lunes, 5 de marzo de 2018

¡Delenda est pollutio!



Podría ser parte de un videoclip en Enrique Villarroel para su tema frío, pero solo es una muestra del uniforme habitual estos días en Rusia. Una imagen que está inundando Europa y que ha dejado estampas como la plaza de San Pedro del Vaticano pintada de un hermoso manto blanco. Pero la pregunta que hoy nos hemos hecho en hablineses no es tanto porque hace frio, si no porque el archipiélago de las Svalvard, en la zona septentrional del ártico tiene, al mismo tiempo que los demás mortales nos helamos, trece grados sobre cero. ¿Qué esta ocurriendo?.


La pregunta tiene su importancia porque esta paradójica situación está siendo usada por los negacionistas para justificar sus teorías sobre el calentamiento actual del planeta. Y es que según los “trampistas” la única variable de la temperatura terrestre es el nivel de insolación, o lo que es lo mismo la energía que nos manda ese gigantesco reactor nuclear de fusión que llamamos Sol.
Y es que , eso es cierto, el sol funciona con arreglo a ciclos de 11 años, que forman parte de los mínimos de Maunder (400 años según los Mayas),  estos de ciclo largo de 5200 años y estos de otros más largos denominados glaciares e interglaciares que ya fueron medidos por los mayas. Según este complejo sistema de funcionamiento solarnos encontraríamos en el punto máximo de un ciclo y por tanto en un momento de inflexión climática, que nos llevaría a nueva era glaciar. Pero esta teoría de la conspiración galáctica contra los pobres humanos tendría, según estos científicos y políticos del lobby petrolero un segundo componente. El calor en la superficie de la tierra depende también de la posición relativa del Sol y la Tierra, siendo en este momento esta posición muy horizontal con respecto a la eclíptica terrestre, el plano imaginario sobre el que se mueve la tierra.

Negar estos argumentos puede resultar necio, pero convertirlos en la única explicación de los cambios climáticos que estamos viviendo es una estupidez tan grande como pensar que el CO2 que está enterrando la vida en este planeta no es de origen humano.

La realidad es que, soles al margen, nuestro sistema climático funciona de una manera osmótica, como esas centrales de procesamiento de agua marina que a través de una membrana permite que el agua sea cada vez más dulce y la salmuera cada vez más salada.
El calentamiento global producido por la contaminación humana está haciendo que la mayor fábrica de hielos del planeta (El Polo) se encuentre cada vez más caliente, lo que impide la formación de hielo. Sin él, no hay barrera para evitar que las corrientes marinas (como la del Golfo) inyecten agua caliente cada vez más al norte. Ellas son las responsables de flujos de aire caliente que van hacia el norte calentando las aguas que crean, alo tras año, un Polo libre de hielo.

El argumento está avalado por La Organización Meteorológica Mundial (WMO) que ha explicado estos días que el profundo enfriamiento en Europa ha sido causado por “un calentamiento repentino de la estratosfera sobre el Polo Norte”, tal y como adelanto en 2004 el cineasta Roland Emmerich en su película “El día de mañana”. Una película que acaba de ser sacada del género de ciencia ficción.
“La corriente en chorro se vuelve más ondulada, lo que significa que el aire más frío puede penetrar hacia el sur mientras que el cálido va hacia el norte”, era la pavorosa explicación que esta semana daba al Times Nalan Koc, director de investigación del Instituto Polar de Noruega.
Para corroborarlo solo hace falta fijarse en las costas septentrionales de Canada, Alaska o Groenlandia, donde la presencia de agua líquida es muy superior a otros años
Solo queda, ante tanto dato, bajar la cabeza, reconocer la culpa y poner en marcha iniciativas universales para frenar esta dinámica. Y eso no es solo objeto de debate y acción en cumbres climáticas y entre países, si no de cada uno de nosotros.
Es necesario que cada uno hagamos lo necesario para que los edificios no consuman tanta energía en generar calor porque lo pierden por paredes y ventanas. Es preciso que las mercancías de nuestro comercio global se muevan en contenedores a través de túneles con impulsión eléctrica, con la electricidad producida mediante centrales termosolares.  Es preciso que los transportes colectivos sean eléctricos y tan eficientes que las personas abandonen su transporte privado por este, más atractivo. Es preciso cambiar, generar un cambio profundo en nuestra cultura, nuestras costumbres y nuestra conciencia de que si nada cambia , nuestra vida cambiará mucho, y a peor

Imagen Gleb Garanich (Reuters)

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