Envuelto en
flores Ramón, más atrás, a la derecha, desnudo de adornos Luis. Al fondo,
perdida, Isabel. Fueron hermanos, y compartieron la felicidad de una vida. Una
herencia, algo de avaricia y un poco de incomprensión les enfrentó. Murieron
uno a uno, sin lograr nada, y perdiéndolo todo. Sus hijos, presa del odio que
en ocasiones nos embarga, creyéndose con la razón que creemos que justifica
nuestras malas locuras, han seguido la guerra. Colocando a cada hermano en una
parte del cementerio, dándose la espalda incluso tras la muerte. Hoy se
esquivan cuando llevan flores. Quizá para evitar la vergüenza de no haber
ofrecido perdón, ni la manera de haberse mostrado humanos.
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