La conocí cuando solo era una niña sentada en un pupitre, con una sonrisa amplia, una mirada luminosa y una cabeza inquieta y anhelante. Hoy la he visto en la portada de una revista de éxito. Ha perdido peso, tiene la mirada más triste y ya no decide sobre si misma, pero ha cumplido un sueño esperado, y eso cree que la hace feliz. Y es que a veces, buscando el cielo nos ahogamos en el mar, porque todo nos parece azul, y no distinguimos sus tonos.
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