Estamos en
el punto medio de la Edad
Media , los reinos cristianos han madurado, Al Andalus se
encuentra en crisis tras el hundimiento del califato. Amparados en el vigor
cultural y económico de la iglesia, los reinos inician la reconquista.
Como en otras ocasiones comenzaremos la preparación del tema con el visionado de un vídeo (en esta ocasión de artehistoria), para entender brevemente el proceso general y los cambios que van apareciendo en el mapa de la Península. Tras ello, encontrarás las explicaciones del tema.
1. LA RECONQUISTA
Conocemos
con este término al largo proceso histórico que conducirá a los estados
cristianos a colocar bajo su dominio la Península Ibérica
acabando con el dominio musulmán. Es al mismo tiempo de un proceso de
crecimiento territorial, de crecimiento político, de madurez y consolidación de
estos reinos. Pero hay que tener algunas ideas claras:
· - La
ocupación musulmana en el siglo VIII había alejado a la Península Ibérica
del discurrir histórico de Europa, y había barrido la herencia clásica romana.
Desde ese punto de vista, la reconquista suponía y supuso reanudar la línea
histórica interrumpida.
· - El
ideal de reconquista, el objetivo de romper la división cristiana, unificar el
territorio, hacer valer la legitimidad del reino visigodo y defender la
verdadera fé. En realidad surge en el siglo XI, los cristianos, al tomar Toledo
en 1085, empiezan a ser conscientes de la vulnerabilidad de la defensa
islámica, abren una brecha psicológica y geográfica importante y comienzan a
tomar conciencia de sus posibilidades. Es difícil creer que el ideal de
reconquista se anterior, que pueda pertenecer a siglos en los cuales, el máximo
objetivo fue sobrevivir.
· - La Reconquista aparece
como una necesidad económica y política. Derrotar a los musulmanes significa
sobrevivir como estado, mantener tu independencia. Derrotarlos, es la vía
necesaria para conseguir las tierras y los pueblos que garantizaran la comida y
el abastecimiento de poblaciones crecientes.
· - Hay por
tanto que considerar que el ideal de cruzada esconde, en realidad otras
motivaciones mas prosaicas. Pero dicho eso, también es cierto que la iglesia y
su doctrina juega en esto un papel muy importante. La Iglesia , a través de sus
ordenes de Cluny y Cister permitió la renovación agrícola y la mejora
tecnológica de estos reinos, vital para sobrevivir, al amparo de que ese
trabajo y esfuerzo era en alabanza a Dios. La Iglesia era considerada en
aquella época como la heredera legitima del Imperio Romano, su apoyo a un
estado o población, legitimaba su esfuerzo y su lucha como aquí ocurrió. La
iglesia predico la cruzada en España, sobre todo desde el momento en que las
invasiones norteafricanas suponen una amenaza contra todo occidente, lo que
permite el apoyo económico de las iglesias españolas a sus reyes y el apoyo
europeo a esta cruzada que los cristianos libran en nuestro país. El esfuerzo
de guerra debemos entender que fue en algunos momentos sobrehumano, solo la
justificación de realizarlo en aras de un ideal tan noble como la defensa de
Dios explica la acción coordinada de todos los estados, de todos los
estamentos, en tantos y tantos años.
· Pese a la
posterior unificación en tiempos de los Reyes Católicos, se puede considerar
que la diferente respuesta que cada estado va a dar a este problema y al de la repoblación,
marca el comienzo de la diferenciación entre los diferentes territorios
peninsulares.
2.
REPOBLACION Y EXPANSION FEUDAL
La
repoblación es el proceso complementario a la reconquista, por el cual los
cristianos expulsaron a los musulmanes de los territorios reconquistados,
pusieron en explotación sus tierras y sustituyeron los modelos de organización
musulmana por la feudal. Ello implicaba grandes movimientos de población,
cambios en el régimen de propiedad y explotación y solucionar serios problemas
militares. La forma de afrontar este problema varió en cada zona geográfica,
reino y siglo, proporcionando consecuencias muy serias y diferentes. He aquí
algunas modelos.
2.1. FASE
1: HASTA LA LINEA
DUERO-EBRO (HASTA EL SIGLO XI)
Se
caracterizó por un modelo de repoblación basado en el asentamiento de pequeñas
poblaciones o incluso familias, que obtenían, a cambio de su fidelidad a los
señores encargados de la defensa, y a su compromiso con esta, tierras, y
ciertas libertades contenidas en los derechos de jueces y behetria en el sur de
Asturias y en Castilla. Esto creo una sociedad mas vigorosa que en el resto de
España, con poblaciones de fuerte espíritu indómito, de frontera, y con
libertades no conocidas en otros reinos (como los caballeros villanos). Esta es
la base de la riqueza y el empuje castellano. Parte de la población se obtenía
de campesinos libres encomendados en régimen de behetria, parte por la
ocupación y defensa de un territorio por un monasterio, parte por comunidades
campesinas libres en la modalidad de presura y parte por migraciones mozárabes.
En los
demás estados cristianos, la ocupación fue mas lenta y no se establecieron
regímenes campesinos como la behetria, salvo raras excepciones, siendo los
encargados de la ocupación y defensa, siempre señores feudales y eclesiásticos.
2.2. FASE
2: HASTA EL TAJO (XI-XIII)
En
Asturias, la ocupación de estas tierras exigía mas población, por ser mayor la
extensión de la tierra y mas difícil la defensa por tratarse de tierras llanas
y extensas. Ante ello la monarquía astur-leonesa-castellana optó por la
repoblación a través de comunidades enteras, concejos, que vivían en una aldea
semi-fortificada rodeada de un alfoz, sobre el se ejercía un fuero, concedido
en compensación a los riesgos. Son sociedades más complejas en las que la
artesanía y el comercio toman impulso, convirtiendo a estas comunidades en el
germen de las futuras y vigorosas ciudades castellanas.
Un modelo
parecido se vio en la
Confederación , donde se impusieron las Cartas Pueblas en el
valle del Ebro, frente a los usatges que se vivían en el interior de Cataluña y
Aragón
2.3 FASE 3:
(ANDALUCIA Y LA MANCHA
(XIII)
La rápida
caída de esta zona de España, la necesidad de explotar prontamente tanta tierra
y la falta de mano de obra en cantidad suficiente, obligó a aplicar un sistema
distinto, el repartimiento, que conllevó la desaparición de las comunidades de
hombres libres y la sustitución de los regadíos por cultivos y ganaderías
extensivas que requieren menos mano de obra. Papel muy destacado tendrían las órdenes
militares, en la ocupación y defensa de estos vastos territorios.
En Aragón
la solución fue parecida, salvo en la costa valenciana.
3. LA EVOLUCIÓN CRISTIANA (X-XIII)
3.1. CAUSAS
A partir
del siglo XI, los cristianos tomarían la iniciativa en la campaña militar, y
avanzarían sobre Al-Andalus por:
a- Su
capacidad de coordinación, frente a la división interna musulmana
b- Un
fuerte crecimiento económico basado en los monasterios y los avances técnicos
c- El
aumento de población por motivos de mayor alimento y éxodo mozárabe
d- Los
avances militares en organización y medios de combate
3.2. LA ETAPAS DE LA EXPANSION
a- Siglo
XI. Tras la crisis del califato los cristianos amenazan las taifas, divididas y
sin espíritu de lucha. La conquista de algunas cerca de otras, sus impuestos o
parias las debilitan, y engordan la economía cristiana. La caída de Toledo abre
una brecha psicológica y geográfica en la defensa musulmana
b- Siglo
XII. Aragón entra en combate tomando Zaragoza. Se forma la confederación
catalano-aragonesa. Castilla fracasa en su intento de crear un imperio europeo,
y tras Alfonso VII, el reino se divide entre Castilla, León y Portugal.
c- Siglo
XIII. Castilla se reunifica con León y rompe la defensa Almohade en las Navas
de Tolosa. Aragón inicia su expansión por el Mediterráneo y sur de Francia en
los tiempos de Jaime I y Ramón Berenguer IV y Pedro II, aunque en el territorio
francés acumula graves problemas por el conflicto cátaro. Se suceden conflictos
y alianzas entre los dos grandes territorios cristianos, jalonadas de tratados
continuos (Tudilén y Cazorla). Es el siglo del reino valenciano del Cid.
3.3. LOS
HECHOS DE LA EXPANSION
a. La
crisis del califato.
Los dos
primeros siglos de la Alta
Edad Medial estuvieron caracterizados por un abrumador
predominio musulmán bajo el mando de los primeros califas Omeyas, que, sin
embargo, no pudieron convertir su hegemonía política, económica y cultural, en
un dominio real de la
Península Ibérica.
