Vivieron protegidos por un luminoso techo y unas cálidas
manos. Cuando llegue el día atravesarán el umbral, soltaran nuestras manos y
asirán con fuerza la maleta hecha en estos años. Sentirán frío, con el viento
golpeando su cara, sentirán miedo al ver el cielo emborronado, se sentirán
solos, frente a cielos oscurecidos.
Bastará una palabra con la que les indiquemos el lugar por
donde el sol se abre paso, para que inicien sin temores su aventura.
Dedicado a esos niños que pronto se irán de nuestra casa, a
otras ciudades, con otras voces amigas, en las universidades que les acogerán.
Sin miedo, detrás de las nubes siempre esta el sol, y bajo él, la luz de
vuestros ojos.
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