Con nueve
años, Dani (León 1995), no pasaba desapercibido en su colegio, el Agustinas
Misioneras de la capital leonesa. Mediada la primaria, pocos reparaban ya en
que aquel muchacho espigado, enjuto y delgado tuviera un brazo derecho poco
desarrollado, sin antebrazo y del que apenas asomaban dos dedos. Era la parte
más visible de un síndrome, el de Part, que había marcado su cuerpo en los
últimos meses de su gestación.
Pero una fe
inquebrantable en sí mismo, el apoyo de su familia y muchas horas de ensayo
habían hecho de él un líder. Ninguna, como aquella mano pequeña e inacabada,
manejaba el balón de baloncesto. Sus tiros, sus pases y sus canastas eran ya
famosas en las ligas escolares de León, y su habilidad y superación la fuente
de respeto de sus compañeros. “No tengo tiempo”, respondía a quienes muchos
días le gritaban al salir de clase, ”¿Dani, vienes a jugar al parque?”.
Tras cada
jornada, y cada entrenamiento en el pabellón del San José le esperaba la
piscina, donde largos interminables habían forjado en él a uno de los nadadores
más prometedores de Castilla León. Al final del día, poco antes de afrontar en
casa sus tareas escolares, una hora de violín, su gran pasión, la que, calmado
su cuerpo, exalta cada día su cuerpo.
“Dani no es
muy hablador, pero si muy comunicativo, cada gesto, cada acorde, cada mirada,
te cuenta continuamente lo que siente, y debes saber leerlo, porque el necesita
mucho hablar con esos silencios y que converses así con él”.
Lo dice su
madre, con una mirada vidriosa, desbordada de orgullo. Ella y su marido han
volcado en el segundo de sus hijos un esfuerzo enorme para seguir el paso que
marcaba Dani. “No se puede decir que sea un niño hiperactivo, pero su cuerpo
demanda un esfuerzo continuo, necesita tantear sus límites de forma continua,
exigirse e ir más allá”.
Su padre
brega a diario con Dani. Le trae, le lleva, le anima, le escucha, le apoya, le
estimula y le frena, porque en ocasiones es preciso. “Sus notas son buenas,
cumple con sus obligaciones y es un niño cariñoso y sufrido, así, no puedes
decirle nunca que no”.
El deporte
le ha ayudado a superarse, pero también un duro tratamiento. Visitas continuas
a especialistas de Madrid y Barcelona y
varias operaciones han conseguido hacer más funcional su brazo. Ha sufrido
intervenciones, dolorosos aparatos, infecciones y hospitalizaciones, pero su fe
no se ha quebrado.
Con diez
años ya era campeón de baloncesto. Con once hacia duatlon. En los años
siguientes comenzó a participar en los mejores duatlones naciones, pero no de
deporte adaptado, si no compitiendo con niños y jóvenes sin discapacidad.
Con tan
solo 15, y tras liderar a la selección castellano leonesa en los campeonatos
nacionales, donde obtendría el oro en longitud y triple salto, acudió a la
llamada de la selección de atletismo adaptado para participar con la selección
española en los europeos de Stadskanaal (Holanda), en un equipo con figuras
como David Bravo, doble campeón de España paralímpico en triple salto y salto
de longitud o Abderrahman Ait Hhamouch, doble medallista en Pekín en medio
fondo.
Desde
entonces Dani domina con claridad el atletismo castellano y la natación, de la
que es campeón regional de 50 braza y 50 espalda, con su club, el Sprint de
León, y ha revalidado en sucesivos nacionales sus medallas de longitud y triple
salto.
Sus
triunfos en los campeonatos regionales, nacionales, millas urbanas, criteriums
y pruebas de decatlón y ciclismo nos han pasado desapercibidos para las
autoridades deportivas, que han visto en él a una de las estrellas más precoces
y con más proyección de nuestro deporte, integrándole en el proyecto Liberty,
un equipo formado por una veintena de jóvenes promesas del deporte con
discapacidad física, psíquica o parálisis cerebral.
Con poco
más de un año de vida, el equipo Liberty Seguros, impulsado por el Comité
Paralímpico Español, con el apoyo de varios patrocinadores se ha propuesto
detectar y formar a jóvenes promesas de varias modalidades deportivas. En
atletismo, la disciplina donde más se ha avanzado en el proyecto, Dani, y otros
valores en alza como Montse Mellado o Daniel Ayora pueden, gracias a este
proyecto, emplear el mejor material deportivo adaptado, usar las instalaciones
de primer nivel de la federación, aprender con los mejores técnicos
paralímpicos, mejorar su técnica y preparación física y compartir experiencias
y aprendizaje con las grandes figuras de nuestro deporte adaptado o los becados
del programa ADO. En este tiempo, Dani ya ha podido asistir a dos
concentraciones, en el centro deportivo de San Javier y en el Centro de
Tecnificación Deportiva Infanta Cristina de los Alcázares, ha asistido a
pruebas nacionales e internacionales que si no habrían estado vedadas para él,
por motivos económicos y dispone de un seguimiento continuo en su formación.
“He
mejorado mucho desde que estoy en el programa, pero debo ser humilde y recordar
que tengo mucho que aprender y que crecer”.
Ya está en
la universidad, y ya no es aquel adolescente desconocido. Pero sigue siendo
humilde, sigue creciendo, y sigue lleno de ilusiones. “En España hay grandes
campeones como David Casinos y Ruth Aguilar, mi trabajo es coger el testigo en
Rio de Janeiro. Mi objetivo ser útil, y ser feliz, haciendo deporte”.
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