sábado, 12 de mayo de 2018

El triunfo de las niñas valientes



Correr, saltar o moverse con la delicadeza de un cisne son solo excusas. No son más que pequeños pasos en esa lucha diaria en la que el deporte es abanderado de la igualdad y de la lucha por demostrar el valor y la valentía de las mujeres, desde que son niñas, desde que apenas levantan un palmo del suelo, desde que descubren que se enfrentan a un mundo hostil, solo porque su nombre acaba en “a”.


“Hay que crear situaciones en las que la mujer pueda demostrar lo que vale, y la sociedad aprenda el respeto que las debe” dijo hace más de 20 años el entonces alcalde de la ciudad de Torrelavega, José Gutierrez Portilla.

Esa máxima ha guiado a una potente escuela deportiva municipal (EDM) en cuyo seno las secciones de deporte femenino se han convertido en todo un símbolo de la ciudad.

Una de esas secciones es la gimnasia rítmica, dirigida con mimo por Beatriz Ruiz desde hace diez años, con un equipo de gimnastas que usan el deporte como un simple argumento para educar en el orgullo de ser mujer. Un equipo con campeonas de Europa y del mundo como María Pardo, María José Prado, Rocío Ezquerra, Sheila García o Vanesa Ruiz, que entrenan para la pista y para la vida a más de 200 niñas de la comarca.

Hace unos días la ciudad se volcaba en este equipo tras ganar la copa de España de conjuntos en la categoría cadete. “Tras ganar el campeonato, en nuestro primer día de entrenamiento, los equipos de judo y baloncesto masculino de la EDM nos hicieron pasillo a la entrada del pabellón municipal que compartimos. Fue emocionante”. Y emocionada nos lo cuenta Beatriz Ruiz, la directora de la escuela. “Puede que en este momento tengamos el mejor nivel de Cantabria y uno de los más importantes de España en todas las categorías base. Hemos clasificado a una gimnasta entre las nueve mejores de España y este invierno el conjunto alevín se ha adjudicado tres torneos nacionales y otros tres el equipo señor”, nos dice con orgullo ante la atenta mirada de la ex campeona del mundo Maria Pardo, otra de las monitoras.

Pero entre título y título y mientras mira de reojo a sus campeonas que posan con sus medallas para las cámaras de RTVE, Beatriz, que también dirige el equipo de rítmica de nuestro colegio, recalca el mismo mensaje. “La medalla es una anécdota, aquí formamos personas, aquí enseñamos a las niñas a ser tolerantes, a ser compañeras, a ser empáticas, a mirar siempre a su alrededor y entender que necesita su compañera. Aquí les enseñamos que son mujeres, y que eso es importante, a que deben ser valientes, a no rendirse ante nada y a ganarse el respeto que los demás las deben”.

Las niñas de la rítmica entrenan en el Pabellón Municipal Vicente Trueba, uno de los que cuentan con mejores instalaciones en la región, un pabellón alto que permite entrenar con comodidad y con la altura de techos que requieren las mazas, el aro, la pelota y, sobretodo, la cinta. Un pabellón en el que siempre ha tenido el apoyo del ayuntamiento, fuese quien fuese el partido de turno. Todo un lujo.

Los resultados ahora están ayudando, pero ese apoyo ha existido siempre, como una apuesta por la igualdad y contra la discriminación, en el deporte y en la sociedad de la mujer.

Ahora, tras el triunfo en Guadalajara, las medallas y las fotos, la demanda ha crecido y la EDM ha respondido aumentando horarios y potenciando la infraestructura.


En iguales términos se expresaba hace unos días el alcalde la ciudad, el socialista José Manuel Cruz, en la recepción oficial a las campeonas María Torices, Ángela Sanz, Paula García, Celia Fernández y Nadia Villalba. Un encuentro en el que el alcalde alababa a otro de los pilares de este éxito, las familias. Familias perseverantes, dispuestas a prestar apoyo, a llevar a las niñas los campeonatos a defender a capa y espada la necesidad de apoyo al deporte femenino.

Las imágenes de estas niñas nos han recordado las palabras de Matilde Fontecha, doctora en Filosofía y licenciada en Ciencias de la Actividad Física y Deporte, que en su libro “El deporte se instala en las cavernas de la igualdad” (Ed. Bernilde, 2017) denunciaba “la utilización del cuerpo de la mujer como reclamo sexual por parte de clubes y federaciones, hasta el punto que el deporte mediático es una de las grandes bazas del patriarcado”.

No es la única voz que se ha levantado en los últimos tiempos contra la violación de los derechos de las deportistas “a través de prácticas antiguas y normalizadas como el acoso y abuso sexual o de otras de nuevo cuño como la lesbofobia o la utilización de su cuerpo como reclamo sexual, ejemplo de lo cual es la imposición por parte de las federaciones de una vestimenta de competición que las desvaloriza como deportistas y como mujeres”, explicaba Fontecha en su día al diario.es.

En un mundo en el que poco más del 1% de los patrocinios comerciales se destina al deporte femenino, donde solo el 5% de los tiempos de los medios se dedica al deporte femenino y donde el 43% de las adolescentes considera que no tiene suficientes modelos femeninos de conducta, la gesta de nuestras chicas de rítmica es motivo de portada.

Hoy no ha ganado un equipo cadete un campeonato de gimnasia. Hoy ha ganado un equipo de niñas, dirigido por mujeres, entrenado por mujeres, apoyado por toda una sociedad empeñada en dotar de medios sus sueños, sin reparar en su género.


Esa es la medalla de nuestras chicas de la rítmica, esa es la medalla que ha ganado Torrelavega.

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