Caprichos
del destino, o de los medios de comunicación, la adolescente sueca Greta
Thunberg se ha convertido en todo un símbolo de la lucha contra la degradación
del planeta. Con su iracundo verbo y su silueta repleta de hieratismo nórdico
Greta parece representar la energía y la determinación de una generación de
jóvenes que han pasado de la preocupación de padres a declarar, con toda razón,
el estado de emergencia climático.
Una lucha
contra un desastre que saben afectará principalmente a su generación. Una lucha
que va más allá de la defensa de medio ambiente y entra el campo de nuestro
sistema de vida, de nuestra cultura, economía
y polaca, causantes últimos de esta crítica situación.
Sin duda
Greta ha ayudado a sacudir conciencias, desde aquel septiembre de 2018, cuando
esta adolescente decidió faltar a su colegio para manifestarse (ella sola) contra
el cambio climático en las puertas del Parlamento de Estocolmo. Lo que parecía
en principio una nadería convocada por los CDR´s se acabo convirtiendo en una
queja semanal que acabaría dando a luz al movimiento “Youth for Climate”. Un
movimiento mundial que participa en foros internacionales contra el cambio
climático, como la
Semana Mundial por el Clima.
Pero Greta
no está sola. Nunca lo ha estado. En sus mismas fechas o con poca posterioridad
muchos jóvenes de todo el mundo han venido luchando, aunque con menos fortuna
mediática, contra la degradación del medio marino, el exceso de uso de
plásticos, la agricultura intensiva o las emisiones de efecto invernadero, o
contra todo a la vez. Y lo han hecho en sus colegios, en sus ciudades, en sus
naciones y hasta en la ONU ,
sacando los colores a los políticos que debiendo tomar iniciativas, solo toman
café, y no del ecológico.
Más
conocida es Anuna de Wever, de 17 años, quien tras oír los alegatos de Greta
convocó la primera protesta adolescente en Bélgica, una huelga escolar que
nació en su localidad de Mortsel. El ejemplo cundió y hoy los jueves belgas son
de protesta, el parlamento debate su agenda y los partidos la incluyen en sus
soflamas electorales.
Anuna no se
ha conformado con eso. Da conferencias, organiza talleres y hacer oír su voz en
foros políticos y científicos.
De origen
latino, Alexandria Villaseñor es una joven estadounidense que con 14 años fundó
la organización ‘Earth Uprising’, que ha aglutinado a muchos movimientos por el
clima de todo el mundo exigiendo medidas que salven a su generación. Su
movimiento ha dado lugar al Consejo Mundial de la Juventud , nacido para
conectar a jóvenes de todo el mundo.
Otra de
esas heroínas es la española de 19 años Patricia Ramos, que lleva cuatro años
como activista en “Plan Internacional de Madrid”. Patricia es ya conocida en
foros como la asamblea de Madrid o el Congreso de los diputados donde ha
exigido medidas con una cambio climático que afecta sobretodo a las niñas y las
mujeres, un colectivo especialmente afectado por el cambio climático. Su lucha
la ha llevado, junto a Greta y 498 jóvenes más a la primera Cumbre Climática de
las Naciones Unidas en Nueva York.
Pero España
no acaba en Patricia, de la que antes os hablaba. Tres jóvenes estudiantes del
doble grado de Ciencias Ambientales y Biología en la Universidad de Gerona
han tomado nota de todos esos jóvenes que luchan a lo largo y ancho del planeta
y han sido los convocantes de la primera huelga climática en España. Son Roger
Pallàs, Lucas Barrero y Ander Congil (representante español del Consejo Mundial
de la Juventud ,
promovido por la organización “Earth Uprising”).
Otro
ejemplo de jóvenes comprometidos es Hugo Abad, fundador de “Juventud por el
Clima de Tomelloso” , pionero en España de la lucha desde el ámbito rural.
Todos ellos
nos hablan de muchos, de algo más una llamativa y pasajera protesta adolescente.
Es el inicio de un cambio. Es la llegada de una revolución.
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