Un aula es la cuna donde se mece el respeto. Porque el respeto permite escuchar, y con su sonido crecer. El respeto hace admirar lo diferente, hacer propio lo ajeno, asumir lo distinto y engrosar nuestra mirada. El respeto nos hace fuertes, con cada gesto que dedicado por los demás nos hace ver que somos valiosos, que somos útiles, que importamos. Es esa actitud diaria que envuelve nuestra existencia en una sonrisa y nos demuestra que más vale amar que resultar indiferente.
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