Poco
después de la muerte de Almanzor (1002),la anarquía hizo presa de Al-Andalus.
La aristocracia árabe y los distintos grupos étnicos que formaban parte del
ejército cordobés (eslavos, beréberes),se enzarzaron en una agotadora lucha por
el poder, elevando y derribando califas a su antojo, al tiempo que el
nacionalismo mozárabe y las revueltas sociales muladíes desgarraban el país.
Finalmente, la crisis desembocó, en el año 1031, en el fraccionamiento del
califato en casi medio centenar de pequeños reinos o taifas, gobernados por
dinastías locales.
b. El
primer intento de unificación cristiana: Sancho III de Navarra.
A pesar de
su inestabilidad política, los reinos de taifas mantuvieron el alto nivel
cultural y económico de la época precedente. En esos momentos, Sancho III el
Mayor de Navarra (1000-1035) se convirtió en el más poderoso soberano de la Península. A los
reinos heredados de su padre (Navarra y Aragón), incorporó los condados de
Sobrarbe, Ribagorza, Pallars y Castilla, así como las tierras situadas entre el
Pisuerga y el Cea, arrebatadas al reino de León. Además, logró que los condes
de Barcelona y Gascuña, y el rey de León le reconociesen una primacía
honorífica. Fue, además, el primer rey cristiano que llegó a cobrar tributo a
los musulmanes (parias), creando con el oro amonedado obtenido de esta manera,
un poderoso estímulo para las economías de los reinos septentrionales. Pero la
unidad política cristiana bajo la hegemonía Navarra, no fue duradera, en su
testamento, el rey Sancho dividió sus dominios entre sus hijos, surgiendo así
los reinos de Aragón y Castilla, que gracias a su mayor dinamismo no tardarían
en eliminar las posibilidades de expansión de Navarra.
c. El siglo
XI.
El primer
rey castellano, Fernando I, conquistó el reino de León e hizo tributarias a las
mas importantes taifas, esta política expansiva fue proseguida por su hijo
Alfonso VI, quien con la ocupación de Toledo en 1085, llevó las fronteras
castellano-leonesas hasta mas allá del Tajo, lo que permitió la repoblación de
una extensa zona a caballo de la Cordillera Central.
En esa
misma época, los monarcas de Navarra-Aragón (estados federados tras la muerte
de Sancho el de Peñalén en 1076) se extendieron hasta la línea
Barbastro-Ayerbe-Huesca, amenazando la importante ciudad de Zaragoza, mientras
los catalanes ocupaban el campo de Tarragona y sus importantes huertas. Los
progresos cristianos, sobre todo la toma de Toledo, alarmaron a los taifas, por
lo que el importante rey Al-Motamid de Sevilla llamo en su auxilio a los almorávides
norteafricanos. Al mando de Yusuf Ben Texufin, el Imperio Berebere envió a la Península un importante
cuerpo expedicionario que derrotó a la coalición cristiana liderada por Alfonso
VI en Zalaca, arrancó territorios a los reinos del Norte y unificó las taifas
bajo el mando berebere de Fez.
El
fanatismo y la intolerancia religiosa de los almorávides produjo una reacción
del mismo signo entre los cristianos, que iniciarían ahora un gigantesco
movimiento de cruzada, denominado Reconquista, en la que destacarían
importantes lideres de la posterior mitología española, como el Cid Campeador,
señor de Valencia. Cultural y económicamente, el siglo XI fue trascendental
para los reinos cristianos. Sancho el Mayor, Fernando I y Alfonso VI fueron
reyes europeizadores que introdujeron y difundieron la reforma cluniciense,
instauraron el rito romano (hasta entonces se mantenía el visigodo),
protegieron a los peregrinos que marchaban a Compostela, fomentaron los
contactos con Europa y favorecieron el desarrollo artesanal y urbano.
d. El siglo
XII.
Las
primeras décadas del siglo XII fueron de intensa actividad en los estados
pirenaicos. El conde de Barcelona Ramon Berenguer dirigió una expedición contra
Baleares, al tiempo que por su matrimonio con la condesa Dulce incorporó
Provenza a sus dominios.
