En esa vehemente capacidad taxonómica que tenemos los humanos, todavía no hemos encontrado espacio para medir y catalogar la tontería y la precariedad moral. Llega a nuestras pantallas, a nuestras páginas o a nuestras ondas un señor que dicta un color, una línea o una imagen y rápidamente exponemos lo acertado de su idea. Alabamos la capacidad de ese "genio creador" para anticiparse al futuro, para escrudiñar en nuestro subconsciente y dar forma a sensaciones e ideas que si no, no podríamos hacer reales.
Son los "genios" que interpretan nuestra vida y marcan al dictado formas y comportamientos. Así, estamos acostumbrados a alabar películas infumables (calificadas de culto), prendas de vestir que un castizo denominaría llanamente horteras (cortes innovadores) o piezas de arte que serian objeto de mofa en un jardín de infancia (instalaciones o atrevimientos estéticos).
Y convivimos con ello, a medio camino entre la incredulidad de que tantos mortales seamos tan tontos como para no entender la corriente de la historia que nos arrastra, o la sensación de que una carcajada permanente nos envuelve, desprendida de esos que llamamos la elite. Y lo aceptamos. Pero todo, más tarde, nos cobra un peaje.
Hay gente que cree que la risotada ridícula en que se ha convertido una buena parte de lo que llamamos hoy arte y cultura de vanguardia, es gratis. Y no.
Un ejemplo le podemos encontrar en las pasarelas que estos días empiezan a bullir por todo el planeta, presagiando (dictando, quería decir), las tendencias de moda de las próximas temporadas. O también en las páginas de moda y estilo que informan (o adoctrinan, no se muy bien), de cómo debemos decorarnos para mantenernos integrados en nuestro entorno con éxito y aprobación.
Ante la indiferencia de una parte de la sociedad y la indignación de los protagonistas de nuestra cultura, ante tamaña falta de capacidad intelectual para comprender el arte en tela, la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y la Bulimia (Adaner) viene reclamando medidas contra la exhibición de modelos de "delgadez extrema" en esas pasarelas y páginas. La defensa del mundo de la moda es clara, las modelos están sujetas, antes de cualquier desfile o sesión de fotos a un estricto control de su índice de masa corporal, lo que permite excluir a aquellas jóvenes que difundan, con su aspecto un mal ejemplo.
Desgraciadamente, no es la primera vez que esta asociación, y cuatro voces más, reclama que se cumpla la ley, que se sigan las recomendaciones establecidas por el Senado desde 1999. Ya entonces, esta institución, según recordó en su día María del Carmen González, portavoz de Adaner, solicitó al mundo de la publicidad y de la moda que no utilizara la imagen de la mujer con un peso inferior a unos "límites saludables", una recomendación que sigue siendo desoída, aunque menos, o camuflada, a fin de provocar una mala imagen del mundo de la imagen.
Cada vez que el debate se reabre, algún partido político se lanza a la yugular de la administración que toque atacar. Política, nada más. Los organizadores del desfile que sea se muestran entonces indignados, mostrando su más enérgica (no normal, si no enérgica) indignación contra tan sórdido ataque a la libertad de creación. Luego algún creador argumentará algo tan peregrino como que la mayoría de las modelos son eslavas, y esas son de una estructura ósea delgada y estrecha de cadera. Vamos, que son rubenianas pero las vemos delgadas por un efecto óptico.
Puede ser, pero yo, con mis 1,77 de altura y mis 58 kilos soy incapaz de ponerme la ropa de Lucia, una chica vecina de ilusiones en mi universidad que aspira a modelo, que exuda juventud y belleza, que anhela ser figura de las pasarelas, que no camina tintineante por Cibeles, pero que ya esta metida en el engranaje de books, centros comerciales y casting fotográficos. Lucia, seguro que la conocéis, la llaman el perchero, por sus omóplatos. Que pena.
Lo mas penoso no es la inhibición de las autoridades, más pendientes de cosas realmente importantes, como la creación de la selección catalana de hockey subacuatico (¿?). Ni el silencio de muchos medios de comunicación (todos tenemos nuestros intereses), sino la actitud, cuando no displicente abiertamente provocativa de los diseñadores, o al menos, de algunos de ellos.
Pero claro, el próximo Madrid fashion week es mas importante que la salud y la pedagogía sanitaria. Que a estas alturas de la vida, firmas y diseñadores nos vengan con que sus modelos tienes curvas, comen de todo, y se hinchan a lentejas, es para acabar de dejar de creer en la especie humana.
He visto otra vez un reportaje de Telecinco en el que la modelo Arantxa Santamaría aseguraba que "en época de desfiles nos exigen estar extremadamente delgadas". Otras modelos confesaban que les imponen las tallas 34 y 36, mínimas para jóvenes que superan el metro ochenta y no pesan más de 52 kilos.
Las imágenes de chicas, de niñas, encorvadas por su osera, de ojos hundidos, de pechos inexistentes o de laterales rectos, no son invenciones. Tan solo basta unos minutos de observación en los perfiles de instagram de muchas modelos conocidas, para tener la necesidad de cerrar los ojos, ante esas míticas poses de una modelo machacándose en un gimnasio o haciéndose un selfie ante un espejo, mostrando sus pieles en ropa interior.
Ante esas evidencias la postura más normal es la de diseñadores que juran y perjuran que no recuerdan ni una sola modelo que desfilara en sus shows que estuviera demasiado delgada, pues, a su juicio, todas son "divinas" y "parecen sanas". Sin comentarios.
¿Es una banalización recordar que las asociaciones que luchan en el mundo de la anorexia y la bulimia constataron en el ejercicio 2013 un incremento del 19% en los casos registrados de menores y mayores de 65 años, y un 22% en niñas entre 11 y 21 años?. ¿Es banalizar recordar que la moda, como otras manifestaciones públicas de la imagen, tienen una influencia decisiva en el modelado de los hábitos y las formas culturales de la población?. ¿Es banal explicar que comerciar con el cuerpo y la ilusión de las personas es inmoral?. ¿Es banal exponer que nuestra sociedad sigue teniendo un grave problema de respeto hacia la mujer, que vivimos episodios diarios de violencia, desigualdad y falta de respeto a nuestra dignidad?. Luego nos alarmamos cuando un marido mata o pega a su mujer, cuando un político o un famosillo hace un comentario peyorativo de una "tia", cuando la guardia civil detiene a un grupo de sinvergüenzas que trafican con fotos de mujeres o con ellas en persona, o cuando una ingeniero cobra la mitad que alguien de su misma titilación, pero con otras hormonas.
Sabéis chicas lo que primero que os preguntaran si entráis en un chat "¿como eres?, ¿Que tal de pecho?", eso si no te preguntan directamente si eres sumisa. Pues esa es la cultura que estamos forjando. Una mujer es lo que es su cuerpo. Un objeto de disfrute, táctil o visual, y por tanto modelable, ajustable o reducible... a una 34.
Imágenes de perfiles públicos de instagram
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