domingo, 9 de marzo de 2014

Miradas cruzadas

Si las miradas hablan, la de Arantxa es un monologo. Un discurso de cómo una mirada extraviada, dentro de un grupo, revela la disensión de intereses con este. Y es que hay ocasiones en que no miramos lo mismo que quienes nos acompañan. Y muchas en que desviamos la mirada, porque lo que miran los demás, no nos interesa tanto como lo que queremos ver.

Pero si la mirada de Arantxa parece díscola a la visión general de sus compañeros, quizá sea porque estos la tienen pérdida. El PP vasco ha sido, probablemente, el grupo político con más héroes anónimos de este país. Su sangría y sufrimiento en los años más duros de la violencia etarra no se puede contar con palabras. Tanto dolor ha soportado esta gente, que del dolor han hecho bandera y destino, hasta perder su identidad, fuera de la lucha por este. Es algo más que un castigo por las políticas de recorte nacionales lo que sufren los populares vascos. Es un problema de identidad.

Tras la campaña de 2001, en la que Mayor Oreja estuvo a punto de alcanzar la lehendakaritza, con su pacto tácito con Nicolás Redondo, el partido ha sufrido una lánguida decadencia, obsesionado solo por la lucha contra los violentos, y carentes de un discurso de futuro.

Tras la marcha de Mayor, vino la deserción de San Gil, y luego el retiro de Basagoiti y ahora la hemorragia hacia Vox. Y tras todos, la sombra de Arantxa.

Es cierto que la alianza con los socialistas de López fortaleció la idea de un partido más preocupado de atacar al nacionalismo que construir una sociedad nueva. Pero también es cierto que la marcha de los pesos pesados del viejo partido de la resistencia contra los asesinos ha abierto una lucha ciega por el poder, incapaz de aunar voluntades. Una lucha por el poder no solo en Euskadi, si no en el seno del PP nacional, donde diversos bandos luchan por el control del partido, como se ha visto en Andalucía, y ahora en Euskadi, donde el congreso regional ha sido una batalla sin aliento entre Dolores de Cospedal y Alfonso Alonso. O lo que es lo mismo, entre Dolores y Soraya, con el Kurssal de fondo.

Esta lectura no es nueva. Basagoiti y Oyarzabal habían pretendido, desde 2004, una profunda renovación del PP vasco, que evitará la fuga de votos hacia su entorno (PNV, UPyD y, ahora, Vox). Pero su falta de éxito ha sido clara y, en parte, por el acoso interno que han sufrido.

Tras la perdida progresiva de sus pequeñas cuotas de poder en Guipúzcoa y Álava, las organizaciones de ambos territorios llevan años disputándose el control, sin percatarse que su desgaste ha ido abriendo la puerta a un grupo de jóvenes inexpertos, dóciles a Madrid y extremadamente conservadores. Un grupo de seguidores del Opus Dei, dispuestos a barrer a los  populares de siempre, de los de escolta y sangre enterrada, o de los políticamente incorrectos, como un Iñaki Oyarzabal al que algunos no han perdonado ni ser ni heterosexual ni anti nacionalista.,

Cuando en 2009 la alianza entre populares y socialistas desalojó del poder al PNV, los populares alcanzaron cuota de poder, y en ella el parlamento. Era claro que la persona que eligiera el partido para acceder a la presidencia del Parlamento Vasco sería, junto a Basagoiti, quien controlara a la larga el partido. Lo más recomendable parecía, llegado ese supuesto, proponer para ese cargo a alguien con capacidad de dialogo y acuerdo, una imagen moderna para un partido capaz de superar el pasado y ser un partido de gobierno capaz de agrupara amplios sectores vascos. Con ese criterio, muchas miradas se posaron en Laura Garrido Knorr. Educada en una ikastola, y vasco parlante, Garrido Knorr era una destacada representante de la corriente alavesa del PP. Gente formada, tolerante y experimentada, bien dotada para el dialogo y respetuosa con las tradiciones y los valores de Euskadi. Abogada y licenciada en ciencias políticas, con un master en administración pública, Laura Garrido maneja tres idiomas, pertenecía al Euskal Talde Popularra desde 1990, y había desempeñado todos los cargos posibles, desde concejal (en Burrundia y Lizartza) hasta presidenta de comisión, pasando por la vicesecretaria del partido de organización y asuntos sociales y parlamentarios, cargo que ocupaba desde 2006. Pero no. El entonces presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti decidió repartir entre los fieles, promocionar a nuevos valores apegados a la confrontación y el neoliberalismo y buscar el apoyo de los guipuzcoanos no adscritos a San Gil.