El rey
navarro-aragonés Alfonso I el Batallador tomo Zaragoza (1118) y ocupó el curso
medio del Ebro con base en Calatayud y Tarazona, operación completada con una
importante incursión sobre Al-Andalus (1125) en la que se obtendría un elevado
número de mozárabes con los que repoblar parte de las nuevas zonas recuperadas.
Al morir sin descendencia, Alfonso el Batallador dejó sus reinos a las Ordenes
Militares, decisión que no aceptaron sus súbditos. Al elegir los navarros a
García Ramírez y los aragoneses a Ramiro II el Monje, hermano del rey
fallecido, la federación navarro-aragonesa acabaría definitivamente. El rey
monje, deseoso de reintegrarse a la vida monástica, concertó en 1137 los
esponsales de su hija Petronila con el conde barcelonés Ramón Berenguer IV,
delegando en este el gobierno de Aragón.
El
primogénito de este matrimonio, Alfonso II, pasaría a titularse rey de Aragón y
conde de Barcelona, así como emperador de los Pirineos, al extenderse sus
dominios a ambos lados de esta cordillera. Había nacido el segundo gran estado
de la Península :
la Confederación
catalano-aragonesa. La unión se realizaría sin menoscabo de las leyes
particulares, costumbres e instituciones de cada estado, es decir, sin ser una
unión uniformizadora. Régimen confederal que se aplicaría a cada uno de los
territorios conquistados con posterioridad.
Con esta
tendencia integradora del NE peninsular contrastaría la actuación del rey
castellano-leones Alfonso VII, en general poco afortunada. Indirectamente
contribuyó a la separación de Navarra y Aragón en 1134, no supo impedir la
independencia de Portugal y a su muerte separó a León de Castilla, que a partir
de 1230 se unirían definitivamente. Esta dispersión de fuerzas impidió que
castellanos y leoneses se aprovechasen del hundimiento almorávide tras la
batalla de Cutanda, que sin embargo si seria aprovechado por portugueses (toma
de Santarem y Lisboa) y catalanes (toma de Tortosa y Lerida). Esa misma
desunión de la España
noroccidental seria un factor decisivo a la hora de no poder impedir un nuevo
asalto berebere a la
Península , propiciado por la secta marroquí de los almohades,
que unificarían la Península
con su fanatismo religioso, tras la desastrosa derrota de los castellanos de
Alfonso VIII (1195) en Alarcos. La gravedad de la situación llevaría a la
formación de una coalición de portugueses, navarros, castellanos y aragoneses,
con importantes refuerzos francos, alemanes e ingleses, que inflingirían una
demoledora derrota a los almohades en las Navas de Tolosa (16 de Junio de
1212),tras la que el poder musulmán en la Península se derrumbaría de forma irreversible.
e. El siglo
XIII.
Los
terceros reinos de taifas apenas pudieron oponer resistencia a los monarcas
cristianos.
Alfonso IX
de León ocupó Extremadura empresa en la que tuvieron un papel destacado las
Ordenes Militares de Santiago y Alcántara, nacidas en la segunda mitad del
siglo XII; Sancho II de Portugal se adueñó del Algarve; y Fernando III el Santo
de Castilla, tras unificar su reino con el leones en 1230, sometió toda
Andalucia, tras la importante toma de Sevilla, excepto el reino nazarí de
Granada, al tiempo que su primogénito Alfonso X el Sabio conquistaba Murcia,
cerrando el frente sur aragonés.
También
para la corona aragonesa el siglo XIII significó una total remodelación de
fronteras. Después de la pérdida de los territorios ultrapirenaicos, tras la
derrota de Pedro II en Muret, su hijo y sucesor Jaime I el Conquistador, obtuvo
el sometimiento de las Baleares y la Reconquista de Valencia (1233-1253). A diferencia
de lo acaecido en el valle del Duero, la repoblación de las cuencas del
Guadiana y del Guadalquivir no hizo surgir una clase de modestos propietarios
libres, sino que, realizada por el sistema de repartimientos, sentó las bases
del actual latifundismo.
De este
modo, los nobles castellanos obtuvieron un exagerado poder económico y
político, motivo de las grandes agitaciones políticas de los siglos siguientes.
Por el contrario, en la región valenciana, aunque también se dio el latifundio,
predominó la pequeña propiedad y el censo enfiteútico. Concluida la Reconquista a mediados
del siglo XIII (la pervivencia del reino de Granada no obedece a motivaciones
militares, sino al interés castellano por mantener en su suelo una importante
puerta comercial con Oriente, proveedora de importantes ingresos
tributarios),los reinos cristianos obtuvieron nuevos campos para su actividad
feudal.
