Venimos a
considerar el teatro una llama. Una luz sutil y ondulante que no solo nos mece
el alma y nos sacude la conciencia, si no que, dentro de un aula, ilumina,
irradia templanza y alumbra ideas y sentimientos.
El teatro
es lo que podríamos denominar un aprendizaje por experimentación. Su uso nos
permite sumergirnos en otros parajes, en otras épocas, bajo otras pieles y con
otros sentimientos. Es un juego de empatías, vivido en comunidad y construido
sobre nuestras experiencias, para llegar a otros lugares.
Es un
juego, un juego fascinante, pero un medio extraordinario para aprender, no un
recurso trivial e intrascendente.
Talleres de
expresión corporal, control de la voz o manejo del vestuario eran ya
componentes habituales en los trabajos de esta profesora, extendiendo todas las
posibilidades pedagógicas de la representación.
En 1989, de
la mano de aquellos alumnos inquietos que conversaban y hacían brotar ideas
(Alberto García Ahijado, Sergio Miera, Magan, Beatriz ..) el teatro comenzó a
consolidarse aun más. Ensayos semanales, representaciones fuera de la época de
fiestas del colegio, talleres de expresión corporal, talleres de diseño,
construcción de decorados, attrezzistas, maquilladores, técnicos de sonido e
iluminación. Todo un mundo de aprendizajes sobrevolaban en torno a una
experiencia que comenzó a extenderse como un río entre los alumnos. En 1991
hablineses como Marta Molleda, Jose Luis Urraca, Carlos G. Pozueta o Dani Miera
coordinaban 5 grupos de teatro con sus correspondientes talleres dedicados al
aprendizaje de contenidos no curriculares, además del grupo de Charo Bedía, el
que atesoraba una mayor técnica teatral.
Los viernes
el colegio bullía. Martillazos de los decorados, declamaciones como en un
teatro griego y largas discusiones sobre planteamientos de historias,
resolución de problemas y definición de personajes. En invierno entrábamos de
noche al colegio y salíamos con la misma luz, la de las farolas.
Era claro
que aquel juego masivo estaba proporcionando muchos avances. Sentido de grupo,
mejora en la lectura, mejora de las habilidades sociales o una mayor capacidad
de introspección de aquellas chicas y chicos que buscaban en el anonimato de un
personaje ficticio descubrirse a si mismos.
En 1991 los
diversos talleres de teatro reunían a más de 200 alumnos en 5 grupos. Muchos de
ellos se habían unido a otras iniciativas hablinesas como la emisora de radio
o la revista de papel TQP.
Con ayuda
del Ayuntamiento, en 1991 y 1992 se realizaron las dos primeras muestras de
teatro joven “Ciudad de Torrelavega”, un ciclo de teatro hecho por jóvenes en
el que, junto a los grupos de La
Paz , actuaron en aquellos años, los de institutos de toda
Cantabria y grupos de Vizcaya y Burgos.
El éxito
permitió extender este ciclo de teatro a otros ámbitos, convocando el I y II
certamen “Rumbo a tu imaginación”, en los que La Paz creaba un marco donde jóvenes artistas
pudieran mostrar su obra y ser premiados.
Pero los
hablineses de La Paz
siempre hemos sido muy irreverentes con nuestro pasado, y muy dispuestos a
abandonar caminos para explorar otros.
A finales
del siglo comenzamos a explorar el camino del cine, creando cortos y
documentales o aprendiendo a entender ese lenguaje.
En 2001
nacía eolapaz. Empezaban 15 años de éxitos educativos y de reconocimiento a un
proyecto, aun de vanguardia, en la lectura interactiva y el periodismo escolar.
Las
exposiciones y acciones solidarias continuamente ocupaban lo que ya era una
sala de exposiciones en toda regla lo que daría pie a pensar que era factible
poner en marcha, como se hizo, una ONG, “Humanismo y desarrollo Social”.
La llama
fue haciéndose más pequeña y blanquecina, pero no se apago. Los talleres y las
compañías se disolvieron, excepto la de la Charo Bedia , pero por que las energías
estaban en otra parte. El periódico era la nueva estrella y el colegio apostaba
por el arte, en una de sus experiencias más reconocidas, “Arte en la Escuela ”, un proyecto que pretendía
transmitir el arte desde sus creadores hasta los alumnos, facilitar el manejo
del lenguaje creativo y despertar en los jóvenes el afán de descubrir su
espíritu a través de una obra de arte, incluso nacida de sus propias inquietudes.
En 2003 la
llama volvió a elevarse, aun con más fuerza. Había desembarcado una nueva
asignatura, “Cultura Clásica” y una nueva generación de hablineses, de alumnos
inquietos convirtieron aquella asignatura optativa en toda una cantera de
ideas, sacadas de nuestras entrañas con el pico del divertimento y la pala de
la curiosidad.
Desde ese
año, la asignatura se convertía cada año en un taller de teatro. Pequeñas
piezas de teatro de mascaras, clásicos adormecidos en un adolescente, sombras y
toda la riqueza de los textos clásicos brotaron en aquella pequeña aula del
patio pequeño. Hasta que en 2007 apareció ante nuestros ojos el programa
cultural Caixa Escena. Un programa educativo de la Fundación la Caixa que
proporcionaba recursos, apoyo y una muestra nacional a jóvenes grupos de teatro
como nosotros. En ese 2007, de la mano de Caixa Escena se reunieron tres
profesores inquietos que convertirían de nuevo el colegio en un gran teatro.
Goyo Gómez, el hombre de la pasión por las palabras, Eusebio Balbás, el
coordinador de hablineses y todas sus aventuras y Charo Bedia, una mujer
apasionada, conocedora del medio como nadie y de una sensibilidad y energía que
se convertiría enseguida en la líder de aquel trío de soñadores.
En 2007
teníamos un grupo muy configurado y sólido. En 2008 salio el segundo, que
actuaría ya en teatros importantes, en 2009 acudimos al encuentro Nacional de
Teatro jóven de Estella. En 2010, el teatro de la Paz se había vuelto a
convertir en una pieza fundamental de las metodologías activas de la
Paz. Y dos personas habían sido
fundamentales para ello. Carol, la mujer espiral, la niña ilusionada que había
sido nuestro nexo con Caixa Escena y nuestra gran mentora, y Goyo Gómez el
fundador del actual teatro de la
Paz , Temakel, una experiencia extraordinaria que genera
nuevas camadas cada año de jóvenes ilusionados con la experiencia de crear, y
vivir en otros mundos.
Lo llamamos
experiencias educativas, pero es más, es el aliento de la vida. No se cuanto
tiempo seguiremos. Porque el teatro es maravilloso, pero aun más experimentar,
crear, compartir, vivir, descubrir la realidad, con nuestros propios ojos. Ese
es el espíritu hablinés. Ese es el espíritu del Colegio La Paz.
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