Todos
entendemos en estos días que la violencia y la violación de los derechos de una
persona eran transgresiones absolutas, abyectas y rechazables en todo tipo de
circunstancia o proveniente de todo tipo de personas. Incluso todos entendemos que
podían existir, ante ese hecho tan despreciable, agravantes que lo hicieran aun
más repugnante.
Pero no siempre ha sido así, y tampoco hay que remontarse
mucho. En ocasiones, eso de que maltratar a una mujer es malo, depende, que hay
eximentes y que, por ejemplo, si la persona maltratada es una menor, no pasa
nada, porque, según la audiencia de Santander en el año 2009, en esas edades no
hay relaciones estables, sino simples ensayos, y ya se sabe, en los
entrenamientos puede haber golpes sin importancia, como en el fútbol. Y a esas
edades no hay proyecto de futuro, como mucho un ligue.
La firmante
de esta hazaña de la jurisprudencia fue Paz Aldecoa, juez ponente de esta
sentencia en el juzgado de lo penal numero 2 de Santander, que sancionó en su día
con 60 euros y seis meses de alejamiento a J. M. G. L., un angelito que se
dedicó a amenazar, coaccionar y acariciar a una vecina. Pero nada más, violencia
de género no hubo.
La juez y
sus compañeros de toga basaron su decisión en el artículo 173 del Código Penal,
que es el que define y delimita el delito de violencia de género, y que se
aplica a todo hombre (es un decir, porque poco hombre se puede ser si se
maltrata a una mujer) que comete delito sobre "quien sea o haya sido su
esposa o mujer que esté o haya estado ligada a él por una análoga relación de
afectividad aun sin convivencia". Y aquí esta el quid de la cuestión, en
la interpretación de la frase "análoga relación de afectividad".
Una de las
virtudes de los jueces no es su capacidad para acumular conocimientos y leyes,
sino su sabiduría, su capacidad para interpretar las situaciones, para aplicar
el espíritu de la ley, la intención última de la sociedad y sus representantes
para solucionar un problema cuyos múltiples aspectos, es evidente, no se pueden
reflejar en la letra de la ley.
Ya sabemos
que toda mujer debe ser protegida, pero quizá, solo quizá, unas más que otras.
Y uno de esos grupos de mayor riesgo es el de las más jóvenes. Porque una chica
de 16 tiene menos capacidad de discernimiento y más de atontamiento que una
mujer de 40, y porque en esos años, y yo creo que aquí esta la clave, es donde
se crean los pilares de las relaciones sociales posteriores, los cimientos de
los comportamientos, que como el caso del fulano este, deben erradicarse como
mala hierba desde el principio.
Pues no,
para algunos jueces los protagonistas de nuestra historia no estaban juntos
para constituir una pareja estable, cosa que se puede entender entre adultos,
pero no en gente escolarizada. Así que si una chica es mayor y te acercas a
ella para casarte de blanco, ni la toques, pero como lleve mochila …, total, en
el futuro no la querías “pa na”, que más da. No eran pareja, no existía ese
formalismo, era un simple enamoramiento pasajero, así que las amenazas y
vejaciones tampoco debían ir en serio.
No se si ley
dejó un cabo suelto muy gordo, o algunos jueces son incapaces de comprender la
trascendencia de una decisión que abre la veda a una actitud de desprecio a la
mujer, desde los inicios de toda relación social. Fijaros que en este caso
estamos hablando de una niña de 13 años, que comienza a salir con un tío con el
que luego corta, y como este no quiere, y entiende, cosa que los jueces no, que
ella es su posesión, reclama el derecho de pernada. La intimida en el centro
donde estudia, la grita e insulta en público, amenaza a sus amigos, la roba el
móvil, la tira al suelo y la arrastra por la calzada. Pero como era un tonteo
entre chavales, como el no había pedido su mano todavía...
Somos lo
que interese. Un ejemplo es Dinamarca donde la organización no gubernamental
Born og Unge I Voldsramte familier, que se dedica a la defensa de los derechos
de mujeres menores de edad ha denunciado la venta de un video juego denominado
Hitthebitch (pega a la zorra), una de cuyas propuestas es dar de bofetadas a
una adolescente atractiva, hasta que la tires al suelo o la hagas sangrar,
mientras, claro la insultas. El papel de ella es provocarte empinándote el
tercer dedo y, claro, el tío que va a hacer, sacar su lado masculino y liarse a
palos con ella.
Gracias a
nuestra audiencia, los jóvenes de Santander ya no necesitan pagar una pasta
para comprar el juego, o jugársela con la SGAE bajándole de internet, puedes abofetear a tu
novia en Cañadio, que no pasa nada, cosa de crios.
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