sábado, 17 de diciembre de 2011

Los chicos malos

A falta de más intriga, en el reparto de cargos y prebendas parlamentarias, y dada la mayoría absoluta del PP, la semana ha girado entorno a la posibilidad o no de formación de grupo parlamentario propio por UPyD y Amaiur en las Cortes españolas. Para los que no estén puestos en el tema, la organización el parlamento español, y su funcionamiento, está marcada por un reglamento que determina como se forman los grupos. El tema no es precisamente accesorio, porque los partidos que poseen grupo propio disponen de un turno completo en las intervenciones, despacho propio y servicios jurídicos administrativos, así como presencia en la importante comisión de secretos oficiales.


Por el contrario, los partidos que no pueden formarlo deben contentarse con pasar a formar parte del llamado grupo mixto, una mezcolanza insufrible donde un montón de diputados diversos, en cuanto ideología y región deben compartir tiempos de intervención, secretaria y subvenciones. Por eso comprenderéis que la mayoría de grupos minoritarios estén de acuerdo en que UPyD y Amaiur posean grupo propio, no por filantropía ni por amor a la justicia, que igual también, sino por interés, el de compartir con menos gente. El reglamento es este sentido es claro. Para formar un grupo propio el partido del que hablemos debe haber obtenido 5 diputados y, al menos, un 15% de los votos en las circunscripciones o provincias en las que se presentó.

Ninguno de los dos partidos de los que hablamos cumplen esas normas, y sin embargo el debate sobre la conveniencia o no de transgredir la norma ha sido el tema de la semana. Para entendernos, es como cuando, siendo estudiantes, pedíamos a nuestro profesor que nos aprobase con un 4,7, exigiendo una generosidad que, aun conviniéndonos solo era eso, generosidad.
¿No es bueno ser flexible?. Respondo con otra pregunta, ¿es bueno incumplir las normas que nosotros mismos nos hemos dado?.Quizá la cuestión es más sencilla, ¿El reglamento actual, que impone esas normas para la constitución de los grupos, es operativo, es justo, es adecuado?. Más aun, ¿Es claro?. Y digo esto porque lo sorprendente ha sido que los servicios jurídicos del congreso, al asesorar a maese presidente, expusieran que los requisitos mínimos que marca la ley (15% de votos en las provincias a las que te presentas), es según se vea, esto es, que se puede exigir ese mínimo en todas las provincias o no en todas. Impresionante.Lo cierto es que el reglamento se pensó en su día para atender a un problema serio, dar demasiadas facilidades para constituir grupo podría llevar a una locura de organización, con un número de grupos que dificultasen los debates, los hiciesen largos, complejos y poco resolutivos, casi asamblearios, y todos sabemos que las reuniones multitudinarias es lo que tienen, pocas veces nos llevan algo. La cuestión es este sentido es sencilla, el problema no es si estos partidos deben o no tener grupo, la cuestión es si, dada la atomización de nuestro parlamento y la multiplicidad de grupos existentes, el reglamento actual es útil y sirve para dar respuestas a estos problemas.
En ese sentido es un problema muy similar al del debate abierto sobre al reforma electoral. ¿Queremos un sistema representativo real, capaz de reflejar la diversidad de nuestra sociedad, y servir al principio de que todos los votos sean iguales (hoy es más fácil que un partido regional saque un montón de diputados en sus pocas provincias a que uno nacional los saque presentándose en toda España) o queremos un parlamento capaz de generar mayorías estables y facilitar la formación de gobiernos. Y en ese sentido, países como Italia son un ejemplo, y no precisamente bueno.


Pero hay otro aspecto en este tema, y es el concepto de flexibilidad. Es gracioso que debamos ser flexibles para que Amaiur y UPyD tengan grupo, pero no debamos serlo para que IU, la tercera fuerza del país, este representada en la mesa del congreso, el órgano de gobierno del parlamento. Si debemos saltarnos a la torera las normas y atender a la conveniencia de los tiempos, hagámoslo, pero con todos, y recordemos en este sentido que fuerzas tan importantes cono el PNV o IU, van a carecer en esta legislatura de fuerza en la gestión del congreso, y previsiblemente de peso en las distintas comisiones del parlamento. Estos dos hechos (mesa del congreso y formación de los grupos, junto al hecho de la tendencia del PP a tener en palmitas a los nacionalistas de CiU, no son un buen síntoma de por donde van a discurrir las cosas en la casa de la palabra. Y la cuestión de la flexibilidad no acaba ahí. Al final UPyD tendrá grupo, gracias a una trampa de ley, se une con el diputado de Foro Asturias para cumplir los requisitos, y luego, conseguido el grupo, este diputado vuelve al grupo mixto. Normal. Sin embargo, Amaiur no registra a su diputado por Navarra, para así cumplir el requisito del 15% (Navarra es la única provincia donde Amaiur no llega a ese porcentaje, por centésimas), y se considera un fraude de ley. No es un ejemplo ejemplificante el que estamos dando, y menos aun el presidente del congreso, que está exhibiendo un radicalismo y falta de mano izquierda (lógico), inusual.


Pero hay un perfil más de este tema, más preocupante para mi. Amaiur debe tener grupo. ¿Por qué esa rotundidad?. Es cierto que llevamos una eternidad pidiendo a los violentos que cambien las balas por palabras, y ahora que entran en la senda del juego democrático tampoco es cosa de ponerles trabas. Tan cierto como que el PP no es quien para rasgarse las vestiduras en este tema, si atendemos al hecho de que dialogan y acuerdan con Bildu en Vitoria o San Sebastián, por citar dos ayuntamientos vascos. Pero no estaría demás, a los que piden manga ancha y tolerancia con Amaiur, que le recordaran a Martín Garitano y compañía que la paz y el compromiso democrático debe ser reciproco, que lo mismo que ellos piden tolerancia en Madrid, ellos bien la podrían practicar en Euskadi, y que violencia no es solo matar, que extorsionar, insultar, marginar y joder al prójimo son también formas de violencia. Este fin de semana las tropas de Rufi Etxevarria han escenificado un acto de solidaridad con las víctimas, tan torpemente que no se sabe si ha sido para pedir perdón a los asesinados o para reprochar a los gobiernos español y francés sus actos.
Al final parece que solo deban tener derechos los malos, y los buenos también precisan que sean con ellos flexibles. Y hasta que les quieran.

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