
Como os podéis imaginar, ha sido una semana de monopoly, tele e iTunes. Tanto tiempo holgazaneando en casa, mirando como el cielo apedreaba los cristales de mi casa a granizadas, me ha permitido descubrir un mundo más allá de la realidad y de las peores pesadillas, un mundo sumergido en los inescrutables designios de los dioses, un mundo terrible y que despiadado amenaza la virginidad mental de la raza humana: la tele del corazón.