Siempre
llego tarde. Cada vez que intento cruzar la calle unos segundos me detienen.
Pocos, pero muchas veces. Pocos, pero juntos tantos como los que hubiera
precisado para quererte. Pocos, pero tantos como hubiesen sido necesarios para
evitar estar tan lejos. Tan pocos que pasan desapercibidos en nuestras vidas.
Tantos que, aunque no lo sepamos, van diluyendo el tiempo, desperdiciando lo
que deberían haber sido nuestras vidas.
Hoy, quieto
en la calle, viendo el devenir de las luces, he pensado en ti, y en ese tiempo
que hemos perdido, esperando en una acera, viendo como cambian las luces, en
lugar de encender nuestras vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario