Vivir en la piel de otro", así definió Mitch Albom en "Martes con mi viejo profesor" el destino de quienes, presuntuosamente, así nos consideramos.
Son vidas extrañas, en las que el pasar de los años te recuerdan con insistencia diaria los errores de tu vida, cada uno con un nombre, con un rostro, y con un gran hatillo de ilusiones que, quizá por ti, quedaron en el umbral de la juventud.
Un error por cada niño al que no ayudaste, uno por cada vida a la que tu atención no fue suficiente. Uno por cada olvido.
Pese a todo, en ocasiones la vida te hace reencontrarte con ellos. Es entonces cuando tomas conciencia de la fortuna de seguir compartiendo vidas ajenas, de poder mirar a los ojos a un joven y arrancarle una sonrisa, de sofocar su tristeza con solo un susurro, de despejar caminos y tranquilizar ansiedades con solo unas palabras, cuando la incertidumbre les asalta.
Son los reencuentros que te hacen ver que recuerdan que haber vivido sus sueños fue importante, solo porque fue a su lado.
Son vidas extrañas, en las que el pasar de los años te recuerdan con insistencia diaria los errores de tu vida, cada uno con un nombre, con un rostro, y con un gran hatillo de ilusiones que, quizá por ti, quedaron en el umbral de la juventud.
Un error por cada niño al que no ayudaste, uno por cada vida a la que tu atención no fue suficiente. Uno por cada olvido.
Pese a todo, en ocasiones la vida te hace reencontrarte con ellos. Es entonces cuando tomas conciencia de la fortuna de seguir compartiendo vidas ajenas, de poder mirar a los ojos a un joven y arrancarle una sonrisa, de sofocar su tristeza con solo un susurro, de despejar caminos y tranquilizar ansiedades con solo unas palabras, cuando la incertidumbre les asalta.
Son los reencuentros que te hacen ver que recuerdan que haber vivido sus sueños fue importante, solo porque fue a su lado.
Feliz Navidad, que vuestros sueños se cumplan
La imagen es en la estación de Sol de Madrid, en junio de 2016, con parte de mi equipo de redacción, tras recoger un premio, camino de un tren que nunca cogimos, por mi culpa
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