Es imposible no tener adversarios, personas, como tú, con sus anhelos, vivencias, amarguras y sueños, como tú los tienes, pero que son distintos, y por eso entran en competencia directa contigo para alcanzar esos sueños, desde la experiencia propia de cada uno. Pero en esas luchas que marcan nuestras vidas siempre hay una línea roja (o varias) que no se debe traspasar. Tu “rival”, tu “competidor” es, tanto como tú, persona.
La política a nivel global ha entrado en los últimos años en
un peligroso sendero en esas luchas por las ideas. Ahora ya no se convence, ya
no se dialoga, ya no se llega a acuerdos, ahora se impone, dejando al rival
derrotado, humillado, vilipendiado. Y en esa actitud, el instrumento preferido
por los políticos de hoy en día es la deshumanización, hacer ver a la población
que el rival no merece respeto, no es humano, es una cosa abominable que requiere
ser extirpada de la sociedad y, como en la antigua Roma, debe recibir una “damnatio
memoriae” que lo erradique a él, a sus allegados y a sus ideas de este
mundo.
La política española no es ajena a esa situación global,
pero aquí este planteamiento es más. Más intenso, más radical, más
profundamente deshumanizador.
El gobierno del socialista Pedro Sánchez se ha convertido,
así, en uno de los episodios más tristes de nuestra historia democrática.
Llegado al poder tras la primera moción de censura de nuestra historia
(desbancando a un presidente conservador ganador de las elecciones), repetidor
de elecciones, presidente pese a no haber ganado las elecciones gracias a una
coalición de partidos de derecha, izquierda, regionalistas e independentista,
representa para sus detractores el ejemplo máximo de un político dispuesto a lo
que sea con tal de gobernar. Su escaso bagaje legislativo, su gobierno sin
leyes de calado, su falta de presupuestos, sus promesas incumplidas, su bajo
perfil internacional y la retahíla de desgracias que ha sufrido el país
(apagones, DANAS, pandemias y hasta un volcán) hacen de él el político más
odiado del siglo XXI, el hombre más intensamente insultado, el gobernante sobre
el cual más hachas penden. Y sobre su familia, y sus allegados.
En este país hemo llegado a tal nivel de odio, que en las
fiestas de los pueblos se han hecho virales los cánticos llamándole hijo de
puta. Así, sin más. O que haya cantantes que en sus conciertos (Henry Méndez)
dicen odiarle a él y a los rojos. Nunca en este siglo se dijeron tantas
mentiras sobre la persona o las acciones de un político en un discurso colectivo
de sus enemigos políticos que pretende ser transgresor y es solo deshumanizante
y que ha convertido la crítica contra un mal gobernante en una actitud impropia
de demócratas, algunos de los cuales presumen de cristianos.
Bien es cierto que día a día sus actitudes y sus
contradicciones abonan el terreno, pero eso no justifica nada.
Ayer, la periodista Pepa Bueno, en su regreso a Rtve, le
entrevistó en el telediario2, y aquello no fue un dialogo, fue un akelarre.
Primero dijo que se podía gobernar sin presupuestos y no supo como reaccionar
ante las imágenes de hace ocho años en que justificaba lo contrario. Luego no
quedó claro si hizo todo lo posible en los recientes incendios o dejó a los
presidentes autonómicos solos para que se cocieran en su propio caldo. Y la
guinda estuvo cuando defendió no convocar elecciones porque sería una pérdida
de tiempo y una fuente de inestabilidad. En democracia votar es crear
inestabilidad. Muy fuerte.
Pero con eso y con todo no se justifica este duelo a
garrotazos, que, como el pintado por Goya, preside nuestro país.
Seguro que tu participas, a favor o en contra, en esta sopa
de odios en que se ha convertido nuestro país. Seguro que muchos de vosotros veis
en el presidente del gobierno la encarnación de todos los males y a la ideología
woke, que dice representar, un engendro del demonio. Es posible que te hagan
gracia los mensajes que en redes lanzan sus detractores. Pero algún día se ira,
y la semilla del odio, si prende, se volverá contra otro gobierno legítimo.
La defensa de las instituciones democráticas debe ser
sagrada y el respeto al adversario ineludible, o volverán las sombras del
pasado, con sus guerra y la deshumanización de quienes como nosotros, son
personas, son españoles.
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