Tras la llegada de los borbones España vivió una segunda época dorada. La estructura del país siguió marcada por los estamentos, el absolutismo y la economía agraria y mercantilista, el llamado Antiguo Régimen, pero la influencia de la ilustración y la nueva monarquía modernizaron muchos aspectos de la cultura, la educación y la economía, recuperando el país su prestigio mundial.
1. EL
CONCEPTO DE ANTIGUO RÉGIMEN
Denominamos
Antiguo Régimen al conjunto de características políticas (leyes e
instituciones), económicas, sociales y culturales (tradiciones, ideologías,
creencias y mentalidades) que se iniciaron en el XVI con la España de los Reyes
Católicos, y que pervivieron hasta el siglo XVIII. Era un sistema oligárquico y
estamental de origen medieval, pero que en el siglo XVIII tomo ciertos rasgos
peculiares, en la forma del estado del despotismo ilustrado.
Uno de sus
rasgos mas distintivos, y que mas especialmente debes destacar, es que es un
sistema oligárquico, de raíz estamental, basado en el sistema de señoríos, en
los cuales, los privilegiados sustituían el poder real por su propia autoridad,
bien en sus tierras (señorío territorial) o en zonas asignadas por la corona
(señorío jurisdiccional), asumiendo funciones propias de un estado (impartir
justicia, cobrar impuestos, etc.).
1.1.
CARACTERES IDEOLÓGICOS
Esta teoría
del Trono y del Altar, vital para comprender este régimen, establecía que
existe un solo Dios creador, que se revela a los hombres a través de la Biblia. Esta es
interpretada por la Iglesia
(depositaria del poder y la sabiduría divina) y protegida por el poder del rey,
cuya misión es mantener en la tierra el orden deseado por Dios.
Esta teoría
proporcionaba al mundo del AR una absoluta estabilidad, dado que solo la Iglesia , como depositaria
y administradora de las cosas de Dios, estaba autorizada a interpretar su
palabra y decidir si las normas, sagradas o profanas, incluida la ciencia, eran
conformes al proyecto de Dios. De ahí se derivaban aspectos tan relevantes como
el poder absoluto de los reyes, la existencia de privilegios, la connivencia
entre poder político y religioso o la existencia de una sociedad estamental,
orden divino que garantizaba la especialización social y la complementación de
ls individuos en aras de un beneficio común
1.2.
CARACTERES POLÍTICOS
Básicamente,
el AR era un régimen absoluto cimentado en el poder de los nobles y los
señoríos y justificado por la iglesia. Sin embargo, durante el XVIII, adopto
ciertas peculiaridades, en respuesta a la influencia de la Ilustración y al miedo
de una actitud menos sumisa de la población, en un mundo, donde la razón
comenzaba a abrirse paso. Así nacería el Despotismo Ilustrado, un absolutismo
con preocupación por el desarrollo económico y cultural, que empleo algunos
métodos ilustrados, pero que estaba limitado en su desarrollo por la protección
a los privilegios.
Con todo,
el monarca era absoluto en todos los órdenes, no encontrándose limitado por
ningún poder. Este poder se ejercía a través de los funcionarios y los señoríos.
No existe división de poderes, el rey ejerce el legislativo, el ejecutivo y el
judicial. El centralismo administrativo se sostenía en las secretarias de
despacho.
Era un
sistema afanado en modernizar la sociedad a través de las reformas, pero, como
indicaba la frase «todo para el pueblo pero sin el pueblo», sin interferir en
las mismas bases del sistema. Como hemos visto en el tema anterior, ello
llevaba a no tocar los privilegios, ni la estructura fiscal que permitía la
evasión de los grandes propietarios, ni a abordar el mal reparto de la tierra.
Por eso, como hemos visto, los ministros de Carlos III utilizaron rodeos,
evitando reformas radicales, que a algunos (Esquilache u Olavide), les costaron
caro. Así se vendieron baldíos y tierras realengas, se sanearon territorios
encharcados o baldíos, pero sin alterar lo más mínimo la estructura de los
latifundios. Con ello se aplazaba indefinidamente la necesaria reforma agraria,
que hubiera sido la vía más directa para la solución definitiva del problema.
Otra
peculiaridad política residió en la desaparición de la vía foral, una vez
reducidos los fueros territoriales (que no desaparecidos), tras los decretos de
Nueva Planta
1.3.
CARACTERES SOCIALES
El AR era
una sociedad estamental, donde los hombres se dividen desde su nacimiento en
tres grupos cerrados, inflexibles y separados por privilegios económicos
(amortización, vincolismo, mayorazgo, propiedad o exención de impuestos),
políticos (el ejercicio de jurisdicción y el monopolio del poder central) ,
sociales (preeminencia y honor para los nobles) y jurídicos (tribunales y
códigos legales separados y beneficiosos).
Estos
caracteres eran tan fundamentales e importantes, que el descontento de la
iglesia por las regalías, el descontento campesino ante las crisis de
subsistencia (motín de Esquilache), la negativa nobiliaria a todo tipo de
reformas, la confusión entre estado y persona del rey y la influencia de la
ilustración, estarían en la base de su crisis en el reinado de Carlos IV.
Existían
tres estamentos: aristocracia o nobleza, clero y tercer estado, llamado también
estado llano o pechero. Todos ellos eran grupos extremadamente cerrados, al
contrario que las clases de la edad contemporánea. Este carácter quedaba
garantizado por el sistema de acceso: a la nobleza y al Tercer Estado se
pertenecía por nacimiento, y al clero si se lograba acceder a la vida
consagrada, a través de los seminarios o por compra de cargos (esto último solo
para los nobles).
La
aristocracia y el clero eran los estamentos privilegiados, entendiendo esta
situación no como de ventaja o favoritismo (que lo era) sino porque tenían
leyes privadas, exclusivas para ellos. Vamos a estudiar como eran esos
privilegios.
1.3.1-
Privilegios económicos
Los
privilegios económicos eran la base directa del enriquecimiento. El más
importante de todos era la exención de pagar impuestos y la asignación de buena
parte del presupuesto público como pago de ciertas funciones; pero, además de
esto, hay que considerar un aspecto crucial, la propiedad de la tierra,
vinculada y amortizada
La
vinculación, un privilegio económico y jurídico, garantizaba el mantenimiento
del régimen de propiedad, al asegurar la unión jurídica entre propietario y
posesiones, lazo que era indisoluble. Mediante el, el noble no podía perder sus
tierras, aunque quisiera.
En una
sociedad eminentemente agraria, la fuente más importante de poder emanaba de la
posesión de la tierra, por lo que la mejor garantía para perpetuarlo consistía
en asegurarse su posesión, impidiendo legalmente la división de la propiedad
por venta o herencia. Por esta causa se instituyó la vinculación, en virtud de
la cual el propietario de la tierra disfrutaba de sus beneficios, generalmente
en forma de rentas, aunque no podía venderla ni repartirla por herencia, según
se dijo, aunque lo podía perder por lesa majestad o por finalización de una
casa nobiliaria ante la ausencia de hijos. Las vinculaciones eran de diversa
naturaleza, aunque existían tres tipos, considerados como los más importantes y
frecuentes: la amortización, el mayorazgo y los bienes de propios y comunes;
existiendo además las tierras de realengo, la Mesta y las de las órdenes militares.
El
mayorazgo estaba relacionado con la vinculación. Era un privilegio que
favorecía a las principales casas aristocráticas, en virtud del cual podían
conservar intacto su patrimonio generación tras generación. Con este sistema se
impedía la venta de la tierra, generalmente latifundios, o su reparto por
herencia. El hijo mayor heredaba la totalidad de las tierras de forma
indivisible con la obligación de proteger a los hermanos y sus familias.
La
amortización es un concepto aplicable a los bienes de la Iglesia , amortizados
realmente, o muertos para el mercado. Estos bienes eran el resultado de un
proceso irreversible de acumulación que se venía produciendo desde hacía
siglos, mediante donaciones y entregas para obras pías. La Iglesia , como entidad que
perseguía fines asistenciales y espirituales, podía recibir donaciones, pero no
vender lo recibido; de ahí su carácter irreversible. Con ello se producía una
acumulación de tierras que, con el transcurso de los siglos, se convirtió en el
mayor patrimonio España, detrás del de la nobleza. Este proceso acumulativo era
muy perjudicial para la
Hacienda pública, al quedar exentos de impuesto las tierras
que pasaban al patrimonio de la
Iglesia. Con ello, la carga impositiva recaía sobre las
tierras restantes, libres o no vinculadas, que por ser cada vez menos eran
gravadas cada vez más con las cargas fiscales. Aunque hubo intentos de frenar
esta acumulación desde el reinado de Felipe II, solo las políticas
desamortizadoras del siglo XIX pudieron solucionar el problema y liberar el
mercado de tierras.
1.3.2.
Privilegios políticos
El poder
jurisdiccional y administrativo que delegaba el rey en los estamentos
nobiliario y eclesiástico les proporcionaba directamente poder, e
indirectamente la riqueza que el poder mismo conlleva; además de ser la base
del sistema señorial. Las funciones administrativas reservadas eran en realidad
el privilegio que permitía ejercer el control y la dominación del mundo
plebeyo. Este privilegio conllevaba el desempeño en exclusiva de algunas tareas
y altas funciones administrativas del reino (corregidores, intendentes, etc.),
o el desempeño de los altos cargos o grados del ejército y de la marina.
1.3.3.
Privilegios jurídicos
Los
privilegios de orden jurídico implicaban el reconocimiento de códigos de leyes
diferenciados para cada estamento, así como de tribunales específicos. Con ello
se quiere decir que un mismo delito tenía distinta sanción, según el estamento
al que se perteneciera.
Además, los
individuos de cada estamento debían ser juzgados por sus «iguales», es decir,
por tribunales formados por personas de su mismo estamento. Esto es, no existía
igualdad jurídica entre los súbditos y no había de unidad jurisdiccional en
todo el reino.
1.4.
CARACTERES ECONÓMICOS
Es el AR,
en suma, un mundo de bajo nivel técnico, asociado a una economía agraria,
mercantilista y proteccionista, con inexistencia de propiedad libre de la
tierra, y con una grave problema fiscal
El siglo
XVIII comenzó con un cambio de dinastía, una guerra civil y una gran revolución
política. En esta continuación podremos ver los esplendidos reinados de
Fernando VI y Carlos III, plagados de éxitos, desarrollo cultural y económico,
y de sombras.
II. LA ILUSTRACIÓN
Denominamos
ilustración a la corriente de pensamiento, filosofía y cultura, propia del
siglo XVIII. Sus orígenes se encuentran en el desarrollo científico y
racionalista del siglo anterior y en las teorías racionalistas de Descartes y
empiristas de John Locke. En todas ellas, ya habían aflorado la primacía de la
razón humana, la felicidad, el progreso, el conocimiento científico y la
igualdad, rechazando las supersticiones y el oscurantismo, propios de la
cultura pseudos religiosa de la
Edad Moderna y la Edad Media.
Su
nacimiento se produciría en Francia, en parte como rechazó a la difícil
situación del país (absolutismo radical, fuertes desigualdades sociales de
base, como en España, estamental, y desacuerdo de la burguesía con su
marginación del poder, cuando controlaba una gran parte de la riqueza, gracias
a sus negocios comerciales.
Tres son
los grandes autores ilustrados que extendieron estas ideas por toda Europa
John Locke, el filósofo empirista inglés en cuyas teorías sobre la sociedad civil esta la raiz del
revolucionario pensamiento ilustrado, construido por Diderot, Montesquieu, Rousseau y Voltaire
2.1-El
Barón de Montesquieu (1689-1755),
Enamorado
del sistema parlamentario inglés, nacido de la revolución de Oliver Cromwell,
en el siglo anterior, comenzó su carrera con una despiadada crítica al
absolutismo en su libro “Cartas Persas”. Tras ello vendría la alternativa. Su
libro "El Espíritu de las Leyes" (1748) defendía por primera vez la
teoría de la separación de poderes. Defendía la conveniencia de dividir el
poder en ese momento en manos del monarca, en tres grandes poderes, que
evitaran los abusos, facilitaran la especialidad de las instituciones y
defendieran la libertad individual, al controlarse unos poderes a otros,
evitando así las ambiciones particulares, la tiranía y los abusos
Esos tres
poderes de los que hablaba Montesquieu deberían ser:
El poder
legislativo (que representa a la nación que lo elige), que tendría como función
el establecimiento de las leyes, y el control del presupuesto, además de la ya
dicha representación nacional y el control de los otros poderes.
El
ejecutivo, representado por el rey y su gobierno se encargaría de administrar
el país.
Por último,
el poder judicial, del que serian depositarios los tribunales, seria el
encargado de velar por los derechos individuales, dirimir los conflictos
planteados entre la población y aplicar la ley y perseguir el delito, aun
cuando este sea producido por otros poderes
2.2-Voltaire
(1694-1778)
Fue, de
todos los ilustrados el máximo defensor del libre pensamiento, la igualdad
jurídica entre los hombres y la eliminación de los privilegios de toda clase
(gremios, estamentos...). Todo ello le enfrento a los privilegiados, y en particular
a la Iglesia ,
a la que acusaba de oscurantista y dogmática, y, por ende, obstáculo para el
progreso y la igualdad. En su obra "Cartas Filosóficas", arremetió
contra los gremios, las compañías privilegiadas, el absolutismo, y el
mercantilismo, defendiendo como método para acabar con ellos la violencia
revolucionaria.
2.3-Juan
Jacobo Rousseau (1712-1778),
Resulto ser
el ilustrado de más influencia en los siglos siguientes. De el arrancaría la
corriente revolucionaria de los jacobinos, temidos por su radicalismo, y mas
tarde de los socialistas utópicos. Denuncio en su obra”Emilio” la necesidad de
la educación como arma liberadora del individuo, justificando la cultura libre
como el medio para socavar los cimientos del Antiguo Régimen.
Se mostró
contrario a la propiedad privada, fuente, según él, de todos los males, al
promover el individualismo, la ambición y la insolidaridad.
Su obra
capital fue "El Contrato Social". En ella defiende que el fundamento
del estado es un compromiso de este con el pueblo, por lo que sólo de la
voluntad del pueblo pueden emanar las leyes y la soberanía.
Según el
autor, creados iguales por Dios, los hombres viven en sociedad y alcanzan la
convicción de que precisan organizarse para alcanzar el bien común. Para ello
eligen gobernantes y leyes con este fin. Instituciones y leyes a las que ceden
voluntariamente su libertad personal. Por ellos eligen a los más justos,
honrados o preparados. Pero si los elegidos no actuaran conforme a tales
valores, actuaran despóticamente o actuaran sin haber sido elegidos, el pueblo,
depositario del poder tiene derecho a revocar su poder, violentamente si fuera
preciso.
Este
concepto de que la ley es expresión de la voluntad popular, se convertiría en
el futuro en el fundamento de la democracia. Estos ideales son un claro ejemplo
del origen empirista de la
Ilustración y la importancia de Locke, y su concepto de la
sociedad civil sobre ella.
El marques
de la Ensenada ,
el gran reformador ilustrado que percibió como nadie
la
importancia estratégica de la flota y la necesidad de una reorganización fiscal
Veamos antes de nada como fue la evolución de España y su política en este siglo XVIII
III. LA ILUSTRACION ESPAÑOLA
La entrada
de estas ideas en España fue reducida ante el abrumador analfabetismo de la
población y lo impermeable de la monarquía ante nuevas ideas que pusieran en
cuestión el sistema. Fue también un movimiento de elites, reformador pero no
revolucionario y fragmentado territorialmente.
Los
ilustrados españoles desarrollaron su labor durante los gobiernos de Fernando
VI (en parte) Carlos III (sobre todo) y Carlos IV (menos por le miedo a la Revolución Francesa.
Los ilustrados españoles:
- Eran
conscientes del déficit presupuestario que hundía al estado, pero solucionarlo
e impulsar la economía exigía acabar con los privilegios de nobles y clérigos,
que eran la base del A.R. por lo que no acometieron esa reforma.
- Nunca
impulsaron reformas políticas, por la razón anterior, y las económicas
estuvieron limitadas por el mismo motivo. Además, veían el progreso económico
como una manera de acrecentar el poder real (esa era su intención real) , y en
segundo plano, mejora la vida de la población.
- Fueron
reformistas, no revolucionarios, pues no atacaron las bases estructurales del
A.R., solo pretendieron mejorar la vida cultural y económica del pueblo y
aumentar y hacer mas sólido el poder de la corona.
- Buscaron
reformas que resolvieran lateralmente los problemas del país:
-En lugar
de desamortizar, poner en venta o explotación baldíos y tierras del rey
(Campomanes y Olavide)
-
Fortalecer el estado introduciendo una nueva forma de absolutismo, el
despotismo ilustrado (Esquilache o Ensenada).
-
Reconstruir el poder naval y la influencia internacional de España, protegiendo
sus espacios colonias y vías de suministro (Patiño y Ensenada)
-
Racionalización y mejora del presupuesto y la fiscalidad (Floridablanca y
Ensenada, el del catastro).
- Impulso a
la economía creando compañías privilegiadas, el Banco de San Carlos o las
Sociedades de Amigos del País (Jovellanos y Esquilache)
- Impulso a
la reforma de la enseñanza, las artes y las letras (Jovellanos, Mayans, Feijoo
o Ulloa).
Para
comprender mejor la realidad española del XVIII, vamos a repasar algunas de las
actuaciones y políticas desarrolladas durante el siglo. Como sabes cinco fueron
los reinados borbónicos del siglo:
Felipe V,
que sentó las bases del nuevo estado en los decretos de Nueva Planta
Luís I, su
hijo, de reinado muy breve
Fernando
VI, hijo del primer matrimonio de Felipe V, que defendió la neutralidad
española, reorganizo la hacienda e impulso la cultura
Carlos III,
hermanastro del anterior, en cuya primera época se concentro la mayoría de las
reformas ilustradas del siglo, pero suyo combativo espíritu anti inglés,
desbordaría la capacidad financiera de la corona
Carlos IV,
su hijo, bajo cuyo gobierno se iniciaría la degradación política y el final del
Antiguo Régimen.
La falta de
profundidad y coherencia en la política ilustrada del siglo se percibe en el
ámbito de la cultura. El intento mas serio de reforma universitaria se
produciría bajo el gobierno de Carlos IV. Pretendió poner fin a la enseñanza
escolástica e impulsar la investigación y las ciencias experimentales y a la
tecnología. La oposición de los jesuitas y la corrupción, impidieron el avance.
Las letras
y las artes fueron elitistas. Un pueblo culto hubiera sido peligroso, así que
se mantuvo una cultura basada en la tradición, el oscurantismo y el
analfabetismo. Solo algunos intelectuales, como Gregorio Mayans o el padre
Feijoó, denunciaron el atrasado sistema de enseñanza y la falta de reflexión y
de crítica.
Entre las
iniciativas culturales más importantes se encuentra la fundación de
instituciones de carácter científico y de Academias, como las de la Lengua o la de la Historia.
Las
expediciones científicas fueron importantes. Dos científicos españoles, Jorge
Juan y Antonio de Ulloa, participaron en el viaje de La Condamine , que exploró
el Perú y que consiguió la medición del grado terrestre en el Ecuador. Hubo Se
sucedieron varias expediciones hacia América del Norte y del Pacífico, con
fines geográficos y científicos, entre los que tuvo especial relevancia la
botánica.
3.1. El
reinado de Fernando VI (1746-1753)
La figura
clave de este reinado marcado por la neutralidad exterior y la preocupación
cultural fue el marqués de la
Ensenada , que acumuló en su persona casi todas las
secretarias. Sus esfuerzos se encaminaban a reforzar el Estado absoluto,
mediante un crecimiento económico que permitiera modernizar al país, y devolver
su papel de primera potencia. Para ello era imprescindible defender y potenciar
el imperio colonial, y para ello era necesario un sólido poder militar. Ello
fue la causa de un largo periodo de paz, necesario para afrontar reformas Su
gran proyecto fue la reforma fiscal. Intento eliminar el complicado sistema de
impuestos e imponer el modelo del catastro, un impuesto único sobre las
propiedades y las rentas, que incluiría a los estamentos privilegiados. En 1749
comenzó el inventario de la riqueza nacional, el llamado Catastro de Ensenada,
que choco pronto con las protestas y presiones de los privilegiados, que medio
paralizaron el proyecto.
Sí logó
aumentar los ingresos recuperando impuestos cedidos a los señoríos, prohibiendo
la venta de bienes de la Corona
y aumentando la aportación de la
Iglesia (una medida esta claramente regalista). En el campo
económico fue positivo el impulso a la economía con eliminación de los
impuestos que gravaban el tráfico interior de grano liberalizando el comercio
colonial.
Otra de las
medidas estrella fue el fortalecimiento de la armada. Potenciando los
astilleros, las fabricas de armamento y las academias de marinos y pilotos. Sin
embargo, pese a que la medida era necesaria para la fortaleza colonial, y era
coherente con la política de alianzas con Francia (pactos de familia),
favoreció la formación de un grupo de oposición pro británico en la Corte , que convenció al rey
de que la política de Ensenada era una provocación a Inglaterra, que nos
conduciría a la guerra. En 1754 el ministro fue destituido, y el nuevo
gobierno, más conservador, paralizó las reformas de Ensenada.
3.2. Carlos
III (1759-1788).
Había sido
rey de Nápoles, hasta que la muerte sin hijos de su hermanastro Fernando VI, le
trajo a España.
Potencio
los pactos de familia, con el fin de mantener un aliado que permitiera hacer
frente a la amenaza inglesa y también permitir la venganza contra ese país, que
le había humillado durante su estancia como rey en Nápoles.
Pese a sus
inicios neutralistas, arrastro al país a dos importantes guerras. Primero a la
de los Siete años (1761-1763), por el control del Canadá, y que acabo en un
grave desastre. Tras ella, intervino junto a Francia en la Guerra de independencia
norteamericana (1779-1783). En ella las victorias de Galvez en Mobile y
Pensacola y la derrota de la armada británica en Whigt y Azores permitieron la
derrota inglesa. Fue una victoria amarga, por cuanto inicio un ciclo de deudas
aterrador, solivianto la animadversión inglesa y sentó el precedente de la
independencia de una colonia, hecho que luego se volvería contra nosotros.
A nivel
interno, muchas fueron las reformas impulsadas:
En el
terreno agrario, Olavide impulso la colonización interna de baldíos, la
explotación mas racional de la tierra, y realizó propuestas sobre la
expropiación de tierras no explotadas por la iglesia, hecho que le costaría el
cargo. Esquilache, poco después liberalizaría el mercado de grano. En
consonancia se propuso la reducción de privilegios de mesta y nobles.
Se fomento
la artesanía, mediante la construcción de infraestructuras, protegiendo su
actividad de la intromisión extranjera. Se crearon fábricas reales (del estado)
en la construcción naval, armamento y productos de lujo; las llamadas
Sociedades de Amigos del País (asociaciones de elites regionales) ayudaron a la
inversión en tecnología, trajeron técnicos y analizaron los problemas del país,
estudiando soluciones.
El comercio
de vio beneficiado por una flota que protegía el tráfico colonial. El interior
siguió escuálido por la falta de caminos, la baja renta de la población, la
falta de una moneda única y las aduana internas
Fiscalmente
se siguió con la política de simplificación del sistema, la extensión de
impuestos y el presupuesto. Ello se vio favorecido por las regalías (el
privilegio real de controlar la iglesia, sus cargos y su hacienda). Sin
embargo, las guerras y la decadencia demográfica y económica de fin de siglo
endeudaron al país, hasta el punto de obligar a crear una institución encargada
d gestionar, emitir y amortizar los vales reales: el Banco de San Carlos.
Posiblemente
el mayor esfuerzo reformista se llevo a cabo bajo el gobierno del secretario de
despacho Esquilache. Liberalizo el mercado de granos, apoyo la renovación
tecnológica, intento frenar el poder de los gremios, que coartaban la
innovación, aumento el control de ingresos y gastos, y aumento aquellos con la
creación de la lotería primitiva.
Fue en
general un gobierno marcado por el Despotismo ilustrado. Era un sistema
político que partía del concepto del Estado absoluto, de la soberanía real
exclusiva, pero hacía hincapié en el papel del gobernante como benefactor de su
pueblo y como impulsor de las reformas necesarias para el progreso. La política
era concebida en beneficio del país, pero sin contar con él, según el axioma
«todo para el pueblo, pero sin el pueblo». Pero todas estas medidas no eran
revolucionarias, si querían mejorar la situación económica, era ante todo para
fortalecer al Estado. Los ministros que criticaban los efectos negativos de los
privilegios estamentales, no estaban dispuestos a cuestionar las bases mismas
de la sociedad del Antiguo Régimen, con lo que las reformas serian poco
productivas, al no atacar la base misma de los males del país.
Hasta 1765,
Carlos III mantuvo a los secretarios de su hermanastro, creo una nobleza nueva
(de servicio, frente a la tradicional o de sangre) formada por burgueses y
técnicos ascendidos, y puso al frente del gobierno al marqués de Esquilache.
Ello facilito un programa reformista, que ya hemos desgranado en las líneas
anteriores. Esquilache ataco la amortización de tierras, los privilegios
fiscales de la nobleza y la
Iglesia y las trabas al desarrollo del comercio. En base a
ello tomo medidas, como la recuperación de señoríos para la Corona , o el estudio de
nuevo la introducción de un impuesto único.
En 1765 se
decretó la libertad de precio del trigo, con el fin de estimular la
competencia. La medida, necesaria e inspirada en las teorías fisiócratas de
Francis Quesney, choco con un año de malas cosechas, y con la escasez en el
mercado por el acopio por parte de los especuladores, lo que hizo que se
dispararan los precios y apareciera el hambre. La medida se tradujo en una gran
descontento, que acabo en disturbios graves, alentados por los sectores mas
conservadores, enemigos de reformistas como Esquilache, y que veían en el
secretario, a un enemigo de sus privilegios y su status. El intento de
Esquilache de eliminar la vestimenta tradicional madrileña, que amparaba la
suciedad y el anonimato, fue la chispa de una autentica rebelión, en la que los
privilegiados presentaron al político como un extranjero contra las tradiciones
nacionales.
Estallo en
marzo de 1766 en Madrid, y es conocido como el motín de Esquilache. Las
consecuencias del motín fueron importantes. Carlos III despidió a Esquilache, y
puso al frente del gobierno al conde de Aranda, un conservador. La revuelta fue
aprovechada para justificar la expulsión de los jesuitas, de los que se
recelaba de su poder, de su dependencia del papa frente al rey, empeñado en una
política regalista, de su influencia educativa, y de sus grandes propiedades.
A partir de
1766, Carlos III dio un giro político muy conservador, evitando desde entonces
cambios radicales, y abandonando su política ilustrada, al menos con la
intensidad anterior, ante el miedo a las clases populares, y a perder el apoyo
de la nobleza y de la
Iglesia.
Cuando el
rey murió, en diciembre de 1788, el impulso reformador ya se había perdido, y
parte de los ministros ilustrados, como Jovellanos o Floridablanca, ya mayores,
habían adoptado posturas mas moderadas.
IV. LA POLÍTICA EXTERIOR
DE LOS BORBONES
Aunque ya
lo hemos estudiado en el tema anterior, y hemos incluido una cita en las
primeras líneas de este tema, no estará de más que repasemos la situación
internacional, para comprender mejor la evolución de la ilustración en España.
Tras el
Tratado de Utrecht, el papel internacional de España cambio. Liberada de la
carga de su imperio europeo, España se concentro en la defensa de su imperio
colonial, y en la recuperación de posesiones estratégicas: Italia, Menoría y
Gibraltar. En todos los casos el enemigo era Inglaterra y el aliado natural,
Francia, que ya le había apoyado previamente, que tenia cuentas pendientes con
Inglaterra, y que era la cuna de los Borbones. Así nacería una serie de
alianzas militares entre ambos países, conocidos como Pactos de Familia.
El primer
fruto de esta alianza seria la conquista del reino de Nápoles y Sicilia y su
entrega al príncipe Carlos (hijo del segundo matrimonio de Felipe V). Tras
ello, los incidentes contra los británicos, que amenazaban de forma creciente
el comercio colonial, fueron continuos y desencadenaron una guerra colonial
contra Gran Bretaña entre 1739 Y 1749.
En 1743,
estallarla una nueva guerra entre ambas potencias, por motivo de la sucesión al
trono austriaco. Por la paz de Aquisgrán de 1748, España afianzaba su posición
en Italia, al conseguir para otro hijo de Felipe V los ducados de Parma y
Piacenza. Pero no se recupero Gibraltar, ni se desarmo a Inglaterra, por lo que
el problema persistía.
El reinado
de Fernando VI fue un periodo de paz, en el que la diplomacia supo defender los
intereses nacionales. A su muerte, España la Hacienda estaba saneada y
la flota de guerra era mucho más poderosa, gracias a Ensenada
Carlos III,
por motivos personales, como ya hemos contado, tomo, desde el principio, un
camino belicista. Nada más llegar al poder, firmó con Francia el tercer pacto
de familia (1761), y entro en la
Guerra de los Siete Años contra Inglaterra. Mal preparada, la
guerra terminó con un fracaso relativo: la paz de París obligaba a Francia a
entregar sus colonias del norte de América. España, que quedaba sola en la
defensa del imperio colonial, debía, además, entregar la Florida a Inglaterra, a
cambio de la Luisiana
francesa.
En 1776
estalló la guerra entre las colonias inglesas de América del Norte y Gran
Bretaña. España entró en el conflicto, arrastrada por Francia, en apoyo de los
Estados Unidos. Esta vez el resultado fue algo más positivo: el nuevo Tratado
de París de 1783 obligaba a Inglaterra a devolver la Florida. Además ,
la guerra había permitido recuperar Menorca, aunque no Gibraltar.
En
conjunto, la política exterior española, antes de 1790, tuvo resultados
dudosos. Durante muchos años se concentró en un objetivo dinástico, en Italia,
que nada tenía que ver con los intereses españoles. Después, los pactos de
familia permitieron un papel activo, pero a menudo arrastraron al país a
conflictos de los que no pudo sacar un gran provecho. Pese a todo, el objetivo
esencial, el mantenimiento del imperio colonial, pudo alcanzarse, sin
demasiadas pérdidas, y sin que en ello tuviera apenas peso el apoyo naval
francés. En la década de 1780, sin embargo, el endeudamiento producido por la
última guerra amenazaba el futuro.
Durante el
siglo América siguió teniendo un papel por tanto decisivo en la política y la
economía española. Las compañías privilegiadas controlaban el comercio colonial
que tenia su base en el puerto de Cádiz. La base del comercio siguió siendo la
plata, la manufactura europea y las materias primas.
La sociedad
tendió a jerarquizarse introduciéndose dos fenómenos que serian relevantes en
la posterior independencia, la introducción de esclavos por tratantes europeos
y el dominio de las elites blancas sobre la población mestiza e indígena.
Los años
finales del siglo estuvieron marcados por el incremento de la explotación
colonial y aumento del control administrativo (exclusión de los criollos de la
administración colonial, prohibición de la venta de cargos y concesión de altos
mandos en audiencias, gobiernos locales y corregimientos solo a españoles). En
la misma línea, se expulsó a los jesuitas, contrarios al regalismo, se
incrementaron los impuestos y los monopolios estatales y, desde 1778 se
introdujo el libre comercio para la mayor parte de los puertos peninsulares.
Todo ello, unido al ejemplo liberal de los nacientes Estados Unidos comenzaron
a crear un clima de malestar creciente entre la población colonial, que
aprovecharía el vació de poder de principios del XIX para luchar por su
independencia. Ya en 1780-1781 se produjo una importante rebelión en Perú y
Nueva Granada, iniciada por los criollos, pero que pronto se convirtió en una
sublevación indígena (liderada por el inca Tupac Amaru), que fue aplastada tras
una larga resistencia, pero que dejo abierto el camino para intentos
posteriores.
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