La imagen fascina a los niños, como los espacios y los
objetos. Tanto que en el afán por atraer su atención no es difícil que
convirtamos la escuela en un ejercicio de extravagancias o artificios. Pero
educar es enseñar a descubrir lo que no es evidente, lo que esta detrás de lo
invisible, y no deformar lo verdadero. Paredes, aparatos y objetos solo son el
decorado de la autentica educación, un niño y su maestro, y con tan solo una
palabra y un gesto de por medio.
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