No eliges
tus orígenes ni el lugar del mundo en que te encuentras. Pero un día el destino
o quizá esas casualidades que determinan la vida, lanzan frente a ti una
estrella, y si la atrapas y la cuidas, te regala la felicidad más intensa que
puedas conocer.
Aparecen en
tu trabajo, en tu caminar por la vida o en una amistad que duradera o efímera,
perfilan tu vida para siempre.
Son esos
ángeles que hacen de nuestras miserables vidas un paraíso. Son esos seres
llenos de luz que iluminan tu vida, te acompañan sin ser vistos, te anudan la
vida al cuello para que no la pierdas y siempre te iluminan con su luz,
permaneciendo en las sombras, con un candil con el que te avisa a diario, “no
te rindas”. Son esas personas que nunca abandonan, que nunca te abandonan, que
nunca te niegan, que nunca se rinden por ti. Son personas llenas de ilusión,
que transmiten paz, que te hacen creer en lo imposible, que sacan los mejor de
ti y siempre con una sonrisa llena de vida.
Son mujeres
como Heidi, una niña grande que nos ayuda a vivir, uno de los símbolos de La Paz , una de sus luces más
brillantes.
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