Un enjambre de líneas y unos puntitos rojos.
Un patio de deportes, bajo el sol
de primavera es uno de los lugares más emocionantes de un colegio y uno de los
que guarece más recuerdos. Ninguno de esos niños se pierde en ese bosque de
líneas, mientras que si fueran adultos sería preciso un guardia, dos glorietas
y una red semafórica, amén de otro guardia para poner las multas. Todos
comparten un mismo espacio, y sin barreras sabrán convivir en distintos juegos,
y respetar sus reglas y convivir sin robar balones ni terreno. Si fueron
adultos ya habrían levantado muros y vallas, y habrían echado a los menos
enérgicos para ampliar su campo, y sustraído balones por el simple hecho de
acumular trofeos. Si fueran adultos mandarían e intentarían enseñar. Como son
niños obedecen, aprenden y conviven.
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