viernes, 12 de junio de 2020

Un año agridulce




El lunes participé en un encuentro virtual que sustituía lo que debería haber sido una bonita entrega de premios en Madrid. Luego me ha llegado un pequeño objeto, ese que querían darme el lunes y que no pudo ser. Un premio no por un trabajo, si no a una trayectoria que lentamente se apaga. Está siendo un año muy difícil para mucha gente, así que las alegrías deben ser discretas.
Pero pese a ello y a alguna puñalada ha sido un año en el que me siento orgulloso de haber contribuido, aunque con solo un pequeño granito, a una historia de éxito, la de esa familia que llamamos Colegio Ntra. Sra. de La Paz - Torrelavega . He conseguido que mis niños representen una vez más a España en una sesión plenaria del Parlamento Europeo y disfruten de una gran viaje, mis compañeros han participado con nuestros proyectos en Bruselas en un congreso sobre la dimensión social del proyecto Erasmus, en el que hemos sido el único colegio español seleccionado. Hemos puesto en marcha dos proyectos europeos de largo recorrido y que darán a la Paz muchas alegrías, hemos fortalecido el proyecto eolapaz, una vez más premiado y cada vez más visitado, después de 735 semanas en la red, estamos en dos proyectos colaborativos de ámbito nacional, he tenido el honor de formar parte del jurado de uno de los más prestigiosos premios del país y hasta nos ha visitado el presidente Revilla, lo que ha hecho mostrarse a la Paz como lo que es, un gran centro educativo construido con esfuerzo y con mimo por mis compañeros. He dado clase (con mayor o menor fortuna) a 187 jóvenes, de los que he conseguido sacar adelante a 183, aunque con los otros 4 aun no me he rendido.

Seguro que se me olvida algo, pero no parece un mal balance en un año construido con el esfuerzo y el sacrificio de mis niños, de mis compañeros y de quienes un día tuvieron la desgracia de ser mis alumnos y hoy, no se porque, son mis amigos.
Un año más que acaba, un año menos para que se acabe. Un año, como tantos de los últimos, en el que lo malo ha sido poco, pero muy intenso y muy doloroso, cubriendo con mentiras lo poco bueno de lo que un viejo profesor puede ya disfrutar.
A quien lea esto solo quería darle las gracias por su ayuda y su confianza en mí y pedirle perdón por, una vez más, tantos errores.

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