Mientras,
Castilla, dividida por guerras civiles, trataba de consolidar su dominio del
Estrecho de Gibraltar (toma de Tarifa y Algeciras, con lo que se creaba una
importante cabeza de puente en Marruecos), y hacia frente a la última invasión
norteafricana, la de los Benimerines, derrotados en el Salado en 1340. Las
luchas internas castellanas se iniciarían con la rebelión de Sancho IV el Bravo
contra su padre Alfonso X el Sabio (1284), proseguirían durante las minorías de
edad de Fernando IV y Alfonso XI, pese a la enérgica actitud anti-nobiliaria de
la regente Maria de Molina, y culminarían en tiempos de Pedro I el Cruel, con
una sangrienta guerra dinástica. Tras la lucha por su espacio vital
(reconquista), en Castilla se desataría, durante el siglo XIII, la lucha por el
modelo político.
Al otro
lado del Sistema Ibérico, la burguesía mercantil de las ciudades litorales se
convertiría en la gran protagonista de la expansión mediterránea de la corona
aragonesa, bien secundada por los monarcas del territorio. Pedro III, haciendo
valer los derechos de su esposa Constanza, incorporó la isla de Sicilia a la Confederación , a
pesar de la oposición de Francia y la Santa Sede , que la quería para los Anjou. Hábil
diplomático, Jaime II obtendría, posteriormente, el derecho feudal sobre
Córcega y Cerdeña de manos del Papa, al tiempo que acordaba con Sancho IV de
Castilla la división del Norte de África en zonas de Influencia, por el Tratado
de Monteagudo (1291). Pedro IV el Ceremonioso completaría la obra de su
predecesor incorporando el reino de Mallorca-Rosellón, independiente desde
1276, anexionándose los ducados de Atenas y Neopatria, nacidos en 1311 a raíz de la expedición
de los almogávares al Imperio Bizantino, y poniendo fin a los privilegios de la
nobleza.
Con todo,
pese al creciente poderío de los reinos ibéricos, y a su incrementado papel
internacional, el siglo XIV, la
Baja Edad Media, nacía con síntomas evidentes de agotamiento
del viejo sistema feudal, estaba comenzando una terrible crisis en España.
3.4. LOS
CAMBIOS
a. La
crisis del califato.
Todos estos
avances territoriales tuvieron al mismo una correlación en la vida de aquellas
comunidades. El esfuerzo de guerra se sostenía sobre el papel aglutinador del
rey, y las aportaciones económicas de las ciudades incipientes, que
enriquecidas con su comercio construían catedrales, aportaban tropas y pagaban
grandes sumas de dinero a la corona para las campañas militares. El creciente
poder territorial de la nobleza hizo ver a esos dos actores la necesidad de una
alianza que organizase los nuevos territorios y protegiese sus intereses.
Los reyes,
especialmente los castellanos, recuperaron el derecho romano, y amparándose en
esa base jurídica y en el apoyo de la iglesia, partidaria de un poder fuerte
que la protegiese frente a otras religiones o la ambición de los nobles,
defendieron su monopolio legislativo y su autoridad suprema. Así se iría
consolidando, no sin oposición nobiliaria, una incipiente estructura de gobierno
central basada en tres pilares:
1. las
cortes, organismo representativo de los tres estamentos, con poderes fiscales,
que sirvió de escenario a la alianza entre corona y ciudades (que representaban
al tercer estado)
2. la curia
o gobierno y administración central del rey
3. los
merinos castellanos y batlles catalanes, que representaban al rey en los
territorios compitiendo con el poder jurisdiccional de los nobles
Gran
importancia en este proceso tendría Alfonso X el sabio de Castilla, que en sus
Partidas, o leyes, introdujo reformas legales que fortalecían su autoridad, o
el fuero legal castellano, que a lo largo de la Alta Edad Media unificó
fueros locales, normas y leyes, intentando integrar toda la legislación
existente. Este mayor orden y legalidad mejoró la seguridad jurídica y civil,
favoreciendo el comercio y la riqueza.
No fueron
los únicos cambios provocados por reconquista y repoblación, en una sociedad
que al amparo de su crecimiento era ahora más urbana, más cosmopolita y más
urbana.
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