lunes, 1 de mayo de 2017

La soledad de la razón



Se han ido todos, hasta el día, sólo queda un solitario pupitre, y sobre el la encorvada figura de Miguel. Hubo un día en el que su salud se tomo un respiro, y faltó a un examen. Hoy a petición propia le ha hecho, al acabar las clases, ya entrada la tarde, un rato antes de ir a mates, dos horas antes de ir a inglés, todo sea por Shakespeare.
Había quedado con Mario en la biblioteca para repasar francés, que el viernes tiene examen, pero no le dan las horas y hay que repasar sociales , que mañana hay examen. Parece un ejemplo de responsabilidad. El abnegado alumno que estudia y hasta pide que le examinen, como muestra de su condición sumisa al sistema. O el niño ingenuo y confiado seducido por un sistema que fía todo a medir. Medir a los alumnos, siempre y en todo lugar, a los profesores y hasta sus padres , que llegara el día. Es una pena que no midamos a quien construye esta tela de araña opaca que llamamos educación. Miguel seguirá confiando en sus mayores, creyendo en lo que le dicen, haciendo lo que le mandan y examinándose de lo que toque, aunque se quede sólo, como la razón.

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