El domingo
15 de abril fue un día especial. El mas grande del año, tal como nos han
enseñado nuestros padres desde que éramos chicos. Es domingo de Resurrección.
He acabado mis vacaciones antes de tiempo para volver a casa, a mi Donosti del
alma. Hemos ido pronto a misa a Santa Maria del Koro, para luego marchar a
Bilbao a la celebración del Aberri Eguna del 75 aniversario, en la Plaza Nueva. Y aun
hemos tenido tiempo de regresar para poder ir de txiquitos por la Cepa y el Urola y acabar
comiendo todos en casa de Juan Mari. Todos juntos, y en paz.
Ha sido un
día de símbolos un día grande para nosotros los católicos. Para nosotros los
nacionalistas. Para nosotros, los que vivimos en España con gusto.
El año
pasado, los bestias de siempre pretendían intimidarnos a los que acudíamos a
misa aquella mañana. Solo lo intentaron. Estamos ya muy curtidos para tonterías
así. Este año la calle estaba limpia. Había más gente, sus rostros eran más
luminosos. Nunca he oído cantar a la gente tan alto, proclamar el nombre de
Dios con tanta convicción, ni pedir al cura que nos diéramos la paz de manera
mas convencida. “Sopla la paz”, dijo en su homilía, “que no se detenga el
viento, que no sea por nuestra culpa”. Yo creo que esta vez es difícil que se
detenga. Tenemos tantas ganas, nuestros deseos son tan intensos, nuestra fe en
poder vivir al fin sin odios tan tenaz, que solo la ineptitud de quienes nos
gobiernan, las ambiciones y los egoísmos pueden hacerlo imposible. Así que
estamos en riesgo.
Pertenezco
con orgullo a un pueblo que tiene motivos para serlo, pero que se ve obligado a
bajar la cabeza y sentirse avergonzado cuando recuerda toda la sangre que
guardan bajo si las baldosas de nuestras calles. Y ahora se atisba la paz y no
queremos que se vaya. Alec Reid, un sacerdote norirlandés declaraba el lunes
que en su opinión, la de un hombre experimentado en procesos de paz, ETA esta
en condiciones de abandonar las armas en un plazo de dos años. El domingo, Imaz
declaraba ante miles de alderdikides y alderdizales que el futuro es nuestro,
ahora. Mi vecino de Donosti, por citar un caso, es un hombre masacrado por la
violencia de todo tipo. Nadie de su familia ha muerto ni ha sido herida. Pero
su vida ha sido un infierno. ¿Porque demonios debe esperar dos años?. Dos años
más. Porque no creáis que los nacionalistas nos hemos ido de rositas en todo
este tiempo. La barbarie no conoce de banderas ni equipajes, y somos muchos los
que vivimos fuera de nuestra tierra, y no por placer. Pero los mas castigados
han sido los no nacionalistas. Gentes sencillas que con o sin uniforme, en
solitario o representando a sus conciudadanos han sufrido lo indecible. Han
vivido un calvario evangélico, nos han hecho sentir el sentido de Cristo vivo.
Y muchas veces, casi siempre, les hemos dejado solos, no hemos tenido el valor
de unirnos a ellos, sufrir con ellos y protegerlos y cuidarlos, y hacerles
sentirse queridos, en su propia tierra, porque también es suya. Con tanta sangre
como han derramado Euzkadi es casi mas suya que de nadie.
Sin
embargo, ahora el gobierno parece olvidarse que la mayoría de los euskaldunes
somos peneuvistas, aunque el negocio se lleve con la minoría que mas vocifera.
Y nuestro estatuto no vale, el catalán si. Y nuestro lehendakari no esta en
primer plano, Otegui, un don nadie movido por hilos, si. Y los no
nacionalistas, los que mas han padecido y sufrido, hasta perder la vida o el
futuro, no están, se les aparte, son un estorbo, dan mala imagen, quieren
venganza, dicen, y ya se sabe, todos podemos equivocarnos, también los
asesinos. ¿Qué no piden perdón?. ¿Por que?. Que poca vergüenza tenemos.
Como muchos
otros, intento olvidar que mi abuelo murió en una cárcel de Franco, por ser del
PNV. O que a uno de mis tíos le molió a palos la policía por tener en su
restaurante una ikurriña. Porque es la hora de la paz para mi tierra. No debe
haber vencidos pues ello nos llevaría a una pugna estéril que nos alejaría de
nuestro futuro. Pero este debe ser limpio, para que cuando estemos en él no
debamos avergonzarnos de cómo lo conseguimos. Lo que exige justicia con
aquellos que sufrieron sin merecerlo. Lo que exige reconocimiento y apoyo para
quienes han estado solos y marginados. Lo que exige que quienes estén manchados
de sangre y nos trajeron el horror, se aparten discretamente y permitan que la
gente decente construya el país, para Euskadi vuelva a tener honor. Lo que
exige que seamos conscientes de que el futuro es nuestro. Si somos capaces de
volver a ser nosotros, y dejamos de ser ellos.
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