martes, 2 de septiembre de 2025

A la sombra del odio


Es imposible no tener adversarios, personas, como tú, con sus anhelos, vivencias, amarguras y sueños, como tú los tienes, pero que son distintos, y por eso entran en competencia directa contigo para alcanzar esos sueños, desde la experiencia propia de cada uno. Pero en esas luchas que marcan nuestras vidas siempre hay una línea roja (o varias) que no se debe traspasar. Tu “rival”, tu “competidor” es, tanto como tú, persona.

La política a nivel global ha entrado en los últimos años en un peligroso sendero en esas luchas por las ideas. Ahora ya no se convence, ya no se dialoga, ya no se llega a acuerdos, ahora se impone, dejando al rival derrotado, humillado, vilipendiado. Y en esa actitud, el instrumento preferido por los políticos de hoy en día es la deshumanización, hacer ver a la población que el rival no merece respeto, no es humano, es una cosa abominable que requiere ser extirpada de la sociedad y, como en la antigua Roma, debe recibir una “damnatio memoriae” que lo erradique a él, a sus allegados y a sus ideas de este mundo.

La política española no es ajena a esa situación global, pero aquí este planteamiento es más. Más intenso, más radical, más profundamente deshumanizador.

El gobierno del socialista Pedro Sánchez se ha convertido, así, en uno de los episodios más tristes de nuestra historia democrática. Llegado al poder tras la primera moción de censura de nuestra historia (desbancando a un presidente conservador ganador de las elecciones), repetidor de elecciones, presidente pese a no haber ganado las elecciones gracias a una coalición de partidos de derecha, izquierda, regionalistas e independentista, representa para sus detractores el ejemplo máximo de un político dispuesto a lo que sea con tal de gobernar. Su escaso bagaje legislativo, su gobierno sin leyes de calado, su falta de presupuestos, sus promesas incumplidas, su bajo perfil internacional y la retahíla de desgracias que ha sufrido el país (apagones, DANAS, pandemias y hasta un volcán) hacen de él el político más odiado del siglo XXI, el hombre más intensamente insultado, el gobernante sobre el cual más hachas penden. Y sobre su familia, y sus allegados.

En este país hemo llegado a tal nivel de odio, que en las fiestas de los pueblos se han hecho virales los cánticos llamándole hijo de puta. Así, sin más. O que haya cantantes que en sus conciertos (Henry Méndez) dicen odiarle a él y a los rojos. Nunca en este siglo se dijeron tantas mentiras sobre la persona o las acciones de un político en un discurso colectivo de sus enemigos políticos que pretende ser transgresor y es solo deshumanizante y que ha convertido la crítica contra un mal gobernante en una actitud impropia de demócratas, algunos de los cuales presumen de cristianos.

Bien es cierto que día a día sus actitudes y sus contradicciones abonan el terreno, pero eso no justifica nada.

Ayer, la periodista Pepa Bueno, en su regreso a Rtve, le entrevistó en el telediario2, y aquello no fue un dialogo, fue un akelarre. Primero dijo que se podía gobernar sin presupuestos y no supo como reaccionar ante las imágenes de hace ocho años en que justificaba lo contrario. Luego no quedó claro si hizo todo lo posible en los recientes incendios o dejó a los presidentes autonómicos solos para que se cocieran en su propio caldo. Y la guinda estuvo cuando defendió no convocar elecciones porque sería una pérdida de tiempo y una fuente de inestabilidad. En democracia votar es crear inestabilidad. Muy fuerte.

Pero con eso y con todo no se justifica este duelo a garrotazos, que, como el pintado por Goya, preside nuestro país.

Seguro que tu participas, a favor o en contra, en esta sopa de odios en que se ha convertido nuestro país. Seguro que muchos de vosotros veis en el presidente del gobierno la encarnación de todos los males y a la ideología woke, que dice representar, un engendro del demonio. Es posible que te hagan gracia los mensajes que en redes lanzan sus detractores. Pero algún día se ira, y la semilla del odio, si prende, se volverá contra otro gobierno legítimo.

La defensa de las instituciones democráticas debe ser sagrada y el respeto al adversario ineludible, o volverán las sombras del pasado, con sus guerra y la deshumanización de quienes como nosotros, son personas, son españoles.

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