lunes, 24 de septiembre de 2018

Tema 5 - La Hispania romana



Tras tres sangrientas guerras, la lucha entre las dos más poderosas potencias del Mediterráneo occidental, Roma y Cartago, la primera se haría con el dominio de ese mar, incluyendo a la Península Ibérica entre sus posesiones. Así comenzaba el salto de nuestro país a la modernidad y su total entrada en la Edad Antigua.
Este tema se corresponde con el básico 3 de la EBAU en Cantabria. Puedes consultar un ejemplo de redacción en nuestro box, en el margen derecho y las instrucciones mínimas de la Universidad 


1.El Mundo Clasico

A principios del siglo III A.C.,la humanidad había alcanzado un notable grado de desarrollo, plasmado en la obtención de avances como la escritura, el comercio, la agricultura, las organizaciones estatales o el avance tecnológico. En aquella época de sociedades agrícolas y urbanas, el centro histórico de la Humanidad comenzaba a centrarse en las tierras ribereñas del Mediterráneo. Exceptuando los lejanos y desarrollados estados de Corea, China y la India, las demás grandes civilizaciones se desarrollaban aquí: egipcios, persas, babilonios, hititas, griegos, romanos o cartagineses. Sin embargo entre estas primeras civilizaciones existían notables diferencias que no solo las distinguían, sino que las acabarían enfrentado.
Por una parte eran visibles la diferencias existentes entre las sociedades militarizadas y autoritarias (como Cartago, dependientes en exceso de sus gobernantes) y las de base social igualitaria (Roma y Grecia), donde los hombres, libres, luchaban y prosperaban con mas ilusión. Por otra, entre las pequeñas sociedades locales, poco organizadas y extendidas (iberos, sammnitas, lidios,etc.) y los grandes estados de pueblos extendidos fuera de sus fronteras y de compleja organización (Roma, Persia o Cartago).
Precisamente esta dinámica acabaría enfrentando a estas últimas. Además, la escasa capacidad del hombre para comprender y dominar, aun, la naturaleza, le empujaba a unirse en grupos complejos, que le dotaran de mas fuerza, que le dieran mas recursos, dada la escasa capacidad técnica para aumentar la productividad (por lo que el aumento de producción solo se podía conseguir con un aumento de tierra), y que justificasen el poder de los grupos dominantes y el sacrificio de las poblaciones dominadas. Por estas causas se iniciaría en el Mediterráneo un proceso de unificación cultural, que marcaría el destino de España.
La primera fase seria regional, en cada zona una potencia intentaría imponerse a las demás. Así Roma dominaría Italia, Persia Mesopotamia, Grecia los Balcanes, y Cartago África y España. En una segunda fase la lucha seria por controlar el Mediterráneo Oriental y el Occidental. Los ganadores intentarían el dominio total.

Vamos a comenzar por averiguar como los romanos llegaron a la Península Ibérica e iniciaron su conquista, mira primero este vídeo y luego lee el texto explicativo.


2.Las Guerras Púnicas.


