
Aun hoy recuerdo el “Show de Truman” como la película más estremecedora de mi vida. Con un cierto aire de comedia ácida, que poco a poco se transmuta en drama, Peter Weir construyó en 1998 una desasosegante obra que revelaba, de la mano del extraordinario trabajo de Ed Harris y Jim Carrey, la filosofía que hoy se manifiesta en su esplendor, gracias a los medios de comunicación de masas.