No era una respuesta política a Euskadi, era una jugada de tablero interno, justo cuando la situación vasca era más compleja y delicada. Gobernar en una comunidad hostil, por primera vez, requiere demostrar muchas cosas. Y Arantxa no parecía capaz de demostrar ninguna.

Dicen que en aquella decisión tuvo mucho que ver Madrid, que ya entonces barruntaba la posibilidad de llegar al poder, de tener que manejar el espinoso tema de la disolución de ETA y de tener de negociar, sin desatender a las exigencias de las asociaciones de víctimas y de los sectores más conservadores del PP, opuestos frontalmente a toda negociación. Un juego ambiguo que ha sido denunciado por el PSOE, IU y UPyD muchas veces. Negar en público, lo que se desea en privado: negociar. Hasta el punto que el estado no ha tardado más que horas en aplicar una sentencia europea contra la doctrina Parot y dejar en la calle a muchos asesinos. Una actitud solícita que nunca se ha visto con sentencia alguna de los tribunales europeas, y que no veremos, desde luego, con el céntimo sanitario.

Para ese juego, el peón era Arantza Quiroga Cia. De padre castellano y madre euskalduna, Arantxa entro en política a los 21 años, en el difícil ayuntamiento de Irún. Merece todo mi respeto quien, siendo mujer, algo nada fácil en esta sociedad, ha decidido jugarse el pellejo en la arena política, en torno, además, a unas ideas que son una invitación constante a la balas de las hienas batasunas. Es de respetar el trabajo de quien tiene que oír cada día, como única valoración política que es guapa y tiene una sonrisa natural, que ya hay que ser mala persona para decir eso, pero solo eso. Y merece todo apoyo y respeto, quien se ha pasado campañas enteras recorriendo Euskadi, dando mítines e intentando explicar sus ideas, junto a un coche de la erzaintza y dos escoltas, todo un signo de normalidad y democracia (nótese la ironia).

Pero eso, con ser muy emotivo, no era suficiente para entregar el parlamento a alguien políticamente inexperta, que no sabe euskera, que mantiene posiciones morales y sociales ante diluvianas y clasistas, que pertenece a una secta repudiada por la mayoría de los católicos vascos y cuya formación se reduce a la licenciatura en derecho.

Han pasado cuatro años, y su ascenso sigue imparable, hasta ser presidenta del PP vasco, primero por decisión a dedo tras la marcha de Basagoití (una marcha con muchas lecturas) y ahora elegida por un congreso en el que tras “pactarse” una lista única, y con el apoyo de todos los dirigentes, uno de cuatro compromisarios la han rechazado. Porque es preciso recordar que Arantxa se ha presentado sola a la reelección. Sola quiere decir sin opositores, aunque también significa que sin integrar a las demás corrientes del partido.

Es cierto que es una mujer de semblante amable y risueño. Es cierto que el merito de hacer política españolista en el Goierri es inmenso. Es cierto que ha soportado muchas zancadillas en su propio partido. Pero eso no es bastante. Mª Jose Usandizaga, la venerable diputada popular, contaba en una entrevista, hace pocos años, que del hambre viene los atracones. Y de la inocencia la ceguera.

Euskadi es un territorio clave para la política y la economía española. Un territorio con una herida abierta que afecta a todo el país. Una tierra donde hay mucha justicia que impartir, y eso requerirá mucha inteligencia y mucho dialogo. Mucho, con el fin de poder gobernar, y resolver muchos problemas corrientes de la gente, dejando de un lado ya, y para siempre, los viejos discursos de españolismo y nacionalismo, muertos y asesinos, odio y revancha. Un trabajo que exige por los partidos un gran esfuerzo y lealtad para Euskadi, y no convertir, el principal partido nacional, esta tierra en campo de batalla interno, eligiendo para dirigirle a quien mira a donde no mira nadie.


Imagen Lavanguardi.com

No hay comentarios:

Comparte en las Redes

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...