Muy pronto quedó claro que el dominio de Occidente (donde se ubica la Península Ibérica) era cosa de dos, Cartago y Roma. La primera chispa fue por el control de la isla de Sicilia. Punto estratégico de comercio, situado entre las dos potencias. Tras una larga y sangrienta guerra, la armada romana derrotó a la Cartaginesa en el 241 a.C. La victoria romana no fue definitiva, y precisamente por eso, dejó abierto el camino a la revancha, máxime entre los hijos del líder cartaginés Amilcar Barca, muerto en el conflicto. Justamente uno de ellos, Aníbal, planearía 23 años después un osado plan de venganza.
Con el aparente deseo de resarcirse de la derrota anterior, Cartago comenzó, a fines del siglo III la conquista de la Península Ibérica, de la que esperaba obtener los recursos necesarios, económicos y humanos para enfrentarse de nuevo a Roma y vencerla. En el 237 a.C. un ejército cartaginés desembarcó en Cádiz, y en pocos años, alternando las acciones de fuerza con la alianza con estados íberos, sometió a los pueblos de Andalucía y del sudeste. Más difícil fue la sumisión de las tribus íberas del interior, donde tras una fase militar se impondría la táctica de atracción y amistad del joven Asdrúbal Barca. Este, en el año 228 a.C., llegaría a controlar un tercio de la Península, estableciendo la capital de las colonias púnicas en Cartago Nova.
Ante el temor a un nuevo conflicto territorial Roma ofreció a Cartago un tratado de límites en Iberia. Así se suscribiría el Tratado del Ebro, que marcaba este río como límite norte de la expansión cartaginesa, con la excepción de la íbera Sagunto, que estando al sur del rió, y siendo aliada de Roma debería ser respetada por Cartago.
Con este tratado, Roma protegía a sus aliadas griegas de Gerona y evitaba una ampliación ilimitada en fuerza y territorio de su enemigo. Pero Cartago no pensaba cumplir el tratado, sino ganar tiempo. Asesinado Asdrúbal por rebeldes íberos de la Meseta, Aníbal Barca asumió el mando cartaginés poniendo en práctica su venganza, por la muerte de su padre Amilcar. Atacaría Roma por la espalda, atravesando Francia y centroeuropea con miles de mercenarios, caballería y elefantes africanos, en lugar de por el mar como Roma esperaba. Pero antes era preciso asegurarse la retaguardia y una base permanente de avituallamiento para las tropas expedicionarias. Con este propósito completó la conquista de Baleares y de las tierras situadas entre Sierra Morena y el Duero, donde reclutó centenares de combatientes.
Luego asedió y tomó la ciudad de Sagunto (219 a.C.) a fin de no dejar enemigos a su espalda. Ante la destrucción de su aliada, Roma exigió la devolución de la libertad a la ciudad, la retirada de las tropas cartaginesas de España y la entrega de Aníbal como criminal de guerra. Aníbal no solo no cumplió las condiciones exigidas, sino que declaró la guerra (Segunda Guerra Púnica).En una desconcertante ofensiva, Aníbal atravesó el Ebro con el grueso de su ejercito, sometió a las tribus catalanas, tomó nuevos mercenarios y en una gesta histórica cruzó los Pirineos y los Alpes con sus tropas y elefantes. En menos de un año, Aníbal se había colocado a la espalda de Roma, y atacando por tierra desde el norte inflingiría cuatro tremendas derrotas a las legiones romanas. Pero Roma era un estado libre, donde sus hombres combatían por sus familias y sus tierras con más convencimiento que los mercenarios romanos.




En el 218, cuando la capital romana se veía ya amenazada por Aníbal, un joven general, Publio Cornelio Escipion (hijo del senador y cónsul Publio Cornelio Escisión, muerto, junto a su hermano Cneo en Hispania a manos del ejército cartaginés de Asdrúbal) , viajó a España con un pequeño pero aguerrido ejercito. Solivianto a las tribus íberas contra Cartago, hartas de impuestos y reclutamientos, y prometiéndolas la libertad, alzó una gran rebelión que acabó con los cartagineses que Aníbal había dejado en las batallas de Cartago Nova e Illipa.
Solo, sin posibilidad de recibir apoyo, y aislado de sus colonias ibéricas, Aníbal abandonó a la mayor parte de su cansado ejército y huyó por mar a Cartago (norte de África).
Hasta allí le perseguirían los romanos derrotándole definitivamente en Zama, con lo que concluiría la guerra, que no la rivalidad.


3. Las fases de la ocupación romana.

En sus primeros momentos, la intervención romana en España tuvo motivos exclusivamente estratégicos, pero pronto el gobierno y las clases acomodadas de Roma se percataron de los beneficios de explotar el vasto territorio dejado por Cartago. Las promesas de libertad dadas a los íberos se transformaron en planes de ocupación y explotación. La conquista de esta tierra de metales y alimentos fue larga y enconada y en ella cabe distinguir tres etapas:

el dominio del litoral Mediterráneo y del valle del Guadalquivir;
la ocupación de la Meseta y el valle del Ebro,
y, finalmente, la sumisión de la franja cantábrica.

La primera fase concluiría en el 197 a.C., creándose una gran red urbana y dos provincias, la citerior y la ulterior, separadas por el río Almanzora.

