Estos días
miramos con tristeza las noticias que nos muestran, de medio tapadillo, la difícil
supervivencia de miles de animales en un Ártico mutilado, donde el hielo
comienza a ser un producto de lujo.
Pronto
podremos ver (como recientemente denunciaba la activista Aaju Meter) la
actividad psicótica y salvaje de los cazadores de focas del ártico con el
consentimiento de gobiernos que se dicen civilizados, un asesinato (el deshielo
y la caza) voraz y sádico ejecuta, por motivos injustificados, a miles de
animales. Junto a ellos, el antaño polo norte, también muere, derritiéndose su
manto blanco, ante la risa con espumarajos de las grandes compañías mundiales
que ven como el hielo abre la lata de millones de dólares embutidos en oro,
petróleo, gas y quien sabe que.
Pero a
veces nos olvidamos que la ecología también incluye al hombre. Entre tanta
sangre de foca que mancha de rojo el poco hielo que pervive, los pueblos indígenas
del ártico, también mueren. Pueblos milenarios como los esquimales, se
encuentran en este momento en trance de perder su vida y su cultura, por causa
del cambio climático que derretirá el hielo, cambiará su hábitat y con ello su
forma de vida.
Un reciente
estudio de la investigadora noruega Grete K. Hovelsrud demuestra que los
habitantes del polo podrían en algunos casos adaptarse a los cambios, como en
parte han hecho en el pasado, pero que la magnitud el cambio que se avecina
destruirá irremediablemente sus tradiciones y conocimientos.
En la
región ártica que se extiende a lo largo de Alaska, Groenlandia, Siberia,
Canadá y Escandinavia, viven actualmente unos cuatro millones de personas,
pertenecientes a varios grupos indígenas, de los que el más importante es el de
los "saami", que habitan en Noruega, Suecia y Finlandia, y tras ellos
los "inuits", también conocidos como esquimales, presentes sobre todo
en Alaska y Canadá.
Los
esquimales se instalaron en estas tierras hace más de 6.000 años, basando desde
entonces su economía en la caza de focas, ballenas y osos, animales que viven
en un hielo que se reduce a una velocidad del quince por ciento cada año.
El deshielo
y el aumento de la temperatura en el casco ártico también está dejando ver ya
algunos cambios en el ecosistema animal, como en Noruega, donde el bacalao se
desplaza más al norte en busca de aguas más gélidas, o en Groenlandia, donde se
han descubierto nuevas especies de peces hasta ahora desconocidas en la zona.
Pero este
deshielo tiene otros efectos negativos, como la subida del nivel del mar,
llegando a inundar pueblos costeros, una mayor erosión de estas zonas, y la
desintegración de grandes placas de hielo, que permitirán el paso de buques y
barcos de gran tamaño, con la contaminación que ello conllevará.
Todo ello
llevara, creen los expertos, al fin de la cultura inuit diluida entre otras
culturas que dotadas de mayor tecnología y poder, dominaran a partir de ahora
este hábitat cambiante.
Grete
Hovelsrud que dirige el Centro para la Investigación del Clima y el Entorno de Oslo
(Noruega), ha asegurado que los indígenas polares se sienten "muy
tristes" e "impotentes" ante esta situación, más aún teniendo en
cuenta que el Ártico sólo aporta el 2% de las emisiones globales de CO2, la
principal causa del calentamiento del planeta.
Un
genocidio más, silencioso y poco conocido, pero un asesinato mas al fin y al
cabo, el de nuestro planeta.
imagen
nadavneuhaus.photoshelter.com
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