domingo, 19 de octubre de 2008

Que vida más triste

La sexta, la mini cadena de Emilio Aragón y Cia, ha decidido, a falta de talentos en su propia casa, engullir uno de los fenómenos de Internet de los últimos años, el videoblog “Que vida más triste”. Buscando algo impactante que les rescate del pozo de las audiencias, y, ya de paso por cuatro duros, la cadenita lanza desde este mes, en prime time, y en domingo, como corresponde, su versión de la famosa serie web.

Digo como corresponde, por la que serie que parieron en 2005 Natxo del Agua y Rubén Ontiveros, aunque este último sea el coronel del regimiento, se grababa en sus orígenes, y se emitía, los domingos. Días en los que cuatro amigos se reunían para “matar la tarde”, en el piso que la madre de Rubén tiene en Basauri, y tras un breve debate sobre el guión, colgarlo en la red. Frescura, inmediatez y libertad creativa a tope vamos, pero con el respaldo de 40.000 fieles seguidores diarios, que hemos elevado el canto a la envidia y la pereza del Josebas y el Borja a la categoría de culto.
La serie web, que se estreno el 27 de marzo de 2005, se ha desarrollado a lo largo de 3 temporadas, con un total de 106 capítulos emitidos, hasta el pasado 22 de junio, en los que se ha tratado, con un humor cínico y despiadado, la vida cotidiana de estos dos inmaduros de buen corazón, presos de la vida, la rutina, los convencionalismos, y las tías.
Según contaba hace poco el propio Ontiveros, la explosión blogera de comienzos de este siglo le desató la sed por comunicarse en red. Pero claro, eso de escribir cada día o semana un texto era demasiado reto para su proverbial vagancia, así que, que mejor que grabar sus desdichas e inquietudes. Porque claro, y es una lectura de su éxito, escribir, meditar y reflexionar sobre verbo e idea tiene su aquel, pero ponerse delante de una cámara y soltar paridas, aunque sean inteligentes, es más llevadero, y en nuestra actual zpasña todo lo que se pueda hacer sin mover un dedo es motivo de orgasmo. Esta filosofía del aquí te pillo y aquí te mato neuronal calo tanto en nuestra proverbial idiosincrasia, que a los cuatro días de iniciar la aventura el servidor se colapso, y han tenido que echar mano de blog, you tube y todo lo que se les ha puesto por delante. Es un ejemplo más de una de las características de la modernidad, la cultura abierta, sin barreras, la vehiculación gratis y universal de cualquier idea, capaz de abrirse paso entre los gigantes de la información y romper el tradicional monopolio de quienes nos dicen lo que debemos oír, sentir y ver, los grandes medios. Hasta que nos compran, como la sexta, o nos atrapan, como yonkis.com, cuyo enlace les lanzó a la cúspide de la blogosfera. Y ahí se acabo la espontaneidad, la libertad, el libre pensamiento y hasta la madre que lo parió.
En el fondo lo más importante en esta historia es el simbolismo de libertad creativa que ha representado QVMT, más que su propio contenido. Y es que QVMT no es mas que un sitcom a la vasca y por cable, en el que se nos cuenta, con mucha acidez, y un punto de amargura, la vida de dos amigos de Basauri, Borja y Josebas, colgados todo el día de la play y mas empalmados que un caballo, a los que chulean sin compasión sus novias (aunque ellos piensen lo contrario, así son los hombres) Nuria e Izaskun, bajo un decorado sacado de la mente del peor enemigo de IKEA.

Pero lo realmente interesante no es eso, aunque esta bien, te ríes, sino el propio proceso de creación. Un proceso que vemos en otros genios creadores, quizá no tan favorecidos por el público, como nuestros compañeros de La Séptima. Todo se reduce a la complicidad de cuatro amigos, una cámara mini DVD de cuando Franco era sargento, un dominio web y un manitas en flash (Natxo del Agua), que maqueta aquello y lo sube a la red. ¿Y que?, no hay intermediarios. Tan buena o mejor que esta serie son experimentos tan geniales como “Vaya Semanita” (en ETB, genial, salvajemente critica), “Made in China” o “Territorio Champiñón”. Pero experimentos como QVMT o La Séptima, tienen algo que las hace diferentes, geniales, sublimes. Un pedacito de la sociedad que consume cultura, la crea, de forma inmediata la pone gratis a disposición de todos, y sin censura, ni interés, ni condicionantes. Y reciben, con igual inmediatez, la respuesta veraz y honesta del público, vía votos, visitas o comentarios. Como dirían los de Público, cultura libre.
De todo esto hay para mi dos grandes conclusiones. El panorama cultural y el audiovisual en concreto, están sujetos desde hace tiempo a un vuelco inextricable e inevitable, donde la red esta imponiendo sus ventajas a los medios tradicionales, secos de creatividad y capacidad de respuesta a las demandas de la sociedad actual. Solución hasta ahora, comprar, amordazar o diluir a estos creadores anónimos. Lo hizo Telecinco, al copiar un formato web en su fallida “Bec@rias”, o la NBC, cuando succiono “Quarterlife”. Pero el dinero no podrá indefinidamente parar la revolución que larvadamente campa en la red desde hace tiempo. Y es que como de forma tan nítida ha descrito Leopoldo Abadía (un jubilado) en su blog "En la Red no hay que pasar muchos filtros, así que hay mucha más frescura", y además opción, no imposición.
Bueno, al menos, ahora que el mercado se ha cargado a QVMT, nos queda La Séptima, otra opción fresca, creativa, ingeniosa y vaga (estos no se matan haciendo capítulos). Porque si no tuviéramos a la Séptima, que vida más triste, ¿no?.

1 comentario:

Fito dijo...

Estuvieron geniales, como siempre. El programa tiene la estructura del Camera Café: varias historietas sin continuidad ni relación unas con otras.

"Naná nanánaaaaaa zriler anai!!" xD

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