La segunda fase se inició para proteger estas provincias de los ataques de los íberos del interior, y ante una gran sublevación anti romana. La campaña militar seria llevada por los crueles cónsules Marco Poncio Catón y Fulvio Nobilior, que sometieron a los íberos del Tajo, Duero y Ebro, esclavizando a miles de ellos y crucificando como escarmiento a otros tantos. Solo la humanitaria actuación de gobernadores como Sempronio Graco permitió que estas campañas de conquista fueran acompañadas de un verdadero proceso civilizador. Sin embargo predominó la táctica de la corrupción, los fuertes impuestos y las vejaciones, por lo que a mediados del siglo II, las tribus íberas y celtíberas iniciarían una última gran rebelión, dirigidas por un pastor llamado Viriato. Pero las tropas de Escipión Emiliano demostraron el mayor poder de Roma, ya entonces involucrada en la conquista de todo el Mediterráneo.
Viriato fue asesinado en el 138,y Numancia, la ciudad íbera más rebelde, arrasada en el 133 a.C. Con estos dos hechos acabaría la segunda fase de conquista.
En estos años, Roma, convertida ya en gran potencia, y al asalto del Este, entró en un proceso de largas guerras civiles, del que saldría su conversión en un imperio (no una republica como hasta ahora) de base autoritaria. La primera guerra comenzaría con el siglo I a.C., enfrentado al bando republicano de Sila contra el imperial de Mario. Precisamente uno de los partidarios de este último (Sertorio), viendo perdida la guerra, intentaría que las tribus íberas se posicionaran a su favor. La artimaña no dio resultado, pero se iniciaría un proceso de humanización en el trato hacia los españoles, en la seguridad de la importancia de su apoyo en estos conflictos. Estos conflictos acabarían con la Segunda Guerra Civil, en la que Julio Cesar derrotaría en España a su enemigo Pompeyo, creando las condiciones para que en una tercera y última Octavio Augusto impusiera definitivamente el Imperio.

Tras lo cual, y para asegurar la paz en la Península, sometería a las belicosas tribus del norte en las cruentas Guerras Cantabras, poco antes del nacimiento de Jesús, y poniendo fin a la ocupación Peninsular.


4. La romanización.

Un excelente vídeo de la profesora Jennifer Blat nos va a permitir comprender mejor cuales son los instrumentos y resultados de la romanización, mírale antes de leer el texto explicativo


La romanización de la Península, es decir, la asimilación de la cultura, ideas, costumbres y formas de vida romanas por las poblaciones autóctonas se completó en los siglos I a II de nuestra era, unificándose nuestro territorio política, cultural y socialmente, aunque no en igual grado, siendo la cultura romana más fuerte, cuanto más cerca del litoral levantino.

La imposición de los caracteres propios de la civilización romana en nuestro país encontró sus medios en

a)       la imposición del latín como lengua vehicular y unificadora del territorio, un medio de unificación que actuó de manera semejante a la imposición de una religión común (primero con la deificación del Cesar y más tarde con el cristianismo)
b)       La ciudadanía y el derecho  romanos que establecía un conjunto de derechos y ventajas para los peninsulares que accedieron a ellos y facilitó la integración en el mundo romano de los pueblos peninsulares
c)       La red de calzadas e infraestructuras, en general, que favoreció el comercio y el intercambio, con sus beneficios, en una red mayor y prospera
d)       Las legiones, que no solo conquistaron, sino que repoblaron ambas zonas y construyeron la red de comunicaciones romanas. En este aspecto hay que tener en cuenta que muchos indígenas se enrolaron en el ejército romano, como forma de mejora social (pues obtenían la ciudadanía al licenciarse) y como medio de vida. Allí se romanziaban
e)       Junto a ellas la fundación de nuevas ciudades, pobladas con colonos, funcionarios y soldados licenciados, que traían al territorio sus costumbres y formas de vida.




