lunes, 2 de junio de 2014

Una abdicación sin respuestas



¿Que significa que en un país abdique un Rey?. Parece evidente que no somos el único país que vive esta situación en tiempos recientes. Tan evidente que en estos tiempos dimiten hasta los papas. Pero esto es España, la sospecha está pegada a cada suceso. La sospecha anida hasta en aquello que no pasa.

Somos muy dados en España a olvidar rápido lo bueno, a enmarcar en mármol los errores y a renegar hasta de lo que deseamos. Un río de encuestas ha señalado en estos últimos meses el asentimiento de la sociedad con que el rey abandonara su cargo. Puede entenderse como un ajuste de cuentas con quien, habiendo sido depositario de tanta confianza, muchos han entendido que la traicionó. Y su traición no solo está  ligada a las Corinas, Iñakis y más gente dedicada al menudeo, si no a la traición de la confianza de un país que puso en manos de una clase política (él incluido) su futuro. Y del presente poco hay que añadir a lo que todos vemos.

Eso es lo grave, la falta de fe en una clase dirigente que nos ha llevado (esta no es una crisis sobrevenida ni enviada por los dioses) a una catástrofe en el empleo, el estado del bienestar y la moral pública.

Si lo vemos fríamente, la abdicación del rey es el reconocimiento de un fracaso, la constatación del declive de un régimen, el nacido en la Transición, que tanta libertad y progreso nos trajo en su día y que hoy, abandonado por los que le crearon ha entrado en barrena. Un fracaso evidenciado más, si cabe, en el hecho de que abandona su puesto el representante de una institución que se vende (frente al concepto republicano) como permanente)

Abandonar es muy loable. Dejar paso a otra generación y permitir la regeneración esta muy bien. Pero es la aceptación, y por el líder de la Transición, de que algo es ya irremediable, un profundo cambio en nuestro país, una segunda transición que limpie el país.

Lo de hoy me ha recordado a eso que todos hemos estudiado en el instituto sobre los regeneracionistas de Ganivet, Costa y compañía. Desarrollo económico, justicia social y limpieza política. Pero el paso abre muchas incógnitas.

La primera es si el nuevo Rey, en plena crisis de la institución será capaz de regenerarla o la hundirá del todo. La segunda si Juan Carlos, el jefe del estado, es el único culpable, el único que debe dar ejemplo, el único que debe abandonar sus responsabilidades, en un país en que hasta los políticos imputados y los directivos ladrones confesos se agarran a sus puestos. La tercera duda que se me plantea es sobre la razón última de esta decisión. ¿Qué ha pasado en estos últimos días para que esto se acelere?. En diciembre estaba dispuesto a luchar, en abril estaba recorriendo medio mundo, hoy el gobierno no tiene ni preparada una ley orgánica de sucesión ni resueltos los múltiples problemas legales de la existencia en España de un ex rey junto al legítimo, el príncipe y la reina estaban fuera del país y parece ser que poco informados, etcétera, etcétera, etcétera.

Solo un fleco a la noticia, por no ser exhaustivos. Hoy ha abdicado el Rey, no la monarquía parlamentaria. Si, como defienden algunos las elecciones europeas han servido para cuestionar el sistema, parece claro que los partidos monárquicos (incluyendo al PSOE que no está claro que es) han obtenido la mayoría, aunque sea menor. Ante eso, convocar un referéndum cada vez que se llena la Puerta del Sol no parece razonable, sobre todo porque es admitir que los que no vamos a la Puerta del Sol, porque nos pilla lejos, no tenemos voz.

Y sobre todas esas incógnitas una que las sobrevuela, ¿Cuántos van a seguir su ejemplo?, ¿Cuántos van a dejar paso a los que sean capaces de construir el país que queremos?.



Imagen vozpopuli

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