Han pasado casi 8 . Éramos casi un centenar y recorríamos Europa camino de
Roma, para rendir homenaje a un belga que había enseñado a muchos españoles
como vivir sólo para los demás. La imagen recoge a parte del grupo en un
colegio romano, en una fiesta con jóvenes de varios países. Aquella tarde era
12 de octubre, era la fiesta de decenas de pueblos, y entre ellos el nuestro.
Sacamos la bandera de nuestra ciudad y la de nuestro país y compartimos todo
con los demás, empezando por nuestra alegría. No nos sentíamos exclusivos ni
excluyentes, no era más que un signo de lo que éramos. Como lo hubiera sido
exhibir la camiseta de un equipo, el color de nuestro pelo o el sonido de una
canción. En aquella ciudad extraña nada nos rechazó ni nos hizo pensar que
hacíamos mal siendo españoles. Seguimos siendo los mismos, seguimos
sintiéndonos igual
No hay comentarios:
Publicar un comentario