Parece solo una imagen reflejada en un cristal, pero en realidad es un
niño que se asoma a una maravillosa ventana, la de la vida. Algo que por
cotidiano solo vemos y pocas veces miramos. He aquí un simple espacio lleno de
luz, pero no por la que entra por esta ventana, si no por la que irradian
quienes se asoman a ella.
A un lado y
a otro niños y jóvenes, y también maestras, monitoras, cocineras, limpiadoras y
un ejército de hombre y mujeres dedicados a ellos. Libros, palabras, libertad
de movimientos, invitaciones a dialogar y un aire lleno de sinergias. Es la
magia de un colegio, es el milagro diario de la educación. Gracias a cada uno
de esos maestros, tengan tiza o no, que abrís cada día esta ventana a la vida,
y a los niños que se asoman a ella.
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