viernes, 8 de mayo de 2009

Somos vascos



El domingo 15 de abril fue un día especial. El mas grande del año, tal como nos han enseñado nuestros padres desde que éramos chicos. Es domingo de Resurrección. He acabado mis vacaciones antes de tiempo para volver a casa, a mi Donosti del alma. Hemos ido pronto a misa a Santa Maria del Koro, para luego marchar a Bilbao a la celebración del Aberri Eguna del 75 aniversario, en la Plaza Nueva. Y aun hemos tenido tiempo de regresar para poder ir de txiquitos por la Cepa y el Urola y acabar comiendo todos en casa de Juan Mari. Todos juntos, y en paz.

Ha sido un día de símbolos un día grande para nosotros los católicos. Para nosotros los nacionalistas. Para nosotros, los que vivimos en España con gusto.
El año pasado, los bestias de siempre pretendían intimidarnos a los que acudíamos a misa aquella mañana. Solo lo intentaron. Estamos ya muy curtidos para tonterías así. Este año la calle estaba limpia. Había más gente, sus rostros eran más luminosos. Nunca he oído cantar a la gente tan alto, proclamar el nombre de Dios con tanta convicción, ni pedir al cura que nos diéramos la paz de manera mas convencida. “Sopla la paz”, dijo en su homilía, “que no se detenga el viento, que no sea por nuestra culpa”. Yo creo que esta vez es difícil que se detenga. Tenemos tantas ganas, nuestros deseos son tan intensos, nuestra fe en poder vivir al fin sin odios tan tenaz, que solo la ineptitud de quienes nos gobiernan, las ambiciones y los egoísmos pueden hacerlo imposible. Así que estamos en riesgo.
Pertenezco con orgullo a un pueblo que tiene motivos para serlo, pero que se ve obligado a bajar la cabeza y sentirse avergonzado cuando recuerda toda la sangre que guardan bajo si las baldosas de nuestras calles. Y ahora se atisba la paz y no queremos que se vaya. Alec Reid, un sacerdote norirlandés declaraba el lunes que en su opinión, la de un hombre experimentado en procesos de paz, ETA esta en condiciones de abandonar las armas en un plazo de dos años. El domingo, Imaz declaraba ante miles de alderdikides y alderdizales que el futuro es nuestro, ahora. Mi vecino de Donosti, por citar un caso, es un hombre masacrado por la violencia de todo tipo. Nadie de su familia ha muerto ni ha sido herida. Pero su vida ha sido un infierno. ¿Porque demonios debe esperar dos años?. Dos años más. Porque no creáis que los nacionalistas nos hemos ido de rositas en todo este tiempo. La barbarie no conoce de banderas ni equipajes, y somos muchos los que vivimos fuera de nuestra tierra, y no por placer. Pero los mas castigados han sido los no nacionalistas. Gentes sencillas que con o sin uniforme, en solitario o representando a sus conciudadanos han sufrido lo indecible. Han vivido un calvario evangélico, nos han hecho sentir el sentido de Cristo vivo. Y muchas veces, casi siempre, les hemos dejado solos, no hemos tenido el valor de unirnos a ellos, sufrir con ellos y protegerlos y cuidarlos, y hacerles sentirse queridos, en su propia tierra, porque también es suya. Con tanta sangre como han derramado Euzkadi es casi mas suya que de nadie.
Sin embargo, ahora el gobierno parece olvidarse que la mayoría de los euskaldunes somos peneuvistas, aunque el negocio se lleve con la minoría que mas vocifera. Y nuestro estatuto no vale, el catalán si. Y nuestro lehendakari no esta en primer plano, Otegui, un don nadie movido por hilos, si. Y los no nacionalistas, los que mas han padecido y sufrido, hasta perder la vida o el futuro, no están, se les aparte, son un estorbo, dan mala imagen, quieren venganza, dicen, y ya se sabe, todos podemos equivocarnos, también los asesinos. ¿Qué no piden perdón?. ¿Por que?. Que poca vergüenza tenemos.

Como muchos otros, intento olvidar que mi abuelo murió en una cárcel de Franco, por ser del PNV. O que a uno de mis tíos le molió a palos la policía por tener en su restaurante una ikurriña. Porque es la hora de la paz para mi tierra. No debe haber vencidos pues ello nos llevaría a una pugna estéril que nos alejaría de nuestro futuro. Pero este debe ser limpio, para que cuando estemos en él no debamos avergonzarnos de cómo lo conseguimos. Lo que exige justicia con aquellos que sufrieron sin merecerlo. Lo que exige reconocimiento y apoyo para quienes han estado solos y marginados. Lo que exige que quienes estén manchados de sangre y nos trajeron el horror, se aparten discretamente y permitan que la gente decente construya el país, para Euskadi vuelva a tener honor. Lo que exige que seamos conscientes de que el futuro es nuestro. Si somos capaces de volver a ser nosotros, y dejamos de ser ellos.

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