de
disuasión acústico que no tuvo éxito. En la actualidad el cetrero oficial de
Parayas es Óscar Durán, quien posee una “flota” compuesta por Azor, halcón
peregrino, halcón de barbarie, halcón aplomado, cernícalo americano, harris y
búho real.
La razón es
que cada situación requiere un tipo de rapaz distinta, dado que las pistas de
este aeropuerto pueden ser invadidas por casi 70 especies diferentes, usándose,
por ejemplo halcones grandes o harris hembras para las gaviotas y azores para
las más rápidas.
Mimadas y
bien entrenadas, las aves en vigilancia se encuentran en una pequeña
instalación entre la torre de control y una de las cabeceras de pista, desde
donde actúan en casos puntuales o realizan pasadas “disuasorias” y para
calcular su efectividad.
Imágenes
David Iglesias
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