Cabeza
ladeada, gesto intimidatorio, mirada aparcada en el rabillo y labios
entreabiertos, con el dedo en el gatillo.
Poco más
basta, salvo mentar el camino al duodeno, para hacer saber a alguien que nunca
debió cruzar el Mississipi. Para completar el desolador paisaje, la cara del archifamoso
Federico Trillo, con una mirada de esas que se quedan a medio camino entre la
desolación y el pavor ante lo que espera le caiga encima.
La foto
forma parte de una convención popular y resulta intemporal, más que nada por
esa capacidad de Rajoy de vivir ajeno al tiempo, con ese aire de desaliñada
indiferencia y esa capacidad, al mismo tiempo, de decirlo todo en una frase
confusa, en un comentario críptico o, como es el caso, con tan solo un balanceo
y una mirada de soslayo.
Muchas
veces los partidos, y sus dirigentes no caen en la cuenta que sus mensajes no
siempre son verbales, y que las sociedades modernas, la nuestra por ejemplo,
saben leer entre líneas, y hasta en los cantos de las páginas.
Que un
presidente de un partido en una reunión de alto nivel acoja así a un compañero,
de alto rango, aclamado por sus bases, y triunfador electoral, ministro, ex
presidente del congreso y embajador en Londres por designio del amado líder, no
deja de resultar desconcertante.
Bien es
sabido que el rechazado por tamaña mirada de desprecio, Federico Trillo, es uno
de los hombres más denostados por la opinión pública, y no solo por su
lamentable gestión del accidente del Yak 42, y su recalcitrante incapacidad de
ofrecer una disculpa. Si no también por ser signo de esa pasada etapa aznariana
de reafirmación nacionalista y acciones de fuerza en Afganistán o en la Isla Perejil , a donde el
muchacho mando a nuestros infantes de marina (con viento de levante, como el
dijo), para echar de un islote a cuatro gendarmes marroquíes desarrapados, al
tiempo que no era capaz de hacer lo propio con los verdugos de los saharauis,
antaño españoles.
Y claro,
esas cosas incomodan, quedan mal. A simple vista la solución es sencilla, en
lugar de hacerle el feo al chico, casi que mejor no dejarle ser candidato,
despacharle a Inglaterra y limpiar la
casa.
Pero,
presunciones de inocencia aparte, la cuestión parece un poco más compleja. El
repudiado fue una garantía de victoria electoral, y ante eso, no hay
responsabilidad ni ética que valga.
Ante tamaño
cúmulo de incomprensibles y contradictorias circunstancias, y partiendo de lo
repudiable de una acción que, pasados los años, el gobierno ha asumido como un
error, y el “infame” ministro no, se me ocurren tres preguntas.
¿Como el
simple hecho de acusarte de algo y ponerte pingando es suficiente motivo para
aumentar tu tirón electoral y el número de tus seguidores. Porque dado que los
estudiantes de Valencia suelen dar en clase en barracones (no todos, claro), el
partido tiene más gente en la picota que en su congreso y las infraestructuras
y el endeudamiento van de aquella manera, no se me ocurre otro motivo para votarle.
Claro que a los españoles nos va la marcha, y eso de ponerte de parte del débil
y ayudar a las victimas de persecuciones políticas, como Ruiz Mateos o Conde,
nos va mucho.
Ante las
graves acusaciones sobre un político al que la prensa y la calle machaca sin
piedad ¿Como es que la justicia no ha actuado ya, para limpiar su nombre y el
de las instituciones que representa, o para quietarle de en medio, y evitar que
un presunto mal gestor gobierne?. Ya sabemos que la justicia es lenta, pero en
este caso es irresponsable, y no estaría de más pedir explicaciones a los
jueces encargados del tema, como se deberían haber pedido a los que alargan
causas y causas, entre filtraciones de la UDEF , y permiten que haya cientos de presos
preventivos en nuestro país (que no es el caso de Urdangarin).
Y
finalmente, si Rajoy mira tan mal a Trillo, si tanto le desprecia públicamente,
hasta el punto de permitir que su sucesora en el cargo encabece el mea culpa
del gobierno, ¿Que debemos entender los votantes, que ganar el gobierno es más
importante que la ética política?. Porque, si Trillo es inocente, la actitud de
Rajoy es despreciable, pero si es culpable, ¿Que pinta Trillo en un cargo público?,
el que sea.
Imagen ABC
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