El legado de Roma, Luis González Expósito


Pero, ¿en que aspectos se transformó la Península durante este proceso?

a) La creación de una economía esclavista, de agricultura comercial, desarrollo técnico y urbano y reparto amplio de propiedad (cuando menos hasta el siglo III d.C., por la licencia de tropas y la llegada de inmigrantes), donde el peso de la economía estaba en el estado y los grandes propietarios (patricios y caballeros).

b) Una organización política unificada, basada en la división de la Península en provincias dirigidas por un gobernador civil y militar romano (cónsul), la concesión del derecho de ciudadanía a la población local (212 d.C.), la creación de leyes y organismos comunes (derecho romano),y la participación política (comicios y conventus), aunque limitada esta última al ámbito urbano y comarcal en la fase imperial. En este terreno conviene destacar el que, además de otros grandes personajes públicos, España llego a aportar a Roma grandes emperadores como el sevillano Trajano.

c) Una organización social construida sobre el principio de la igualdad jurídica y el predominio de la ley. Con dos salvedades, la existencia de la esclavitud, y la división social en dos grandes clases. Los Honestiores o grandes propietarios con derecho de elección y elegibilidad, y los humiliores (decuriones, asiduis y proletariis) solo con derecho de elección.

d) Un fuerte desarrollo cultural, en el que se inscribe la extensión del latín, el desarrollo urbano, la extensión de la educación, el desarrollo del arte romano y la implantación de nuevas religiones. Cabe destacar a grandes personajes de la cultura romana nacidos en Hispania, como Seneca

En síntesis, este vídeo de Karel Bohat nos recopila todo lo visto hasta ahora




5. Las aportaciones de Roma a la historia española.

Roma ha tenido una gran importancia en la formación de nuestro país, recuerda sin embargo:

--El latín y desde él el castellano, idioma que al unificar la comunicación peninsular, no solo permitió el desarrollo del arte y el pensamiento, sino de la relación entre regiones

--Las infraestructuras viarias (las vías o grandes calzadas, como la Augusta o mediterránea, o la de la Plata, que recorría España de Norte a sur por Extremadura. También se incluyen aquí los puentes, acueductos, embalses, teatros o anfiteatros).

--El derecho romano, base de nuestro ordenamiento jurídico, y que permitió superar las relaciones personales convirtiendo a las personas en iguales ante el estado y protegidas por una ley escrita y racional y una relación pública

--El arte , impulsora del pensamiento, base de nuestra industria actual turistica y cimiento de estilos posteriores como el románico, el renacentista y el neoclásico.

--La primera unificación peninsular, que comenzó a construir nuestra identidad común

--El cristianismo. La religión cristiana se impulso con la predicación del apóstol Santiago, y la promulgación por el emperador Constantino del Edicto de Milán en 313, que autorizaba a la iglesia a desarrollar una actividad pública. El auge de esta religión acabo con el culto al emperador, debilitando a la larga al estado romano, pero creo las bases de toda la cultura, las costumbres e incluso de las relaciones sociales en España durante los siguientes 2000 años.



6. La crisis del mundo romano.


La situación de prosperidad comenzó a cambiar desde el siglo II d.C. La llegada al poder de emperadores de dudosa capacidad moral e intelectual, la difusión del cristianismo que socavaba la autoridad de un estado que mantenía la esclavitud, y el fin de las conquistas que eliminaba las posibilidades de obtener mas tierras y esclavos, con lo que el precio de estos aumentaba, y con él el de todos los productos, llevó a Roma al inicio de su fin, visible en el abandono de las ciudades, la inflación, el declive del comercio y la incapacidad del estado para proteger a los ciudadanos. Todo ello en medio de un gran declive moral.
Desde finales del siglo III d.C., a la situación de crisis interna que vivía el Imperio Romano se había venido añadiendo la presión constante de tribus bárbaras que deseaban penetrar en las fronteras imperiales, no con el ánimo de destruir al imperio, sino de beneficiarse de sus progresos y su riqueza. En la frontera romana del Danubio la mayoría de estas tribus pertenecían al llamado tronco godo (ostrogodos, alanos o visigodos), caracterizado por ser agricultores y ganaderos, socialmente organizados y de excelente capacidad militar. En un principio, Roma optó no tanto por enfrentarse a estos pueblos, sino por aprovecharse de su nivel cultural asimilándolos al imperio. Así estos pueblos establecieron pequeños estados en la frontera, comerciaron con Roma e incluso entraron en ella en calidad de soldados, funcionarios o trabajadores libres.

