
Me tocó leer este año en Historia de España un libro de Carlos Maniella sobre la construcción en el siglo XIX de un mercado único en nuestro país. El tema tuvo su importancia entonces para bien, mejoró la economía, o al menos empezó a ello, y para mal, el enfrentamiento con los regionalismos, que veían perder sus privilegios tradicionales. Al final este proceso de integración no debía ser tan malo cuando todos los pueblos lo habían intentado antes, y todos lo siguieron después, con ejemplos como la globalización o la Unión Europea. Ya se que detrás de estos fenómenos hay siempre muchos intereses y no siempre el beneficiario es el pueblo sino cuatro jetas.