domingo, 28 de octubre de 2012

Sangre derramada, de Assa Larson



Sangre derramada. Asa Larson
Ed. Seix Barral

Reconozco que es una de las autoras que más me atrae en la actualidad, fiel representante de esa literatura sueca plena de simbolismo, realismo y profundidad que me enerva como pocas al trasladarme, aunque en el marco de otra sociedad, a hechos y sentimientos tan cercanos y reconocibles. Mi primer encuentro con la autora fue “Aurora boreal”. Ahora, ya enganchando, he vuelto a dejarme atrapar por su segunda novela, un nuevo caso de asesinato de un miembro de la Iglesia, en este caso una mujer, en un pueblo del norte de Suecia de nombre Kiruna. Y otra vez, Rebecka Martinsson, la sufriente abogada de Estocolmo oriunda de la zona, y que ya tuvo que lidiar con el vecindario en “Aurora boreal’, que vuelve a su lugar natal para participar, de manera indirecta junto a la policía local, en la investigación de los hechos y tratar de buscar al culpable.
Una aventura literaria que obliga a su protagonista, Rebecka Martinson, a enfrentarse a la realidad de las mujeres maltratadas en una obra donde la soledad y la dificultad de elegir el camino correcto son los temas de fondo.



Estamos de nuevo ante una historia tejida con personajes complejos donde las mujeres luchan por defender su espacio en Kiruna, en los perdidos límites de la civilización polar, ante hombres que se resisten a abandonar su posición hegemónica.

Rebecka es una joven abogada que no ha conseguido recuperarse del impacto de haber matado a tres hombres para proteger a dos niños, Anna-Maria es la policía encargada de la investigación, de su casa y de sus tres hijos y Lisa vive sola con sus cinco perros en un intento de olvidar los abusos que sufrió durante su juventud.

Larson explicaba en su dia a los periodistas que la obra pretende mostrar también al lector un hecho pocas veces resaltado, y muy en la base de los problemas de maltrato. Las mujeres “son un desafío para los malos porque parecen muy frágiles pero luego son muy peligrosas”, a la vez que reconocía la herencia presente en su obra de los personajes de Miss Marple de Agatha Christie o la heroína de las tiras de cómic de Peter O’Donnell, Modesty Blaise.

Åsa Larsson dejó su carrera de abogada para dedicarse a escribir y, aunque ahora reniega de su profesión (“si buscas un mundo donde el dinero es lo único que importa, ése es el de los abogados”, ha afirmado resuelta), ha reconocido que haber trabajado en contacto con criminales le ha ayudado a entender el mundo de otra forma. Sus vivencias en los tribunales, donde veía a hombres y mujeres que habían hecho cosas horribles bajo la influencia de enfermedades mentales o drogas, la han ayudado, según ella misma, a conocer y escuchar historias terribles, y a entender que no hay monstruos, sólo hombres.

Por eso en las historias de Åsa Larsson los malos nunca son muy malos ni los buenos, muy buenos: “todos somos capaces de hacer cosas horribles bajo presión, está en la naturaleza humana”. Además, la escritora ha opinado que la novela negra es un género que tiende a la crítica social porque “el crimen siempre es una situación muy extrema donde exploras la culpa, el bien y el mal y siempre sale una discusión moral de ello”.

Larsson ha trasladado el peso de este debate al personaje protagonista de Rebecka Martinsson y ha reconocido: “ella representa una parte de mi, me reconozco en ella porque es solitaria y a menudo se siente fuera de lugar”.

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