Esta equilibrada relación se rompió, empero, a fines del siglo IV cuando un nuevo grupo bárbaro apareció en escena. En el año 375,los Hunos, un pueblo bárbaro, nómada y salvaje, comenzó, por causas desconocidas, a movilizarse desde sus tierras de caza en el Asia Central hacia el Oeste. Dirigidos por un temible caudillo llamado Atila destruyeron cuanto se encontraba a su paso, incluidos algunos de los pequeños reinos godos amigos de Roma. El suceso provocó una autentica reacción en cadena de movimiento de pueblos godos que también huían hacia el oeste para buscar dentro del Imperio protección. Pero lo que podía haber sido una emigración pacífica, ante la debilidad romana para controlar la situación, y los abusos de algunos gobernadores romanos se convirtió en una sublevación y saqueo en toda regla. Irritados con Roma por el trato recibido, y presas del pánico por el avance de los hunos, los visigodos y otras tribus derrotaron a los romanos en Adrianopolis, arrasando los Balcanes. La situación se veía además favorecida por la crisis general del Imperio, que, incluso había llevado al emperador Teodosio a la promulgación, en el año 395 d.C., de la llamada ley de Paz Orientalis, por la que se dividían las tierras del antiguo Imperio en dos estados libres y separados. Por esta ley surgían el Imperio Romano Oriental, que abarcaba las tierras de Egipto, Libia, Balcanes y Asia (origen del Imperio Bizantino), y que Teodosio entregó a su hijo Arcadio, y el Imperio Romano Occidental, que se extendía por el resto, entregado a su otro hijo, Honorio. El nuevo Imperio Oriental tendría como capital la ciudad de Constantinopla o Bizancio, de donde procedería el posterior nombre de este Imperio. En cualquier caso la división del imperio en dos facilitaba las invasiones y la descoordinación defensiva de los dos estados romanos, rivales, incluso con tal de desviar a los bárbaros en otra dirección. Así, desde el año 401,las provincias romanas se convirtieron en un caos total, donde no existía orden ni ley, amenazando las tribus godas, en su huida descontrolada de los hunos, la misma Italia. La situación se hizo insostenible cuando el primer gran rey visigodo conocido, Alarico, saqueó Roma y destrozo a los ejércitos imperiales de Occidente. El emperador Honorio consiguió entonces un pacto con los visigodos, aun admiradores de Roma. El imperio les permitiría instalarse en el sur de Francia, como un estado casi independiente con capital en Tolosa, y que incluía la Septimania francesa y toda la Península Ibérica, entregándoles todos los elementos materiales necesarios para su instalación (aperos, herramientas, semillas, armas, etc.).A cambio, los visigodos limpiarían esas zonas de otras tribus bárbaras, expulsando sobre todo a los suevos del Cantábrico, a los alanos de Galicia y Portugal y a los vándalos de Andalucía; impondrían el orden romano actuando como delegados del emperador, y obedecerían a este como buenos hijos.

Entre el 411 y el 456, los visigodos actuaron como fieles aliados de Roma, actuando en España y el sur de Francia, como si de policías romanos se tratase. El pacto, conocido con el nombre de pacto de federación, llevo incluso a que las tropas visigodas lucharan codo con codo con las imperiales frente a agresiones externas. Ese será el caso de la guerra contra los hunos, a los que romanos y visigodos derrotaron en los Campos Cataláunicos en el 451.
Sin embargo, la situación en el Imperio Occidental romano se fue deteriorando a lo largo de la primera mitad del siglo V, la inflación, la perdida de capacidad operativa por el estado, la ruralización y la aparición de relaciones serviles, presagiaban el futuro feudal, un mundo pobre e individualista en el que el débil estado romano, con sus fastos y ceremonia no tenia sitio. Así, siendo su emperador Rómulo Augustulo, el Imperio Occidental desapareció al destruir su capital los Herulos en el 456. Sus tierras fueron ocupadas por diversas tribus bárbaras que desaparecida la autoridad imperial y el peligro de los Hunos, convirtieron el antiguo imperio occidental en un conjunto de reinos independientes, dominados por los nuevos amos de Europa: los ostrogodos en Italia, burgundios en Bélgica, sajones en Alemania, anglos y yutos en Inglaterra, francos en Francia y los visigodos en España y sur de Francia, dado que al desaparecer el Imperio desaparecían las obligaciones de obediencia hacia el.




Imagen de portada unaderomanos.com

No hay comentarios:

Comparte en las Redes

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...